lunes, 25 de marzo de 2013

El valor de la vida human


25/03/2013 EDITORIAL

El valor de la vida humana

La celebración del Día del Niño por Nacer nos convoca a tomar conciencia del respeto que merece la concepción.






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Desde el 25 de marzo de 1999 se celebra en la Argentina el Día del Niño por Nacer. Fue el primer país en declarar esta fecha para hacer tomar conciencia del valor de la vida humana desde el primer momento de la concepción. En este ámbito se registran en el mundo inquietantes contradicciones.

Por una parte, se observan algunos signos de esperanza como el rechazo, cada vez más firme, de la guerra como instrumento para solucionar las tensiones internacionales, en la amplia reacción de la opinión pública contra la violación de los derechos humanos, y en el esfuerzo, cada vez mayor, por vencer el hambre, la droga y las enfermedades incurables.

Por otra parte, se asiste a la difusión de una preocupante cultura de la muerte, que no sólo se manifiesta en las guerras fratricidas que ensangrientan aún numerosas zonas del mundo y en las formas de violencia contra los más débiles, sino también, y sobre todo, contra la vida naciente y contra la de los ancianos y enfermos terminales. La legitimación del aborto y las crecientes reivindicaciones con respecto a la eutanasia marcan otras tantas derrotas de la cultura de la vida.

Frente a esta realidad, una vez más hay que alzar la voz para proclamar que la vida humana es un valor fundamental, enraizado en la dignidad misma del hombre, la única criatura que, a diferencia de todas las otras del mundo visible, es persona, ser corporal y, al mismo tiempo, espiritual, dotado de inteligencia y libertad, llamado a un destino inmortal y sobrenatural. Y esto vale para todo hombre y toda mujer, independientemente de su situación física, racial, social, económica y cultural. Y para toda fase de la vida humana: para el hombre que ya ha nacido y para el que todavía está en el seno materno, para el sano y para el que tiene capacidades diferentes, para el joven y para el anciano.

Al mismo tiempo, en los países más desarrollados aumenta el interés por la investigación biotecnológica más refinada, para instaurar métodos sutiles y extendidos de eugenesia hasta la búsqueda obsesiva del "hijo perfecto", con la difusión de la procreación artificial y de diversas formas de diagnóstico encaminadas a garantizar su selección. La vida humana es siempre "sagrada". Toda brecha que se abre en el frente del pleno respeto a la vida es una grave amenaza a la convivencia humana, a la sana democracia y a la paz verdadera
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