20/12/2014 REALIDAD
Educar para la paz
Yolanda Quiroga (*)
Diciembre es el mes de encuentro y relaciones gozosas. Estas celebraciones son útiles para reflexionar para convivir en tolerancia y armonía.
La noción de educación para la paz fue impulsada por la Organización de las Naciones Unidas en 1970, con el propósito de formar a las nuevas generaciones en una "cultura de la paz". Ello significa, promover el aprendizaje de actitudes de respeto hacia los demás, de compromiso con los semejantes y responsabilidad por la resolución constructiva de los conflictos.
La escuela tiene un gran desafío. Construir hábitos para la vida en común como la tolerancia y el respeto. Es necesario promover en los alumnos actitudes críticas frente a hechos de agresión verbal, psicológico o físico como algo natural que pone en peligro la posibilidad de pensarlos con objetividad, y así revertirlos para construir un mundo para todos. La cultura de la paz no consiste en ausencia de conflictos, es una construcción colectiva.
La paz es un valor para la sociedad y educar para ello es una meta a largo plazo que requiere de acciones conjuntas en el marco de un modelo institucional coherente y comprometido. Sin dejar de considerar que en esto la familia es la primera educadora. La única manera de resolver los conflictos es a través del diálogo, la mutua comprensión y la valoración de la diversidad.
Las relaciones humanas son complejas y la superación pacífica y positiva de estas situaciones es precisamente la forma de convivir, de las distintas culturas. Es ver el conflicto como una forma de transformar la sociedad y las relaciones humanas. Hacer una mirada como oportunidades educativas para construir otro tipo de relación. Es importante aceptar las diferencias como un rasgo distintivo de la realidad humana.
La educación para la paz es un proceso, y por ello, debe ser continuo y permanente, de esta manera, enseñar a vivir en la no violencia. Diría que educativamente, se pretende un proceso de enseñanza aprendizaje de la cultura de la paz que implica una ética personal y social. Está fundamentada en una convivencia en libertad e igualdad, es decir, plenamente democrática. Es analizar los conflictos y descubrir su complejidad, encontrando soluciones y enfrentándolos sin violencia. Para posibilitar todo esto, las instituciones educativas deberían incorporar en su currículo el desarrollo de la afectividad, la sensibilidad hacia quienes nos rodean. Ello permitiría afrontar los conflictos desde la reflexión serena sobre sus causas, así, tomar decisiones negociadas y solucionar de una forma creativa, tolerante y no violenta.
Es muy lamentable, que nuestra sociedad esté impregnada de tanta violencia en su cotidianeidad, que a veces en la escuela, es muy difícil dar respuestas adecuadas. Por otra parte, se reciben constantemente informaciones negativas de la agresividad y violencia humana, de forma que lo violento de una minoría se sobrevalora frente a lo pacífico de la mayoría y es habitual en nuestra forma de convivir.
Las comunidades educativas como mediadoras de valores sociales, deben comprometerse en actuaciones que refuercen la propia autoestima, de forma tal que todos sean conscientes de sus limitaciones, tomen decisiones acertadas, y como consecuencia deseen superar con optimismo sus posibles dificultades. Una estrategia necesaria es por lo tanto concretar lo más claro posible en "códigos de convivencia" y aún en los proyectos educativos institucionales, aquellas actitudes positivas para una convivencia pacífica en la comunidad y en el ámbito áulico.
Se puede globalizar el concepto de educación para la paz como contenidos transversales relacionándolos también con educación vial, hoy tan necesaria cuando no existe la convivencia vial. Ello, supone un acercamiento a la comprensión sociocultural valorando desde el respeto, las semejanzas y diferencias con nuestro entorno cultural más próximo. En la escuela y la sociedad se generan conflictos porque estos son parte de la vida. El punto fundamental desde esta perspectiva transversal, es la manera en que enseñamos a los alumnos a resolverlo, ya que de ello depende sus consecuencias.
Tolerancia y convivencia son los pilares fundamentales para encarar un proyecto institucional. Incluir estos temas en la escuela es formar ciudadanos en espíritu de apertura, la no discriminación, la empatía, conducen a la convivencia y construyen una cultura de la paz.
(*) Especialista en educación, escritora y productora del programa "Botica Educativa" Radio Sarmiento.
La noción de educación para la paz fue impulsada por la Organización de las Naciones Unidas en 1970, con el propósito de formar a las nuevas generaciones en una "cultura de la paz". Ello significa, promover el aprendizaje de actitudes de respeto hacia los demás, de compromiso con los semejantes y responsabilidad por la resolución constructiva de los conflictos.
La escuela tiene un gran desafío. Construir hábitos para la vida en común como la tolerancia y el respeto. Es necesario promover en los alumnos actitudes críticas frente a hechos de agresión verbal, psicológico o físico como algo natural que pone en peligro la posibilidad de pensarlos con objetividad, y así revertirlos para construir un mundo para todos. La cultura de la paz no consiste en ausencia de conflictos, es una construcción colectiva.
La paz es un valor para la sociedad y educar para ello es una meta a largo plazo que requiere de acciones conjuntas en el marco de un modelo institucional coherente y comprometido. Sin dejar de considerar que en esto la familia es la primera educadora. La única manera de resolver los conflictos es a través del diálogo, la mutua comprensión y la valoración de la diversidad.
Las relaciones humanas son complejas y la superación pacífica y positiva de estas situaciones es precisamente la forma de convivir, de las distintas culturas. Es ver el conflicto como una forma de transformar la sociedad y las relaciones humanas. Hacer una mirada como oportunidades educativas para construir otro tipo de relación. Es importante aceptar las diferencias como un rasgo distintivo de la realidad humana.
La educación para la paz es un proceso, y por ello, debe ser continuo y permanente, de esta manera, enseñar a vivir en la no violencia. Diría que educativamente, se pretende un proceso de enseñanza aprendizaje de la cultura de la paz que implica una ética personal y social. Está fundamentada en una convivencia en libertad e igualdad, es decir, plenamente democrática. Es analizar los conflictos y descubrir su complejidad, encontrando soluciones y enfrentándolos sin violencia. Para posibilitar todo esto, las instituciones educativas deberían incorporar en su currículo el desarrollo de la afectividad, la sensibilidad hacia quienes nos rodean. Ello permitiría afrontar los conflictos desde la reflexión serena sobre sus causas, así, tomar decisiones negociadas y solucionar de una forma creativa, tolerante y no violenta.
Es muy lamentable, que nuestra sociedad esté impregnada de tanta violencia en su cotidianeidad, que a veces en la escuela, es muy difícil dar respuestas adecuadas. Por otra parte, se reciben constantemente informaciones negativas de la agresividad y violencia humana, de forma que lo violento de una minoría se sobrevalora frente a lo pacífico de la mayoría y es habitual en nuestra forma de convivir.
Las comunidades educativas como mediadoras de valores sociales, deben comprometerse en actuaciones que refuercen la propia autoestima, de forma tal que todos sean conscientes de sus limitaciones, tomen decisiones acertadas, y como consecuencia deseen superar con optimismo sus posibles dificultades. Una estrategia necesaria es por lo tanto concretar lo más claro posible en "códigos de convivencia" y aún en los proyectos educativos institucionales, aquellas actitudes positivas para una convivencia pacífica en la comunidad y en el ámbito áulico.
Se puede globalizar el concepto de educación para la paz como contenidos transversales relacionándolos también con educación vial, hoy tan necesaria cuando no existe la convivencia vial. Ello, supone un acercamiento a la comprensión sociocultural valorando desde el respeto, las semejanzas y diferencias con nuestro entorno cultural más próximo. En la escuela y la sociedad se generan conflictos porque estos son parte de la vida. El punto fundamental desde esta perspectiva transversal, es la manera en que enseñamos a los alumnos a resolverlo, ya que de ello depende sus consecuencias.
Tolerancia y convivencia son los pilares fundamentales para encarar un proyecto institucional. Incluir estos temas en la escuela es formar ciudadanos en espíritu de apertura, la no discriminación, la empatía, conducen a la convivencia y construyen una cultura de la paz.
(*) Especialista en educación, escritora y productora del programa "Botica Educativa" Radio Sarmiento.
No hay comentarios:
Publicar un comentario