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¿Quién es la principal protagonista de los tiempos modernos?
Ese ‘personaje’ que es como una
‘pachamama tecnológica’, nuestra ‘madre tierra virtual’ al llevar en su
‘piel’ todos los componentes de la tierra. La red, la gran pantalla, la
suma de todos los datos. Así es la Internet, el personaje universal, con
una antagónica visión. Para ella, los tiempos actuales poden ser vistos
de manera clara u obscura. Depende del lado de la pantalla en que se
mira, como también desde cual trópico, situación económica, grado
cognitivo, poder político, género, edad, y de todos los puntos en las
diferentes facetas de la vida.
Con la Internet todo parece buscar la
conexión de lo que estaba desconectado y muchas veces desvelar lo que
estaba velado. Pero es una conexión que presiona por el sincretismo en
la cultura. Es esta una complejidad que necesita ser analizada en sus
detalles.
Cuando hablamos de cultura estamos
concibiendo esa manifestación en todas sus formas y situaciones, en la
vida, en las artes, en sus entramados o en las organizaciones. Desde
cualquier punto de vista, siempre habrá un interés, sea de la política,
de las finanzas, del poder, o de todos juntos actuando al mismo tiempo, y
no siempre en un mismo orden.
En las organizaciones globales, por
ejemplo, hay una búsqueda para comprender la cultura y tratar de
gestiónala, pues ella está arraigada como un principio estratégico para
el cambio, un cambio que puede significar la continuidad de la
organización frente a una competencia sin precedentes. Entretanto, la
cultura todavía es poco comprendida y está, en verdad, impregnada de
abordajes que fomentan los nuevos dominios tayloristas. La cientificidad
de la organización de Taylor que todavía persiste en los tiempos
actuales, revaloriza la idea de la cultura como una oportunidad de
control. Conocerla es una oportunidad de controlarla.
Esa relación entre cultura y control es
ampliada en el recurrente eufemismo que es propagado en las
organizaciones, de que todo eventualmente tiene una adaptación natural a
los cambios culturales. Pero, los cambios son lentos, necesitan de una
transformación que conduce a una nueva concepción de la realidad.
Aun en las situaciones más
revolucionarias, lo que observamos es que en los primeros momentos de un
cambio existe una dualidad entre la adaptación y el rechazo de lo
nuevo. Esta asimetría puede permanecer por un largo período de tiempo y
manifestarse en todo tipo de situaciones y de conflictos, esas
situaciones pueden afectar las relaciones humanas, que se tornan
difíciles, en las huelgas de operarios, e incluso en las obras de arte,
de manera general. Así, igual al arqueólogo que busca descifrar la
verdadera esencia de una civilización a partir de los artefactos que de
ella sobreviven, también podemos comprender la realidad actual como una
gran red interconectada, que interfiere en todos los países como un
nuevo diseño de la cultura.
Durante milenios los seres humanos
exteriorizaran sus concepciones a través de diversas maneras. Fuera en
los muros de las cavernas pre-históricas o en los innúmeros rituales de
agradecimiento, de sacrificio o de consagración. Todos reflejaban –
todavía reflejan – el inconsciente, que permanece poco descifrado.
Las manifestaciones humanas relatan una
influencia que se inicia de modo consciente por un individuo y que
después es reproducida de modo inconsciente por otros, o que también
pueden tener una naturaleza desconocida por todos, pero es estimulada
por los aspectos inconscientes. Este mecanismo lleva a nuestra
concepción de que en los dos casos hay presentes elementos que son
exteriorizados. Así, cualquier modo de expresión, de comportamiento o
del lenguaje conlleva una posibilidad de decodificación de las
intenciones más profundas del individuo o del grupo. Esas
manifestaciones pueden evolucionar en el tiempo, sea en los detalles más
insignificantes, o en las transiciones más abruptas, como podemos
sugerir que es lo que ocurre en el caso de la Internet.
La Internet ha redefinido el modo de
expresión humana y generado una aceleración de los medios, revelando el
inconsciente individual y colectivo, pues la manera de ver, oír,
relacionar, crear, trabajar, incomodar, destruir y construir, leer y
aprender, acreditar y concebir la realidad y la libertad son
categorizadas en dos épocas: sin Internet y con Internet. El trabajo,
por ejemplo, puede ser movido de un espacio temporal para otro
atemporal, sin horarios de control, pero caracterizado por una velocidad
ansiosa por el cambio. En la red la libertad se convirtió en algo
relativo, el terrorismo se adentró al universo virtual y la posibilidad
del caos es proporcional a la dependencia del sistema.
A partir de estos supuestos, nuestro
objetivo es presentar reflexiones sobre la Internet y la capacidad que
tiene de generar impactos en la cultura, sea en el ámbito de un país o
de una organización, sumados a los crecientes procesos de
internacionalización de empresas y sus características de “propagación”
de la cultura en los países que reciben sus plantas productivas, a los
efectos de una media global y de un redibujar las maneras de control por
parte de los países dominantes.
En este prisma, el ser humano pasa por
transformaciones intensas, al mismo tiempo que todavía se reflejan en
las nuevas formas, los antiguos rituales de exteriorización de la
complejidad interna del individuo. Se trata de rituales sin fechas, que
se mantienen perennes como son los muchos aspectos de la naturaleza
humana, tratando de encontrar la fusión antagónica con el mundo virtual o
con los nuevos sincretismos culturales.
Extracto del eBook Entorno Digital y Futuro de la Cultura.
Autor: Renato Dias Baptista (Brasil). http://www.documentalistas.org/wp-content/themes/academica/images/logo.png
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