"Contra la instrumentalización de los libros infantiles, que a lo largo de la historia se han puesto al servicio de la pedagogía y de la moral, se han manifestado reconocidos autores como Graciela Montes y María Teresa Andruetto, quienes sostienen que la pluralidad de significados y las posibilidades de comprender el mundo y lo humano que ofrece la literatura infantil resultan incompatibles con cualquier intención de transmitir una idea de forma unívoca, por lo que al supeditarse a fines puramente educativos o moralizantes, la literatura infantil, sencillamente, deja de ser literatura."
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