Por Ivana Costa
¿Qué lugar debería ocupar la filosofía en la formación de los
jóvenes ciudadanos? La pregunta tiene por lo menos 2.500 años y mucha
agua ha corrido bajo el puente desde que Platón, en la República,
sugirió que la filosofía debía presidir la enseñanza de los futuros
gobernantes. Isócrates, cuya escuela rivalizaba con la Academia
platónica en Atenas, estaba de acuerdo sobre el objetivo –la
filosofía—aunque discrepaba sobre los contenidos puntuales. En esa
primera discusión, la filosofía no era todavía una disciplina
específica: con ese término Platón se refería a una actitud ante el
conocimiento: literalmente, el amor por la sabiduría. Con el tiempo, la
filosofía se convirtió en disciplina, con sus métodos, su terminología
técnica, su historia y sus reglas de uso. Mientras, la pregunta, con sus
matices, ha regresado cada vez que una sociedad se propone fundar el
hombre nuevo, la nueva política, la nueva Argentina o –como ahora el
gobierno de la ciudad— la Nueva Escuela Secundaria (NES). ¿Y qué lugar
debería ocupar en los estudios secundarios? Según el “Material para la
consulta” que dio a conocer la Dirección de Planeamiento del ministerio
de Educación porteño, la filosofía es prescindente.
De prosperar este proyecto, en la NES, la materia Filosofía que hoy se enseña a chicos de entre 16 y 18 años no será obligatoria: se podrá optar por ésta o Psicología. Las 340 páginas de las Orientaciones para el diseño curricular no aclaran por qué estas dos materias se asocian –en las pérdidas—, ni con qué criterio habría que elegir entre una u otra, dado que tienen objetos de estudio, metodología y campos de acción notablemente diferentes.
La noticia no sorprende a las comunidades de enseñanza de la filosofía, que ya se declararon en estado de alerta. A fines de 2012, en Chile, los participantes del IV Congreso Iberoamericano de Filosofía firmaron una declaración que advierte sobre los “criterios puramente mercantiles” que guían las políticas de educación, “que instrumentalizan a quienes deberían ser beneficiarios de los recursos públicos” dándoles una pura formación “mercantil”. Sigue: es “extremadamente preocupante” que la filosofía se considere “una especie de adorno cultural”, pues esta tendencia acentúa posibles “derivas totalitarias”; una “auténtica emergencia internacional”. El concepto de “adorno cultural” da en la tecla.
De las doce orientaciones del bachillerato que propone la NES, sólo la de Ciencias sociales y Humanidades tendría tres horas semanales de Filosofía, en quinto año. Curiosamente, la orientación en Ciencias naturales tiene más del doble de carga horaria destinada a cuestiones filosóficas, ya que prevée un Taller de Argumentación, de cuatro horas, y la materia Filosofía e historia de la Ciencia, de tres. El primero, dirigido a las habilidades de comunicación y divulgación. La segunda entendiendo el saber como adquisición inseparable de su historia y las cosmovisiones que le dieron sentido. Para todas las demás orientaciones, la filosofía es optativa.
Diversas teorías de la educación podrán esgrimir motivos por los cuales consideran mejor no enseñar a los adolescentes –y nuevos votantes—a razonar correctamente, a distinguir entre razonamiento válido e inválido, a detectar falacias y vicios de la argumentación (temas de la lógica, una de las ramas de la filosofía). Pero el documento del ministerio de Educación porteño no lo hace; al contrario, machaca con la importancia de la “argumentación”. En él leemos que se espera que los estudiantes puedan “identificar y producir argumentaciones”, “expresar una valoración (estética) mediante argumentación”, “recuperar en la argumentación los conocimientos (musicales) adquiridos”, ofrecer “análisis y argumentación fundamentada” (sobre el patrimonio cultural), “asumir posturas críticas y reflexivas” incorporando “argumentaciones y fundamentaciones basadas en los aportes teóricos” (de la informática), “elaborar argumentaciones sobre temas y problemas relevantes” (en ciencias sociales), distinguir “la argumentación racional o emocional” (en publicidad), adquirir capacidad “de argumentación y debate” (en humanidades), y un largo etcétera. El misterio es cómo se supone que los jóvenes alcanzarán ese objetivo si se elimina la materia destinada a enseñarlo. Se me ocurren dos posibilidades: están pensando en un saber intuitivo, un don providencial o cierta luz divina. O están usando la filosofía como adorno cultural.
http://www.revistaenie.clarin.com/ideas/filosofia/filosofia-adorno-cultural_0_934106596.html
http://www.revistaenie.clarin.com/rn/
De prosperar este proyecto, en la NES, la materia Filosofía que hoy se enseña a chicos de entre 16 y 18 años no será obligatoria: se podrá optar por ésta o Psicología. Las 340 páginas de las Orientaciones para el diseño curricular no aclaran por qué estas dos materias se asocian –en las pérdidas—, ni con qué criterio habría que elegir entre una u otra, dado que tienen objetos de estudio, metodología y campos de acción notablemente diferentes.
La noticia no sorprende a las comunidades de enseñanza de la filosofía, que ya se declararon en estado de alerta. A fines de 2012, en Chile, los participantes del IV Congreso Iberoamericano de Filosofía firmaron una declaración que advierte sobre los “criterios puramente mercantiles” que guían las políticas de educación, “que instrumentalizan a quienes deberían ser beneficiarios de los recursos públicos” dándoles una pura formación “mercantil”. Sigue: es “extremadamente preocupante” que la filosofía se considere “una especie de adorno cultural”, pues esta tendencia acentúa posibles “derivas totalitarias”; una “auténtica emergencia internacional”. El concepto de “adorno cultural” da en la tecla.
De las doce orientaciones del bachillerato que propone la NES, sólo la de Ciencias sociales y Humanidades tendría tres horas semanales de Filosofía, en quinto año. Curiosamente, la orientación en Ciencias naturales tiene más del doble de carga horaria destinada a cuestiones filosóficas, ya que prevée un Taller de Argumentación, de cuatro horas, y la materia Filosofía e historia de la Ciencia, de tres. El primero, dirigido a las habilidades de comunicación y divulgación. La segunda entendiendo el saber como adquisición inseparable de su historia y las cosmovisiones que le dieron sentido. Para todas las demás orientaciones, la filosofía es optativa.
Diversas teorías de la educación podrán esgrimir motivos por los cuales consideran mejor no enseñar a los adolescentes –y nuevos votantes—a razonar correctamente, a distinguir entre razonamiento válido e inválido, a detectar falacias y vicios de la argumentación (temas de la lógica, una de las ramas de la filosofía). Pero el documento del ministerio de Educación porteño no lo hace; al contrario, machaca con la importancia de la “argumentación”. En él leemos que se espera que los estudiantes puedan “identificar y producir argumentaciones”, “expresar una valoración (estética) mediante argumentación”, “recuperar en la argumentación los conocimientos (musicales) adquiridos”, ofrecer “análisis y argumentación fundamentada” (sobre el patrimonio cultural), “asumir posturas críticas y reflexivas” incorporando “argumentaciones y fundamentaciones basadas en los aportes teóricos” (de la informática), “elaborar argumentaciones sobre temas y problemas relevantes” (en ciencias sociales), distinguir “la argumentación racional o emocional” (en publicidad), adquirir capacidad “de argumentación y debate” (en humanidades), y un largo etcétera. El misterio es cómo se supone que los jóvenes alcanzarán ese objetivo si se elimina la materia destinada a enseñarlo. Se me ocurren dos posibilidades: están pensando en un saber intuitivo, un don providencial o cierta luz divina. O están usando la filosofía como adorno cultural.
http://www.revistaenie.clarin.com/ideas/filosofia/filosofia-adorno-cultural_0_934106596.html
http://www.revistaenie.clarin.com/rn/
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