lunes, 10 de junio de 2013

Los libros para chicos causan furor y tocan nuevas temáticas



LITERATURA INFANTIL


Contra todos los pronósticos que podía augurar el avance de internet y de las nuevas tecnologías, las historias destinadas al público juvenil se renuevan y ganan lectores

Los libros para chicos causan furor y tocan nuevas temáticas

Aventuras que incluyen la separación de los padres, protagonistas freaks cada vez más alejados del estereotipo clásico del héroe o la heroína, historias donde la tecnología es un personaje más y finales no siempre felices son algunas de las piezas que conforman el cada vez más rico, cambiante y multifacético rompecabezas de la nueva literatura infantojuvenil, una expresión que, reconocen autores y docentes y confirman los propios editores, vive desde hace ya varios años un boom tanto a nivel local como mundial.
Ayudada por escritores que piensan sus historias en un mundo que crece y se desarrolla al ritmo de Internet, las redes sociales y las nuevas tecnologías, la narrativa para chicos retoma una tradición bien arraigada en nuestra cultura pero se plantea, de la mano de nuevos personajes, horizontes hasta ahora inexplorados por la lectura infantil. Así como en su momento fue Salinger con “El guardián en el centeno”, o Tolkien o Bradbury o Italo Calvino con “El barón rampante”, o tal vez los viejos tomos de la colección Robin Hood o “Juvenilia” de Miguel Cané, ahora aflora una nueva jungla no sólo de personajes y escenarios, sino de temáticas y de temores novedosos en la patria de las letras para chicos.
“Todo esto -dicen Mariel Rabasa y Marcela Ramírez, autoras de “Desbordes, una mirada sobre el libro álbum”- se ve acompañado de un desarrollo editorial que ofrece libros cuidados y de calidad dentro de un enorme espectro, así como también proyectos que permiten que jardines y escuelas tengan más libros al alcance del lector. Al instalarse nuevos modos de escritura también se generan nuevos modos de lectura, y los niños de hoy están preparados para leerlos”.
Lo que dicen las autoras no hace más que confirmar que los libros para chicos han evolucionado hasta convertirse en verdaderos objetos de deseo, y el conocimiento de los chicos es tan amplio que hasta conocen a los escritores de cada historia y manifiestan preferencias por uno u otro autor.
Los ejemplos de este boom son cada vez más contundentes: la argentina Isol Misenta, por caso, recibió hace poco el premio Astrid Lindgrens, una especie de Nobel de Literatura infantil. Su mirada lúcida y algo irónica es uno de los secretos de su éxito. El otro, sus ilustraciones, que cuentan en clave de humor las historias de los personajes.
Y aquí entra una de las grandes vedettes dentro de la literatura infantil: el “libro-álbum”, un objeto sobre el cual Rabasa y Ramírez han escrito y donde, se apunta, la ilustración es tan importante como la historia. “Hay un auge de estos libros -dicen desde el sello del Fondo de Cultura Económica-. La ilustración y el texto son igualmente importantes. Y a veces en la ilustración se descubre algo no dicho en el texto. En muchos casos, el autor es también el ilustrador, lo que hace que ese diálogo sea uno”.
Hija del universo de María Elena Walsh, quien en la década del sesenta rompió con cierta mirada inocente, acartonada y acaso protocolar de la niñez, la llamada nueva literatura infantil busca dejar de lado los relatos con moraleja final y, de un modo lúdico, permitir en los más chicos el desarrollo del pensamiento crítico.
“La literatura juvenil sigue sostenida por los grandes clásicos -apunta Teresita De Antueno, profesora de literatura y docente de Prácticas del Lenguaje-, pero el boom y el interés por las nuevas narraciones está protagonizado por los más chicos, por los nenes del nivel primario. Para ellos, es cada vez más sorprendente la variedad de relatos y propuestas que existen”.
Es cierto: títulos que hace unos años marcaron un giro en los intereses de los chicos, como “Socorro” de Elsa Bornemann o “Caídos del mapa” de María Inés Falconi, son hoy clásicos contemporáneos nacionales con la característica de ser “longsellers”, una tendencia propia de la literatura del público más joven. “Hay títulos que perduraron y no necesariamente han sido los más vendidos y muchos otros podrían considerarse clásicos en el sentido de que se siguen leyendo a pesar del tiempo”, se explica desde el área de Literatura Infantil y Juvenil de Argentina y Chile del grupo Norma-Kapelusz.
Son muchos los autores argentinos que atrapan a los pequeños lectores, pero hay nombres que se destacan como Graciela Cabal, Graciela Montes, Silvia Schujer, Ricardo Mariño, Marcelo Birmarjer, la recientemente fallecida Elsa Bornemann, Laura Devetach y Ema Wolf, que se animaron a tocar temas vinculados con “el mundo de los adultos”.
Prueba de esta fuerza poderosa es “Socorro” y “Los ojos del perro siberiano”, que va por su 40ma. reedición; “Dailan Kifki, de María Elena Walsh o “Natacha” de Luis María Pescetti, una nena fantástica que hace llorar de risa a los chicos desde hace más de diez años.
Otro clásico local es la serie “Caídos del mapa”, que nació en 1995 y ya tiene diez entregas, una película y fanáticos en aumento. “Cuando sale la última los personajes ya son adolescentes porque la autora los hizo crecer. Y ahí lo interesante es que lo leen pibes que están terminando la secundaria pero también los que la están empezando o están en la primaria”, comenta la editora.
Una niña de 10 años recibió su primer libro de Juan Villoro, y desde que comenzó a leerlo no quiere ir a comer, ni bañarse, ni salir a jugar hasta que termine esa novela, es hija de un analista de sistemas y tiene toda la tecnología que un niño puede tener. Sin embargo, ya realiza selección de autor, es “atrapada” por una obra de ficción y elige leer por sobre muchas otras cosas.
Esta anécdota, trasmitida durante la última Feria del Libro Infantil y Juvenil por María Emilia López, especialista en literatura infantil, editora y docente, ilustra de alguna manera la libertad de los chicos a la hora de elegir y de disfrutar la lectura y la importancia que implica un mundo editorial que ofrezca “buenos autores”.
López se dedica a estudiar el acceso a los libros en chicos de 1 a 3 años, y en su análisis subraya que “los más chiquitos -con sus padres- leen aventuras, álbumes en los que la ilustración tiene un protagonismo interesante, poesía e historias cercanas a sus experiencias como la llegada de un hermano y otras fantásticas”.
Entonces, el secreto para que los chicos lean más, mejor y con placer es una buena mediación de los padres, eso se logra, para muchos, con la “vivencia” del proceso de lectura. López opina que los actos de atención conjunta “son clave para generar capacidad de atención en los niños. Leer juntos un libro, mirar y señalar las mismas imágenes, poner palabras a eso que ocurre, es una experiencia vital para desarrollar la capacidad de atención”. En cuanto a los más pequeños, López considera que “está en juego el vínculo afectivo, el encuentro lúdico y eso es riquísimo en la experiencia de ser niño y de ser padre. Si un adulto siente que la ilustración es ñoña probablemente no sea un buen libro para su hijo, en cambio si es atrapado por el humor, lo imprevisible o el terror, ese libro puede ser una buena elección para compartir”.
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“Las bibliotecas siguen siendo imprescindibles”  http://www.eldia.com.ar/edis/20130526/Los-libros-para-chicos-causan-furor-tocan-nuevas-tematicas-informaciongeneral3.htm

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