Ideas de marketing para casas editoriales
Los talleres literarios y el sistema de premios literarios generan frustración e impotencia para la mayoría de los escritores que participan de ellos. En esta columna de opinión se propone un modelo para generar nuevas novelas más ligados a los sistemas complejos que hacen funcionar el mundo real.
Por Andrés Hax
Tengo una idea que creo que es muy buena, pero no sé qué hacer
con ella, entonces la voy a regalar. Es así. Las casas editoriales,
grandes y chicas, tendrían que tener un sistema de becas para
escritores. Funcionaría de la siguiente manera. Convocarían a escritores
que están en diferentes etapas de sus carreras (un principiante raso;
un escritor con unos cuentos sueltos publicados; una novelista de un
gran libro, pero que está trabada; un guionista de televisión que quiere
escribir ficción ...). Lo que se armaría es una especie de taller
literario pero con un fin pragmático: publicar excelentes novelas de
tópicos urgentes y realmente interesantes (esto es subjetivo, ya sé,
pero aguántenme unas líneas más). De los becarios, al fin de un año
–ponéle– cuatro serán seleccionados para quedarse en la editorial y
escribir una novela. Pero acá viene el truco. Un editor les va a poner
el tema. Si yo fuera editor les haría escribir sobre un mundo que está
totalmente fuera de los tópicos del ghetto literario actual. Nada de
introspección palermitana; nada de autobiografías ficcionalizadas
proustianas. Por ejemplo, me gustaría leer una novela sobre el mundo de
un avión comercial (saber cómo es volar un avión, cómo es la vida de uno
de esos tipos que lo estaciona, qué piensan las azafatas de sus
clientes). Me gustaría leer una novela sobre las cárceles y toda su
complejidad social, política y económica. Me gustaría leer más novelas
sobre la política. Hay por lo menos 20 novelas que se podrían escribir
sobre el mundo del fútbol. Me gustaría leer una novela sobre la
construcción de un edificio en Puerto Madero (desde lo financiero,
pasando por la vida de los obreros y los eventuales dueños). En este
sistema, el editor de los novelistas funcionaría como un buen editor
periodístico. Apoyaría a su escritor en todos los aspectos de su labor:
haciéndole contactos relevantes, poniéndole plazos, dándole
bibliografía, alentándolo. Y asegurándole que lo que escribe será
publicado. En los últimos años, la crónica le ha ganado la partida a la
ficción, tanto en los Estados Unidos como en Latinoamérica. Una de las
explicaciones de esto es que la crónica responde a una necesidad
editorial clara: el tema tiene que ser novedoso y relevante; tiene que
meter al lector en la experiencia de una vida ajena, de manera urgente.
Tiene que ser claro, desde el título, por qué el libro es interesante y
necesario. A mí me gustaría leer una buena novela sobre un geriátrico o
un jardín de infantes. Hacen falta excelentes novelas sobre científicos.
¿Cómo es la vida hoy de un cura que cree que Cristo realmente es el
hijo de Dios? ¿O de uno que no? Quiero leer esa novela. En este sistema,
los becarios, en su año de cursada, también serían instruidos en el
arte de la edición. Así podrán formar sus propios sellos, o trabajar
como agentes, buscando nuevos autores. Aquí el lector de esta nota podrá
protestar que todo esto es muy comercial y elitista. Pero la novela
siempre fue un objeto inmerso dentro del comercio. Dickens, Dostoievski,
Tolstoi, Joyce, Hemingway, todos estaban tan pendientes de temas de
publicación, distribución y ventas como de su arte. Por otro lado, el
arte más comercial que existe, la televisión, ha respondido a los
desafíos que planteo en esta nota. En otros tiempos The Sopranos , Six Feet Under, Lost y The Wire
hubieran sido maravillosas novelas. En cuanto al elitismo, el sistema
de premios es la definición más pura del elitismo. Genera mucha soledad,
tristeza y desaliento. Ya que estoy dándole ideas a los de marketing de
las editoriales, tengo otro plan para llegar al mismo fin: alentar la
producción de una nueva ficción más ligada a los sistemas que hacen
funcionar el mundo real. Podrían existir una serie de premios menores
para novelas que tratan una temática en particular. Para la mejor novela
sobre cirujanos; sobre alpinistas; sobre contadores; sobre ingenieros
de puentes... El trabajo del novelista es muy solitario y sus frutos son
magros. Hay que encontrar una forma, desde el lado comercial, de
alentar a los grandes escritores anónimos que tenemos, y sacarlos a la
luz. De ayudarlos a contar cuentos que nos ayuden a comprender este
mundo tan complejo, cruel y maravilloso en el cual vivimos todos, por
este brevísimo instante
.http://www.revistaenie.clarin.com/literatura/ficcion/Flora-y-fauna-talleres-literarios_0_963503650.html
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