A CHARLA / CARLOS WENICKE -DOCENTE Y PSICOTERAPEUTA DE NIÑOS, ADULTOS Y FAMILIAS
Paulina Rotman. Foto: Federico Levato |
-¿Existe un modelo de buena conducta? -La conducta es lo que uno observa de toda actividad del ser humano o de determinadogrupo de personas. Es un recorte de lo que está haciendo, lo que uno le mira al otro, según su propia escala de valores, intereses, según su concepción del mundo. Entonces yo veo un niño inquieto y puedo decir que es un chico sanísimo y feliz. Pero para otro puede tener un déficit de atención y hay que medicarlo, si tiene otra concepción del mundo. Cuando uno habla de problema de conducta, lo que está diciendo es que hay una conducta que no es la que yo espero. Pero puede pasar que a otro grupo de gente esa conducta es la que espera y aplaude. Esos líos se arman en la convivencia entre niños, pero también entre adultos. Y por eso nos venimos peleando los seres humanos desde el comienzo de la historia. -Pero la mala conducta, no es algo nuevo en educación. -Es algo normal. En realidad lo que es normal es que tengamos conflicto de motivaciones,conflicto de intereses, conflicto de expectativas. Sin esos conflictos la vida sería muy aburrida. El asunto es ver cómo lo arreglamos y cómo ceden las partes, como en un matrimonio. Yo tengo grandes expectativas, mi esposa tiene grandes expectativas, pero conseguimos mantenernos juntos porque cada uno abdica un pedacito. Si yo malentiendo la libertad como que es la libertad total y hago todo lo que yo quiero, me va a ir mal en la vida. Lo mismo pasa en la escuela. Los niños traen a clase todo aquello que se vive en la cultura, lo que se vive adentro de la familia, lo que se vive en la calle, lo que se ve en la tele y en Internet que son los nuevos agentes educativos de estas últimas generaciones, a partir que ambos papás salen a trabajar. Desgraciadamente el "tío'' televisor y la "tía'' Internet que viven en casa, están omnipresentes y están todo el tiempo encendidos, mostrando en las propagandas, los noticieros e inclusive los dibujitos, muchas miserias. Atrae más la atención una cachetada, una pelea de la farándula o una cuchillada que una caricia. Y entonces no es ilógico que estemos viviendo en una sociedad difícil en cuánto a la convivencia. Tenemos que cambiar muchas cosas y para eso hay que trabajar mucho. -¿Cómo participan los papás en esta negociación en pos de una buena conducta? -Deberían conocer más acerca de por qué sus hijos se conducen cómo se conducen, por ejemplo relacionarlo con el entorno del que vienen, tener en cuenta qué bajada de línea hacemos los adultos para el futuro, deberían conocer que relación hay entre la conducta final y el pensamiento que le da base, por ejemplo si yo tengo la intención de pegar un cachetazo, primero se configuró dentro de mi la idea de cachetazo, a lo mejor, un segundo antes, a lo mejor un año antes lo vengo masticando, pero siempre hubo un pensamiento previo. Y debajo de ese pensamiento hay emociones, está mi historia personal y mis tradiciones. Si yo en estos momentos estoy tranquilo y satisfecho, no le voy a morder el brazo a nadie. Mi conducta será la adecuada. Pero si yo vengo de un momento de bronca, por ejemplo, hubo un griterío en mi casa, mis padres se pelearon entre sí y llego con esa carga a la escuela ni bien mi compañero de banco me toque la regla o la goma, le pego una piña motivado por bolsón que traigo de sentimiento bronca y termino siendo víctima de mi problema de conducta, -Habla de los adultos en potencial: dice deberían. ¿Que está pasando los adultos no sabemos que hay que hacer? -Yo creo que no venimos bien educados porque fuimos educados por intereses muy poderosos a nivel mundial, intereses políticos y económicos que nos mantienen en la ignorancia que somos seres globales, es decir que yo soy simultáneamente un ser biológico, emocional, un ser pensante y todo eso al mismo tiempo sin que pueda definir bien una sola cosa. Fuimos educados en una escuela de puro pensamiento, para la que es muy importante que yo sepa determinadas fechas y nombres generales de la historia pero no parece muy importante que yo sepa que hacer con mi tristeza o con mi alegría, que también es un tema de escuela. -¿Por qué a la escuela no le interesa el aspecto emocional, entonces? -Porque la escuela es un representante de la sociedad, es "el'' representante de la sociedad y si bien hay un gran arraigo en la población por ir a la escuela y por darle valor a la palabra del maestro, eso ha cambiado en el imaginario popular también por intereses políticos y económicos que han degradado la escuela y el docente. Ambos deben recuperar su jerarquía perdida. Para eso, el primer paso que tienen que dar los docentes es gremial. Eso no tiene nada que ver con la pedagogía, tiene que ver con la gente que organiza las escuelas, con los ministerios de Educación, con el sistema político, que tiene que definir adónde queremos ir, adónde queremos llegar, qué queremos que sea este país. El segundo paso es la formación docente. En la Argentina, el docente como cualquier otro profesional, pero el educador fundamentalmente debe tener una formación de mucha calidad, ya que lo que está haciendo es formar a sujetos en su pleno desarrollo, formar sus emociones, sus pensamientos, sus conductas, su cuerpo biológico. Por lo tanto tiene que ser universitario. Y poder diferenciar el conocimiento pedagógico del conocimiento educativo y del conocimiento didáctico. Esa es una materia pendiente en nuestro país, lamentablemente, ya que otros países han avanzado en este sentido y tienen mejores resultados que nosotros. -¿Qué otras falencias tiene nuestro sistema educativo? -Muchas, muchísimas. Uno podría reducir la escuela al rendimiento académico pero entonces habría que decirle informadero y no escuela. En realidad una escuela es un lugar donde el niño viene a disfrutar y a enriquecerse con estímulos para el desarrollo, entre ellos, estímulos cognitivos, estímulos de contenido, entre otros. Yo pido disculpas porque soy muy crítico y no creo que la escuela satisfaga las necesidades de los argentinos. Veo que hay mucho para reformar en la escuela argentina que está perdiendo el norte y esto no es por casualidad y sin querer. Hay intereses que empujan a la escuela hacia este precipicio. La escuela en estos momentos es el refugio que tenemos las familias para llevar a nuestros hijos y eso hay que subrayarlo con verde porque es un muy buen dato. Pero lamentablemente otra vez, se utiliza esa potencia y se la transforma en una guardería, el lugar donde el chico pasa horas, muchas veces se simula que se le dan clases y contenidos. Hay una jauja, hay un simple estar adentro de las paredes para no estar en la calle. Cuando la función de la escuela no es albergar sino fomentar. Hoy la escuela se ha transformado en el logro de un discurso: ese que dice que ahora tenemos mas niños escolarizados. Entonces todavía no hemos dicho nada más que hay más niños que visitan un edificio. Entonces habría que preguntarse ¿y ahora que hacemos? La escuela se ha olvidado del conocimiento mutuo de las emociones entre todos los protagonistas, hay desapego emocional y eso no puede ocurrir en este ámbito porque trata de cuestiones humanas. -¿Y cómo hace la escuela para generar apego emocional? -Un pedagogo debe aprender a generar y conocer las emociones del otro. Es complicado pero tendría que ser una materia básica de esa universidad pedagógica que yo propongo. Porque muchas veces pasa que un chico pasa más horas interesantes en la escuela que en su casa, ya que la casa se transforma en un dormidero, donde va a cenar, dormir y encontrarse con dos señores que uno ve poco y que están siempre apurados. Entonces la vida en serio empieza a tener lugar adentro de la escuela, que es donde una seño se preocupa si tengo fiebre. Para mí, la escuela tiene que reconvertirse, convocando a los papás como coeducadores y donde la maestra se debe asumir como una persona cercana al niño. Yo insisto en un desarrollo mío que se llama "pedagogía contextual\'\' y que significa teorizar la pedagogìa de acuerdo con el contexto en el cuál uno vive y en donde se toman en cuenta las realidades actuales tanto del docente, del alumno, del padre, como del grupo, para generar una educación acorde, que tenga que ver con la situación real actual en la que no es lo mismo una escuela de San Juan que otra del suburbano de la provincia de Buenos Aires. Están hechas por personas diferentes y en otros contextos. Si eso pasa, se sale de una pedagogía netamente cognitivista y se mete en cuestiones morales, artísticas, ecológicas, apunta desde ya a los desarrollos emocionales y espirituales. Es comprometerse con su contexto. En este tipo de pedagogía se acabó con la escuela del niño y ahora es la escuela de la familia. Ceo que la escuela está llamada en el futuro a ser esa concentración adonde todos, niños, padres y docentes, nos reunimos alrededor del fueguito trival del principio de la historia. -¿Así mejoraría la conducta? -Sí, porque una de las cosas que cualquier maestra jardinera sabe es que cuando dos mamás charlan en la vereda de la escuela y se hacen amigas y se juntan a tomar mate y se invitan a los cumpleaños, esos dos nenes van a ser amigos porque dependen mucho de las relaciones sociales que hagan sus padres. Qué mejor cosa que esas dos mamás se puedan hacer amigas entre sí pero también amigas de la maestra. ¿No sería una ganancia absoluta? ¿Qué mal podría haber? Se puede y se debe ser amigo de la maestra como padres, por qué no. ¿A qué le tenemos miedo? Acaso los maestros, ¿no son padres ellos mismos? Me parece que seria muy bueno tener una escuela de constantes puertas abiertas, con emociones y sentimientos mutuos. Siempre que uno esté cerca de la emoción va a estar en el buen camino, ese donde está el fueguito, el que da sentido a una escuela que pueda reemocionarse o reencantarse. Porque si nos llevamos bien en la familia o entre los compañeros del grado no solo podemos hablar sinceramente de lo que nos pasa, sino que también las probabilidades de que haya inconducta o bullying son infinitamente menores: ¿a quién le voy a pegar si son mis amigos? Y si esto sucediera todavía podemos salir abrazados a preguntarle a ese victimario por qué lo hizo. |
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