Nuestro tiempo es todo menos una época de certezas. Nada de lo que ahora conocemos, ni siquiera el último descubrimiento científico, tiene garantizado un hueco en el planeta hiperconectado y en permanente revolución tecnológica en el que vivimos. ¿Cómo nos adaptaremos a una sociedad en la que convivamos con cyborgs? ¿Qué ocurriría si mañana todas las traducciones fueran perfectas y automáticas? ¿Dejaríamos de aprender idiomas? ¿Qué pasaría si pudiéramos leer la mente de otras personas? Coches autónomos, monedas virtuales, ordenadores que predicen cosechas, robots repartidores de mercancía, células artificiales que atacan microtumores, prótesis de fabricación 3D casera y sensibles al tacto… éstas son sólo algunas de las invenciones que nos llevan hoy a mirar el futuro inmediato con una mezcla de desconfianza e ilusión.
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