El peor enemigo de los buenos profesores son sus propios compañeros. Ellos son los que les ponen trabas y zancadillas para formar grupos de trabajo, poner en marcha mejoras e innovaciones, coordinar las actuaciones en cada curso y en el centro en su conjunto. Son ellos los que cuestionan y critican de manera encubierta o incluso abiertamente las iniciativas que quieren emprender.
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