martes, 30 de julio de 2013

Buscando un lugar en el mundo


El anhelo de mejores oportunidades y condiciones de vida encabeza la lista de motivos por los cuales se migra. Sin embargo, los flujos principales se dan dentro de los mismos países y, en segundo lugar, hacia los desarrollados.


Los movimientos migratorios son un fenómeno multidimensional cuyo análisis admite diferentes perspectivas. Si bien han estado presentes en todas las épocas, en la actual parece haber cobrado una visibilidad mayor a raíz del volumen de los flujos como de la ampliación de redes migratorias, la incorporación de nuevos países emisores y receptores, así como a la diversificación de los tipos y formas de migrar.
Esperanza e incertidumbre es el único denominador común que caracteriza los desplazamientos territoriales de mil millones de personas en todo el mundo, en su mayoría en busca de mejores oportunidades.
No existe un perfil típico del migrante global. Desde refugiados políticos a estudiantes y académicos, desde trabajadores de la construcción a programadores de computadoras, la diversidad de perfiles de las personas en tránsito es inagotable, tanto dentro de sus propios países como hacia el extranjero. El único rasgo en común parece ser la expectativa de una vida mejor.
El informe de Naciones Unidas sobre Desarrollo Humano confirma que, en la mayoría de los casos, las expectativas de quienes se ponen en movimiento no se ven defraudadas. Pero también contradice ciertas percepciones del sentido común, como la que cree que la mayor parte de las migraciones se producen desde el Sur menos desarrollado hacia los países del Norte. Por el contrario, la mayor parte de las migraciones en el mundo ocurren dentro de las fronteras del propio país. Aproximadamente 740 millones de personas son migrantes internos. Mientras que, de aquellos que cruzan las fronteras, sólo un tercio lo hace desde un país en vías de desarrollo a uno desarrollado –se calcula que son menos de 70 millones–. En efecto, la mayoría de los 200 millones de migrantes internacionales en todo el mundo lo hace desde un país en vías de desarrollo a otro de la misma condición, o entre países desarrollados. No obstante, tres cuartos de los migrantes se mueven hacia países con mayor nivel de desarrollo.
Entre los grupos más vulnerables, el informe de Naciones Unidas menciona a los refugiados políticos –14 millones de personas, un 7% del total– y a las mujeres víctimas de tráfico. En los últimos años, ha empezado a surgir, también, una nueva figura: la del refugiado climático, y que corresponde a aquellas personas imposibilitadas de seguir viviendo en sus lugares de origen como consecuencia de catástrofes naturales.
Sin embargo, la mayoría de las personas se mueven por su propia voluntad hacia países donde puedan encontrar mejores condiciones de vida. De hecho, el estudio de Naciones Unidas confirma que los más pobres logran mejorar sus ingresos y su nivel educativo como consecuencia del traslado. No obstante, quienes viven en países más pobres son los que menos se movilizan: en este informe que registra los desplazamientos migratorios en torno al año 2000, apenas un 1% de los africanos había migrado hacia Europa. Las barreras en los países de destino y la falta de recursos para emprender el viaje son los obstáculos principales. Esas barreras también son responsables de la situación irregular de muchos migrantes, los “sin papeles”, estimados en 50 millones de personas.
Por lo demás, las oportunidades de empleo sumadas a las posibilidades de transporte cada vez más accesibles, han generado una mayor “demanda” de migración. Sin embargo, en los últimos 50 años, los flujos migratorios se mantienen constantes, en un 3 por ciento, debido a los obstáculos mencionados.
En relación con la cuestión de género, se evalúa que aproximadamente la mitad de los migrantes son mujeres (48%), un dato que se mantiene constante en los últimos 50 años. Esto contrasta con el esquema típico del siglo XIX, en el cual la mayoría de los migrantes eran varones. La situación puede cambiar según las regiones consideradas, por ejemplo, las mujeres que se trasladan hacia la Unión Europea han aumentado de 48% a 52%, mientras que en Asia esa proporción bajó de 47% a 48%. Es de señalar la relevancia que las mujeres tienen en la decisión de emigrar y que desafía las creencias convencionales que atribuyen la iniciativa al hombre: es el caso de las peruanas que se trasladan a nuestro país, primero llegan ellas solas en busca de trabajo seguro, luego traen a sus hijos.
Por otra parte, a diferencia de períodos anteriores, los desplazamientos contemporáneos parecen tener un carácter menos definitivo: grandes sectores de migrantes conservan relaciones estrechas con sus familiares, a quienes envían remesas de dinero y con quienes mantienen una comunicación fluida, impensable en otros momentos. También regresan con cierta frecuencia a sus lugares de origen, una posibilidad provista por el mayor acceso a los medios de transporte.
El estatus de los migrantes en los países receptores sigue siendo un tema ríspido que debería modificarse si se contempla la perspectiva de los derechos humanos.
Las fuertes restricciones que los países ricos imponen a los desplazamientos de la población y que se traducen en complicadas legislaciones de difícil comprensión para quienes son sus principales destinatarios contrastan con la amplia libertad de movimientos otorgada a las mercancías, los capitales financieros, los servicios, la información o las tecnologías. Dejar fuera de los procesos de desarrollo a millones de personas que, no obstante, son sus impulsores en términos de mano de obra constituye una contradicción difícil de resolver.
Por el momento, las políticas migratorias que se están aplicando no parecen tener la voluntad de resolverla en el corto plazo. Aun cuando los tiempos y las necesidades de esa franja de la población apremian y el tema se impone por su peso propio en la agenda política y social de los estados.

http://www.revistaenie.clarin.com/ideas/politica-economia/Buscando-lugar-mundo_0_963503657.html

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