lunes, 18 de marzo de 2013

La energía del futuro


Por MARIA EUGENIA PINTOS - ESPECIAL PARA CLARIN

Con ayuda de la Facultad de Agronomía de la UBA, tres egresados crearon una empresa de biocombustibles. Y ya están en marcha.


La hazaña de estos tres jóvenes parece salida de un cuento. Como los Tres Mosqueteros, Guido Casanovas, Francisco Della Vecchia y Fernando Reymundo supieron hacer del "todos para uno y un uno para todos" un lema sagrado.

Sus vidas se unieron en 2006 cuando eran ayudantes de cátedra en la Facultad de Agronomía de la UBA (FAUBA) y compartían investigaciones sobre biocombustibles, un tema que empezaba hacer ruido por los pasillos de esa institución.

A Guido y a Fernando les obsesionaba el tema del biodiesel. Por ejemplo, durante la elaboración de sus tesis para recibirse de ingenieros agrónomos estudiaron el proceso de elaboración de ese combustibles a partir del fruto de una palmera del norte argentino, llamada copernicia alba. "Queríamos evitar la deforestación de montes nativos y darle una utilidad al fruto de esta planta como una fuente alternativa de energía, que no compitiera con la producción de alimentos", cuenta Guido.

A Francisco, en cambio, le apasionaba todo lo relacionado al biogás.

"En un momento, y de forma muy natural, nos encontramos que los dos biocombustibles estaban relacionados", explica Francisco.

Unidas las fuerzas, con el tiempo llegó la hora de salir al ruedo y dejar atrás las pruebas de laboratorio. Así nació el grupo IFES (sigla de Innovaciones para un Futuro Energético Sustentable), una empresa recién salidita del horno e incubada en el propio seno de FAUBA. Si bien las decisiones importantes las toman en conjunto, cada uno de los chicos encontró un rol particular: uno está a cargo de las relaciones públicas y proveedores; otro se dedica al diseño de maquinaria y otro al marketing.

Primero pusieron a prueba sus conocimientos en pequeñas plantas de productores que querían invertir en biocombustibles.

La primera fue una planta de biodiesel de Roque Pérez, que estaba completamente fuera de funcionamiento. "La pusimos a punto ad honorem (sin percibir honorarios).

Fue un paso enorme que nos abrió una puerta muy importante", cuentan con orgullo y coinciden en que para lograrlo fue muy importante el apoyo de los profesores.

"Nos alentaron en todo momento porque al principio era difícil hasta conseguir información", explican.

Roberto Cerafini, uno de los docentes que observó de cerca el paso a paso de los chicos, cuenta cómo fue el proceso de crecimiento de esta empresa de jóvenes emprendedores. "En general, los proyectos de trabajos siempre son individuales, pero ellos tuvieron desde el principio un enfoque integrador. A los docentes nos gusta ese criterio de elegir al socio y no al negocio", afirma Cerafini y agrega que lo pone muy contento que sus alumnos hayan aprovechado lo enseñado para proyectarse a algo más. "A veces, la facultad resulta una instancia de formación académica demasiado pura y diferente a la práctica laboral", sostiene.

"IncUBAgro, la incubadora de empresas de la facultad, nos ayudó a transformar nuestras ideas en una empresa y vincularnos con otros proyectos similares. Hay una gran brecha entre tener una buena idea y poder realizarla. Es clave que desde las universidades exista una figura de apoyo que logre crear el puente necesario", aseguran los jóvenes agrónomos.

Hoy, a manera de retribución, los chicos se unieron a la Fundación Energizar para instalar dos biodigestores en la Facultad de Agronomía de la UBA. Los biodisgestores son sistemas que producen biogás a partir de la descomposición de materia orgánica. Luego, el biogás se usa para generar energía eléctrica y térmica. Estos biodigestores serán usados para que más alumnos investiguen sobre energías renovables
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