jueves, 22 de enero de 2015

El arte del bien hablar

22/01/2015 REALIDAD

El arte del bien hablar

"A Jorge Leónidas Escudero, un viejo y querido sabedor".Dr. Simón Peña Figueroa (*)

        
El primer diccionario de nuestro idioma lo escribió y editó en 1611 el fraile Sebastián de Cobarrubias Orozco, y lo denominó "Tesoro de la Lengua castellana o española". Es una excelente y laboriosa obra, a la que hoy la ciencia comunicacional acerca la posibilidad de leerla en su contenido original y en un simple ordenador común. Tiene una tendencia etimológica en la definición de sus términos que agrada al lector curioso, y una amplia base de datos de un hablar de época influenciado por el culteranismo.

La Real Academia Española de la Lengua fue creada en 1713 en el viejo Madrid de Felipe V, el primer Borbón en el trono español, y redacta su primer Diccionario -DRAE- trece años después.

En octubre último publica su 23ra edición, ahora con 93.111 entradas, habiéndosele excluido casi dos mil acepciones e incluido cinco mil nuevas palabras. Es un solo tomo en rústica de casi 2.400 páginas, con un valor de mercado de 1.640 pesos, o bien 94,5 euros que incluye gastos de envío desde Madrid.

Se corresponde con una veintena de Academias de los países hispanohablantes e inserta así casi veinte mil americanismos, que traduce su amplitud de criterios, modos y observaciones lingüísticas con espacio, decantación y consenso academicista. Es su actual Director y Secretario desde el 8 de enero último, Don Darío Villanueva Prieto, filólogo y crítico literario nacido en Villalba, Lugo, de la comunidad gallega, habiendo sido durante ocho años Rector de la Universidad de Santiago de Compostela. Tiene 64 años y fue electo por mayoría del cuerpo académico, con 33 miembros presentes.

El lema fundacional de "limpia, fija y da esplendor" es un acierto bien preservado no exento de licencias y observaciones, algunas reiteradas, que merecen otro análisis con un puntilloso discurso.

Esta real institución acepta y define ahora como palabras castellanas, en forma asombrosa, muchos neologismos técnicos y científicos, al tiempo que otros vulgares, regionales y modernistas, con muchos anglicismos malsonantes al purismo idiomático elemental. A modo de ejemplo aleatorio: baipás, dron, espray, orsay, tunear, amigovio, wifi, tuit y tuitear, feminicidio o femicidio, cortoplacista, naturópata, identiquit, birra y chupi (¡yupi!), spa, y así hasta cinco mil, manifiestamente transculturizantes y opinables cuando no discutibles con razonables argumentos.

Aprehender el siempre indómito mundo de las palabras es toda una tarea que anhela la perfección, no ajena a la voluntad sustentada en la erudición que da el reconocimiento, la universalidad contemporizadora frente a las encrucijadas, rancias unas y emergentes otras. Esfuerzo y trabajo, mas no trabajo que ata, sino que abre portales a nuevos cursos de alturas cultivantes del bello arte del bien hablar y el bien decir, para conciliar con Góngora en "Traten otros del gobierno/ del mundo y sus monarquías/ mientras gobiernan mis días/ mantequillas y pan tierno".



(*) Médico.                                              http://www.diariodecuyo.com.ar/home/new_noticia.php?noticia_id=654799

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