domingo, 14 de septiembre de 2014

Excelencia, exigencia y calidad, ¿para cuándo?

Excelencia, exigencia y calidad, ¿para cuándo?

¿Es realmente alarmante la eliminación de las notas 1, 2 y 3, y el establecimiento del 4 como nota más baja que impulsa el nuevo régimen académico para las escuelas primarias de la provincia de Buenos Aires? Es cierto: borrar tres números naturales de una escala de calificación del 1 al 10 se muestra como un cambio dramático y escandaloso. Sin embargo, es bueno introducir matices. Primero, porque no estoy tan segura de que un boletín con 1, 2 o 3 aporte tanta información sobre el potencial o los déficits de un niño. Los ingleses tiene un dicho: "Lo que no se mide, no existe". ¿Qué dejamos de medir si se eliminan las notas del 1 al 3?
Segundo, seguramente a poco de instalarse la nueva escala, el 4 pasará a equivaler a 1, y el cambio será naturalizado con la vieja lógica. Tercero, porque la letra de la resolución es en realidad una práctica de vieja data que viene exigiendo esquivar notas bajas y dejar pasar de grado a chicos que no están del todo listos. Cuarto, porque lo que escandaliza hoy es lo que muchísimos padres demandan a la escuela: no importa cómo, pero que los chicos pasen de grado.
Creo sí que el verdadero material de debate está en los fundamentos del nuevo régimen académico. Por un lado, los estrictamente pedagógico-cognitivos, que destacan un problema que el sistema escolar enfrenta, sobre todo ahora que se cuenta con grandes avances en el conocimiento del cerebro de los niños en procesos de aprendizaje: el objetivo es que los chicos aprendan, y eso no está sucediendo por múltiples razones, varias de ellas estrictamente pedagógico-cognitivas.
Los incentivos y las motivaciones son un tema complejo de la psicología del comportamiento y está pendiente la discusión de cómo impactan las notas en la motivación para el aprendizaje. Por eso, esos fundamentos teóricos merecen un debate de calidad libre de intencionalidades políticas.
Pero entonces, ¿dónde está lo realmente grave de la resolución? Por un lado, en la brecha enorme entre teoría y práctica. Buenos Aires tiene problemas educativos serios. No habrá acompañamiento pedagógico que valga, por más que lo consagre el nuevo régimen académico, si se pierden 19 días de clase como sucedió este año.
Pero creo que el aspecto más preocupante de la nueva reglamentación pasa por otro de sus fundamentos, el que insiste en la ratificación acrítica de un conjunto de creencias que se ha mostrado inefectivo para mejorar la calidad educativa y sumar chicos al sistema: la inclusión a toda costa.
Por el camino contrario, con el discurso de la excelencia académica, Chile, por ejemplo, aumentó la cantidad de jóvenes de 20 años de bajos recursos con título secundario en 23,7 puntos porcentuales de 2000 a 2010; hoy, el 72% de los veinteañeros pobres tiene título. Mientras, en la Argentina, por la vía de la falacia de la inclusión, el porcentaje de chicos pobres con título secundario a 2010 era del 48%, apenas 13 puntos porcentuales más que en 2000. Quizás llegó la hora de recuperar políticas que les hablen a los chicos y los padres de "excelencia", "calidad" y "exigencia"..

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