domingo, 17 de marzo de 2013

33 cosas que pueden hacer a las bibliotecas más útiles (1 de 3)


Publicado en 14 de marzo de 2013 por


Las bibliotecas están en riesgo, se recortan sus plantillas y presupuestos, se duda de su futuro amenazadas por el avance digital y el uso de internet, muchos comienzan a considerarlas servicios obsoletos… ¿Qué hacer para frenar esa tendencia? ¿Qué puede ofrecer una biblioteca que la distinga, que aporte valor a su existencia y que no requiera una inversión actualmente impensable? Los Durga queremos dar unas cuantas ideas sobre cosas que una biblioteca puede hacer para reforzar su papel como centro de información, como recurso imprescindible en su comunidad. No estamos descubriendo nada, claro, muchos centros ya han incorporado estos servicios a su oferta, sólo estamos recopilando ideas que nos parecen interesantes y muy factibles. Esto es también hablar de futuro:
33cosas

1.- Grupos de conversación en otros idiomas.
Ya lo hacen algunos centros y pueden hacerlo muchos más. El estudio de idiomas en España parece sufrir una maldición que nos lleva a conocer vocabulario, gramática y prosodia de otra lengua… para no ser capaces luego de expresarnos en ella. Un apoyo muy efectivo es la conversación con nativos. ¿No habrá algún usuario de otro país dispuesto a charlar un rato con quien desee adquirir soltura en alemán, italiano, árabe, francés o inglés? Seguro que sí.
2.- Guías de lectura vivas.
Lo mejor de la casa, sus clientes. Claro, igual que ocurre en cualquier comercio lo más valioso de las bibliotecas son sus usuarios que no sólo justifican la existencia del centro al usar sus servicios sino que pueden retroalimentarlos al aportar breves opiniones sobre lo que han leído, opiniones que la biblioteca irá recopilando y ordenando para orientación de los que se acerquen a buscar lecturas.
3.- Recopilación de la memoria local oral.
No se trata de abordar exhaustivamente la redacción de la historia local, casi es lo contrario. En casi todas partes existe interés por investigar la historia de la localidad pero no tanto por su intrahistoria: ¿dónde estaba y qué producía aquella alcoholera que desapareció? ¿Dónde se ubicaba el primer cine ? ¿Qué se hacía los sábados y domingos hace 70 años? Todo eso lo recuerdan las personas mayores, que se nos van y se llevan con ellas no sólo los recuerdos personales o familiares sino también los de la comunidad. ¿Por qué no grabar en audio (y mejor en audiovisual) todo aquello que quieran contarnos? Será una de los fondos más valiosos de nuestra colección que podremos enriquecer con un riguroso trabajo de indización.
4.- Trabajos en red: exposiciones de temas locales.
Las bibliotecas hablan con otras bibliotecas pero es raro que trabajen con ellas. Quizá es la hora de hacerlo. Un ejemplo: una exposición media a base de paneles con información gráfica y escrita acompañada de catálogos, digamos, de unas 32 páginas puede suponer un desembolso de 3.000 €. Demasiado para una biblioteca ¿verdad? Pero ¿y si fueran 6 las bibliotecas implicadas? El gasto se reduce a 500 €, mucho más razonable para un producto que puede rotar por los centros y ofrecer posteriormente un recurso para centros educativos, asociaciones, etc.
5.- Información digital básica.
La tecnología digital avanza vertiginosamente y a veces nos quedamos atrás. ¿Qué es eso de WhatsApp, cómo funciona? ¿Puedo poner imágenes en Twitter? ¿Cómo creo una página en Facebook para mi empresa o asociación? ¿Cómo se crea un blog? ¿Es gratis? ¿Qué hago si mi ordenador portátil viene sin el Office y no tengo dinero para comprarlo? ¿Por qué no puedo ver vídeos en mi PC? Son mil preguntas que un bibliotecario podría responder, un servicio que ofrecer a jóvenes y mayores con nuestros propios conocimientos y con el apoyo de otros compañeros de profesión a los que recurrir cuando la pregunta sea para subir nota.
6.- Organizar reuniones divulgativas de ciencia.
Se olvida con frecuencia que la biblioteca, ese espacio donde reina la literatura, es también un espacio para el conocimiento universal. En estos momentos en que muchos jóvenes pueden ver disminuido el ímpetu de su afición a la ciencia por la interferencia de la acción política, la biblioteca puede ser un semillero de nuevas vocaciones. Uno de los modos de lograrlo es contactar con los departamentos de ciencias de Institutos y Universidades o con asociaciones científicas del entorno, donde seguro que se encontrarán voluntarios para organizar clubes de lectura, videoforums o, simplemente, tertulias periódicas sobre ciencia. Hasta podría surgir un blog de ahí.
7.- Lecturas a mayores y otros colectivos.
Existen los clubes de lectura para adultos y los cuentacuentos para los pequeños pero también existen personas que por su escasa alfabetización, problemas de visión relacionados con la edad u otros motivos, podrían disfrutar de las obras literarias si se recuperara una actividad tan antigua y tan hermosa como es la lectura en voz alta para los demás. Simple, efectivo, sin coste y quien sabe si adictiva.
8.- Ofrecer colaboración a los medios de comunicación locales.
Acercarse a las radios y televisiones locales con una buena oferta. Normalmente ésta consiste en cosas que dan juego como recensiones de obras, relación de novedades ingresadas en la biblioteca, etc. Pero ¿y lecturas seleccionadas de obras antiguas de nuestro fondo local? ¿Y comentar las opiniones de lectores sobre las obras que van tomando en préstamo (recordad las guías de lectura vivas)? Todo esto personaliza la información que ofrecemos y puede resultar mucho más atractiva y útil a nuestra comunidad.
9.- Información hemerográfica a centros educativos y otros colectivos.
Recibimos periódicos y revistas (quizá con la crisis, menos) y tenemos un buen fondo de números anteriores. Muchos de ellos tratan de ciencia, historia, literatura, negocios,  ¿Saben esto los centros educativos de nuestra localidad? ¿Conocen los el contenidos de estos ejemplares que pueden servir recurso educativo? Una buena forma de establecer sinergias con nuestro entorno, de las que se puedan beneficiar nuestros usuarios directa o indirectamente, es realizar un vaciado frecuente de las colecciones y notificar periódicamente los nuevos recursos de que dispongamos a los responsables de los centros educativos, asociaciones, etc. Esta información, y sobre todo la hemerográfica (que suele estar más oculta), deberá estar segmentada por temas según los grupos de interés a que demos servicio. Investigar un poco en internet y recopilar enlaces a otras publicaciones en línea sería un punto a favor para revalorizar el trabajo de la biblioteca a los ojos de estos usuarios especiales.
10.- Relación de blogs locales.
El mundo 2.0 ha abierto la posibilidad de que cualquiera pueda volcar en la red conocimientos, opiniones, estudios, reflexiones, etc. y muchos de sus contenidos tienen carácter local, hablan de su comunidad. Sin embargo no suelen existir índices o relaciones que agrupen los enlaces a estas páginas para facilitar la búsqueda de información. La biblioteca puede -en su página web, en su blog (no es tan difícil hacer uno) o como servicio a la página del municipio- rastrear la seguramente variadísima relación de blogs que se refieren al territorio y sus habitantes incluyendo los oficiales, los colectivos y los personales.
11.- Escribidores digitales.
Raro ¿verdad? Tal vez sea un buen momento para retomar el viejo oficio de escribidor  de cartas (impagable Cantinflas en El portero) y ofrecer nuestras habilidades de comunicación vía Internet a todas aquellas personas que no tienen la formación suficiente o los recursos para escribir un correo electrónico, enviar o recibir fotografías o, simplemente, mantener una conversación en la mensajería instantánea de un smartphone. Cuántos abuelos pueden terminar agradeciéndonos este pequeño pero importante servicio.

 http://bibliotecas2029.wordpress.com/

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