sábado, 26 de julio de 2014

Proyecto Ara, un futuro posible para las PC

La compu

Proyecto Ara, un futuro posible para las PC

En  estos días, Google empezó a aceptar pedidos de los desarrolladores interesados en participar en su proyecto de teléfonos inteligentes modulares, mejor conocido como Ara (www.projectara.com), una de las divisiones que el gigante de las búsquedas conservará cuando le venda Motorola Mobility a Lenovo. Los candidatos elegidos por la compañía de Mountain View recibirán un kit de desarrollo.
Es decir que para que el Proyecto Ara sea una realidad falta todavía mucho, y mucho, en este rubro, es siempre demasiado. Pero, un momento, no digo que Ara esté condenado al fracaso. Digo que podría convertirse en algo que sus mentores no esperan: el heredero de la PC.

¿DIJO PC?

Ara me fascinó desde el principio. ¿Un teléfono inteligente modular? ¡Sí, señor! Un esqueleto base -que ya tiene un nombre en jerga, para variar: endo- al que se podrán enchufar módulos de todo lo que uno pueda imaginar. Desde los básicos -cerebro electrónico, batería, memoria, cámara- hasta componentes muy específicos, como sensores para uso médico o altavoces de buena calidad.
Google sólo fabricará los endos. Los módulos -se espera- surgirán de un ecosistema de empresas e incluso de los propios usuarios.
Suena buenísimo, ¿pero dónde habíamos visto esto antes? Oh, claro, en la hoy relegada y pasada de moda computadora personal de escritorio.
Si un núcleo duro de fans todavía preferimos el pesado y a todas luces anacrónico gabinete de 10 kilos no es por nostalgia, sino por un conjunto de razones bien concretas. Muchas se emparentan con el Proyecto Ara.
Comparadas con las notebooks y, sobre todo, con smartphones y tablets, las computadoras de escritorio son más longevas y más fáciles de expandir y potenciar. No hay que hacerles root ni jailbreaking para instalar lo que se nos ocurra. La relación costo beneficio es claramente superior y, por si esto no fuera bastante, se las puede dejar encendidas los 365 días del año sin problemas. Son las preferidas, también, por las compañías para sus estaciones de trabajo.
Por supuesto, a cambio de estas ventajas sacrificamos movilidad, tamaño y peso. Favor de no imaginar que miro Netflix en la cama con el gabinete en torre al lado, un monitor de 24 pulgadas sobre las piernas y el cable de red recorriendo toda la casa hasta el router.
Hablando en serio, y por mí pueden darla por fenecida hasta mañana, la computadora de escritorio tiene ventajas insuperables. Le falta movilidad, nada más. Entra en escena el Proyecto Ara.
Para Google, Ara es el futuro del smartphone, o uno de sus futuros posibles. Podrías configurar el hardware de tu teléfono como más te guste, y hasta prepararlo de maneras diferentes cada día. Si vas a tener una larga jornada laboral, le colocás un módulo de batería adicional, a expensas, por ejemplo, de la cámara y los altavoces, que posiblemente ese día no necesites. Una linda idea.
Una idea, además, ecológica, porque, como acertadamente observan sus mentores, si se rompe una tontería en el smartphone terminás decidiendo comprarte uno nuevo -por el alto costo de la reparación- y tu viejo equipo pasa a convertirse en más basura electrónica. Y ya tenemos demasiada.

ESTILOS DIFERENTES

Creo, sin embargo, que el modelo de negocios del smartphone exige que cambiemos el equipo con mucha más frecuencia que el de la PC. De hecho, una de las razones por las que la computadora personal está tan golpeada es que se redujo en exceso la tasa de renovación de equipos, en gran medida porque esa industria siempre ofreció mucho más de lo que la mayoría de los usuarios necesitaba y sus equipos resultaron demasiado longevos. En el caso de los teléfonos inteligentes, que aprendieron aquella lección, las nuevas funciones se sueltan con cuentagotas (algo que, como se verá al final, podría estar empezando a jugarles en contra).
Pero hay algo más determinante: nuestra relación con el smartphone es casi opuesta a la que establecemos con la PC. El teléfono inteligente es un dispositivo para consumir contenidos (música, videos, libros, la Web), un instrumento social (Facebook, Twitter, Instagram) y, desde luego, una herramienta de telecomunicaciones (correo, SMS, telefonía, WhatsApp). Compite con la tablet, el reproductor de MP3 y la cámara de fotos. No asombra que los últimos resultados deApple muestren que el iPhone y las Mac empiezan a fagocitarse el negocio de la iPad y el iPod.
En otras palabras, la mayoría de los smartphones decentes ya tienen todo lo que necesitamos, y un terreno de esa clase no es fértil para la modularidad. Por ahí, los más geek jugaríamos un poco con algunos módulos, pero ni siquiera nuestro chispeante entusiasmo alcanzaría para proporcionarle al Proyecto Ara la masa crítica que necesita.
La computadora de escritorio es más parecida a un banco de trabajo. Lo conservamos durante más tiempo y necesitamos tener la posibilidad de expandirlo, potenciarlo y agregarle cosas.

UNA PC EN EL TOMACORRIENTE

Por eso creo que el proyecto Ara podría ser el futuro de la PC. No de los smartphones, sino de la PC.
Ya saben que no creo ni por un minuto que todo se arregle con tablets. Somos legión los que necesitamos, para hacer nuestro trabajo, un buen teclado, un mouse preciso y una pantalla así de grande. Pero eso no significa que también el gabinete tenga que ser gigante.
Como los componentes siguen reduciéndose, la mayor parte del gabinete de una desktop es, hoy, aire. Eso no está mal, porque contribuye a la solución térmica y, trabajando a menor temperatura, la vida útil de los circuitos se extiende.
Pero hay otra carrera, paralela y a la vez relacionada con la miniaturización: la reducción del consumo eléctrico. Si se reduce el consumo, la disipación de calor también disminuye. Poco a poco, la PC de escritorio se ha ido achicando, como lo demuestran, por ejemplo, las all-in-one y la Mac mini. Incluso los smartphones y las tablets, para el caso. ¿Pero como hacemos para no perder la modularidad de nuestro banco de trabajo?
La PC del futuro podría estar constituida, como los smartphones del Proyecto Ara, por un esqueleto base en la que se enchufarían los módulos del cerebro electrónico, memoria, almacenamiento, procesador gráfico, sonido de alta fidelidad, puertos, red, etcétera. Al revés de lo que ocurre hoy con placas de expansión y discos internos, esos módulos no dejarían expuesta su electrónica. Serían estancos y, por lo tanto, resultaría más sencillo y seguro para casi cualquier persona armar o reconfigurar su sistema, y hasta repararlo. Funcionaría como un Lego digital.
La pantalla, el teclado y el mouse se conectarían de forma inalámbrica. El gabinete podría reducirse a una pequeña caja que iría enchufada directamente a un tomacorriente, accesible a cualquier teclado y display autorizados, y a varios a la vez.
Uno de esos módulos, se me ocurre ahora, podría ser una pantalla táctil de altísima resolución. Una pantalla boba, liviana, más delgada que las tablets actuales, pero que tendría a su disposición todo el poder de cómputo, la RAM y el almacenamiento de una computadora de escritorio. Que ya no estaría sobre un escritorio, pero, sinceramente, a quién le importa eso.
***
Una nota al pie, para que no me tilden de ingenuo. Soy muy consciente de que los fabricantes de dispositivos prefieren hoy los equipos sellados que el cliente no puede modificar. Así que los equipos modulares (smartphones o PC, es lo mismo) podrían no tener ninguna chance de prosperar.
Dos observaciones, no obstante. Primero, una alta tasa de recambio no puede sostenerse eternamente. El usuario no va a seguir gastando a ciegas por siempre. Luego del frenesí de los equipos sellados, la modularidad podría traer un poco de alivio a los consumidores y hasta darles a los grandes fabricantes un nuevo impulso. Porque si se basa un negocio en el recambio constante y de pronto los clientes empiezan a saltearse versiones, dado que entre cada una las diferencias son ínfimas, el negocio empieza a hacer agua.
Segundo, la industria para crear esos módulos ya existe. Son los Nvidia, Creative Labs, Logitech, Genius, Asus, MSI, Kingston y otros, que encontrarían en el estilo Ara una nueva oportunidad de negocios. Una que cada día se les hace más urgente..

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