Es todo un clásico el supuesto desencuentro que suele existir entre los archiveros y los bibliotecarios.
Y digo “supuesto” porque realmente estoy por encontrarme con un
bibliotecario con el que sentirme “desencontrado”, razón por la que
considero que esa colisión no es más que una leyenda urbana que
–salvando casos específicos y especiales, porque todos somos humanos-,
nada o poco tiene que ver con la realidad.
¡Juntos…!
Sí…juntos. Porque a nadie se le escapa que tanto los archiveros como los bibliotecarios parten de un tronco común: la información y la documentación. Ambos profesionales son gestores documentales y también gestores de la información. Los documentos y los datos en ellos contenidos se erigen en el motivo básico de su actividad, de ahí que bibliotecarios y archiveros se encuentren más cerca de lo que, en principio, podríamos imaginar.
Sí…juntos. Porque a nadie se le escapa que tanto los archiveros como los bibliotecarios parten de un tronco común: la información y la documentación. Ambos profesionales son gestores documentales y también gestores de la información. Los documentos y los datos en ellos contenidos se erigen en el motivo básico de su actividad, de ahí que bibliotecarios y archiveros se encuentren más cerca de lo que, en principio, podríamos imaginar.
Esta cercana realidad queda
perfectamente representada, a mi juicio, tomando como punto de
referencia los estudios de Documentación, ya sea la casi extinta
licenciatura como el nuevo grado, cuya denominación ya es
suficientemente explícita: Grado en Información y Documentación ¿No
tenemos cabida bajo este epígrafe tanto los archiveros como los
bibliotecarios? Un repaso a las materias y asignaturas que dan forma a
los contenidos curriculares de dicha carrera –tomando como punto de
referencia el plan de estudios de la Universidad Carlos III de Madrid-
ilustra de una manera diáfana los puntos en común que se establecen
entre los archiveros y los bibliotecarios. Repasemos pués algunos de
esos contenidos: Ética y Deontología Profesional, Fundamentos de
Administración de Empresas, Gestión de Recursos Humanos y Financieros,
Gestión y marketing de unidades de información, Relaciones entre la
Información y la Sociedad, Estadística, Información y referencia,
Informática, Tecnologías de Internet, Gestión de contenidos web,
Fundamentos de programación, Edición digital, Fundamentos y diseño de
bases de datos, Historia del documento, Historia de las instituciones,
Sistemas de clasificación del conocimiento, Estudios de usuarios,
Indización y resumen, Propiedad intelectual, etc., son algunas de las
asignaturas que no tienen ni el apellido “Biblioteconomía” ni el de
“Archivística”, pero sin duda alguna pueden ser aplicadas tanto a un
campo como a otro. Todas estas materias contribuyen a capacitar al
profesional de la información a desarrollar su trabajo, ya sea en un
archivo, en una biblioteca o en un centro de documentación. La esfera en
la que nos movemos los profesionales es única: la información, siendo
ésta, junto a los documentos –ya sean impresos, audiovisuales o
manuscritos, entre otros-, su objeto de estudio. O es que… ¿no son tanto
los archivos como las bibliotecas unidades de información que hay que
saber administrar, gestionar y organizar? ¿acaso no es necesario tener
conocimientos en el ámbito archivístico y bibliotecario de edición
digital, de las tecnologías de Internet y sobre las bases de datos y la
arquitectura web ? ¿no es menos cierto que es de gran ayuda para un
archivero, igual que para un bibliotecario, conocer los sistemas de
clasificación, la indización y la forma de construir un resumen? ¿no es
importante para los dos profesionales conocer los usuarios aplicando
para ello en algunos casos la estadística? ¿no debe sustentarse la
actividad profesional en la ética? Y la gestión web ¿no ha de ser
desarrollada por todos? En fin, seguir pensando que los estudios de
documentación están destinados a formar únicamente a bibliotecarios y
que no capacitan lo suficiente para ser archivero está, desde mi punto
de vista, muy lejos de la realidad.
La visión de conjunto que otorga acerca
del microcosmos informacional global este tipo de carreras enriquece la
labor de los profesionales, introduciendo a los futuros bibliotecarios
en la disciplina archivística y facilitando a los futuros archiveros
armas muy poderosas que pueden ser utilizadas en su trabajo diario, al
margen de que existan materias específicas para cada una de estas
secciones de la gestión documental, que sean, quizás, las que nos hacen…
¡no estar revueltos! No obstante, ambos son oficios relacionados con el
documento en sentido amplio, y, del mismo modo, tal como afirmaba José
López Yepes, tanto la archivística como la biblioteconomía tiene como
objetivo el estudio de un proceso informativo con la finalidad de
facilitar la producción de nuevo conocimiento, hecho que acerca aún más
ambas disciplinas.
¡…pero no revueltos!
Archiveros y bibliotecarios. Son abundantes los puntos que nos hacen estar cerca los unos de los otros. Sin embargo, sería absurdo no tener muy presente que nos encontramos ante dos especializaciones dentro de un mismo universo documental, hecho que nos lleva a encontrar especificidades que contribuyen a que estemos ¡juntos…pero no revueltos!
Archiveros y bibliotecarios. Son abundantes los puntos que nos hacen estar cerca los unos de los otros. Sin embargo, sería absurdo no tener muy presente que nos encontramos ante dos especializaciones dentro de un mismo universo documental, hecho que nos lleva a encontrar especificidades que contribuyen a que estemos ¡juntos…pero no revueltos!
En otras palabras, el hecho de que los
archiveros trabajen preferentemente –aunque no de forma excluyente- con
manuscritos y, cada vez más, con documentos electrónicos, y los
bibliotecarios de una manera predominante lo hagan con impresos y
también con otro tipo de documentos electrónicos, aunque no sólo con
éstos, ha contribuido a que las dinámicas de trabajo sean diferentes y
que las pautas, normas y estándares empleados también sean
diferenciados, sin olvidar nunca que ambos parten de un tronco común.
Utilizando la fuente ya aludida –plan de
estudios de la universidad Carlos III- podemos observar cómo junto a
esas asignaturas mencionadas que bien podrían servir a ambos
profesionales, conviven otras materias más específicas que, como
Archivística, Paleografía y Diplomática, Archivos de Empresa, Gestión
técnica de Documentos de Archivo o Gestión Electrónica de Documentos,
adquieren todo su sentido en el ámbito de los archiveros; mientras que
otras como Bibliotecas públicas y escolares, Catalogación automatizada,
Catalogación avanzada, Análisis y descripción del libro antiguo o
Gestión y desarrollo de la colección, están más dirigidas hacia los
futuros bibliotecarios. Porque, en efecto…
¡estamos tan cerca y tan lejos a la vez!
Somos profesionales complementarios que, juntos, damos todo el sentido posible a los procesos y técnicas documentales.
Y al estar tan juntos, la línea que nos
separa en muchas ocasiones es muy débil, encontrando, por ejemplo,
material bibliográfico entre las colecciones y fondos documentales
archivísticos lo que lleva a incorporar en ocasiones descripciones
basadas en las reglas de catalogación bibliográfica en el campo alcance y
contenido del estándar ISAD(g). Es bueno que estemos juntos, pero
también es muy bueno que no estemos revueltos. De esta manera las
disciplinas avanzan solventando los problemas que cada una de ellas
presenta, ganado así en coherencia de manera independiente, y
contribuyendo a dotar de mayor consistencia a la Documentación de una
manera general
.http://archivisticayarchivos.wordpress.com/
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