martes, 16 de abril de 2013

Historias: “La clave es ver la vida como un regalo”



Lunes, 15 de Abril de 2013 20:32
irene_historia_6tSan Juan.- Irene Villa es una víctima de los atentados de los cochebomba de la ETA. Con sólo 12 años perdió sus piernas y hoy se dedica a dar su testimonio para fortalecer los valores y el cuidado de la vida, por todo el mundo. Brindó una charla en San Juan, pero antes, junto a su familia, comentó cómo se recuperó y cuáles son sus metas.

E
n un viaje fugaz por el país, la periodista española Irene Villa, quien fue víctima de un atentado de la ETA en un cochebomba, donde perdió sus dos piernas y tres dedos de su mano izquierda, llegó a la provincia para dar la conferencia “Saber que se puede”, que organizó la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad Católica de Cuyo. En la sala Eloy Camus se escuchó un verdadero ejemplo de vida y perseverancia. Tiene 34 años y a pesar del fuerte golpe que sufrió en su vida, pudo salir adelante y dedicarse también al periodismo, a practicar esquí, escribir libros sobre su experiencia de vida  a miles de personas alrededor del mundo.
Previo a su presentación en San Juan, Irene junto a su marido, el argentino, Juan Pablo Lauro y su pequeño de 9 meses, Carlos Andrés, comentó sobre su forma de ver la vida, cómo vivió su embarazo y sus metas a futuro.
http://www.elzonda.info/index.php/Historias-%E2%80%9CLa-clave-es-ver-la-vida-como-un-regalo%E2%80%9D.html
¿Qué edad tenías cuando el atentado?
Tenía 12 años, con mi madre  fuimos víctimas de un atentado terrorista en el que ella perdió un brazo y una pierna y yo las dos piernas y tres dedos. A partir de ese momento nuestra vida cambio, en el sentido que agradecemos cada segundo y minuto de esta vida de segunda de regalo. Porque es una vida de auténtico regalo, yo no tendría que estar aquí, de hecho yo estoy viva porque hubo otro atentado 45 minutos antes, cerca del lugar donde ocurrió el nuestro y las ambulancias como los medios estaban cercanos.
En el hospital es donde se decidió por mi vida y fue mi padre el que no quiso dar el consentimiento de dejarme vivir, porque decían  que iba a quedar con secuelas terribles y yo podía recriminar al médico que me hubiese salvado. Entonces mi padre pensaba, que mejor que estuviese muerta en tranquilidad eterna, a que estuviese así con una discapacidad, siendo una niña tan vivaracha y deportista, con 12 años que es justo en la edad en que más te fijas en tu cuerpo.

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