martes, 25 de marzo de 2014

Alegría, ventas y críticas en el final del año de la literatura argentina en París

Alegría, ventas y críticas en el final del año de la literatura argentina en París

El país fue invitado de honor en esta edición del Salón del Libro. Hubo mucha gente en los actos y ventas por 100.000 euros. También, problemas de organización y ausencias.

POR SUSANA REINOSO

Paris. Especial
Dejó de llover, reapareció el sol, continúa el frío intenso, pero la temperatura en el stand argentino del Salón del Libro de París subió. La alegría no es sólo brasileña, a saber por la batucada que atravesó el predio de la Puerta de Versalles, anticipando que el vecino carioca será invitado de honor en 2015. Hay caras satisfechas: los organizadores hablan de un promedio de 6500 personas que circularon por las charlas y encuentros que tuvieron a los escritores y a la literatura argentina como protagonistas.
“Hay mucha gente y se venden tanto libros en español como en francés”, dice Mariano Ramos, jefe de proyecto de la FNAC en el Salón y responsable del local en el stand argentino. El vendedor sitúa en 100 mil euros las ventas, sólo en el espacio argentino. “Casi tanto como vendió el año pasado Barcelona, que tiene autores muy populares en Francia”.
De todos modos no ahorra críticas: “Esperábamos más colaboración de los organizadores argentinos”. ¿En qué aspecto? “En las firmas de los autores; varios de ellos iban a sus actividades, pero nadie los coordinó luego para las firmas, que son importantes. A los escritores menos conocidos los franceses los están descubriendo. Hacen falta más encuentros de esos autores con lectores”, señaló Ramos. Y puso de relieve las dificultades para importar los 600 títulos en español que venían de la Argentina (la otra mitad se exhibía y se vendía en francés), que llegaron a último momento.
Sin perjuicio de los desajustes, la cinta de Moebius que era el stand fue elogiada por su diseño acogedor y siempre estuvo colmada de un público que agotó la compra de los libros de Cortázar en español y en francés. También los de Quino y su rebelde Mafalda y los de Laura Alcoba. El público también eligió a Piglia y a Elsa Osorio.
El director nacional de Industrias Culturales, Rodolfo Hamawi, dijo que “las 58 charlas y conferencias realizadas entre el stand, el Centro Nacional del Libro, el Instituto Francés y el Gran Escenario, donde se presentó Quino, se llenaron. El público francés vino a enterarse de qué escriben nuestros autores”.
Hay narradores que se van con una sonrisa, ya sea porque algún editor se interesó en publicarlos en francés o porque recibieron invitaciones para dar charlas en universidades, una puerta muy valorada en Europa. La editora Anne Marie Métailié dijo a Clarín: “Se vendieron muy bien los libros de Elsa Osorio y la revelación para nosotros fue Selva Almada”. En Seuil –donde publican Martín Kohan, Samanta Schweblin, Rodrigo Fresán y Leopoldo Brizuela– estaban con la cara un poco más larga, porque la presencia argentina no incrementó las ventas de nuestros autores en su catálogo.
Gustavo Guerrero, editor de Gallimard, barco estandarte de la literatura francesa y puerto de arribo de muchos narradores argentinos, dijo ante una consulta de Clarín: “Hemos vivido esta edición con tristeza por la ausencia de Ricardo Piglia, nos sentimos un poco defraudados. También es una pena que no hayan venido otros autores como César Aira o Edgardo Cozarinsky. Pero tengo la impresión de que la prensa se ha hecho mucho eco de los autores, de los libros argentinos. La crítica a Piglia ha sido muy buena. A nivel de visibilidad ha sido muy positivo”. Guerrero rescató que la figura y la obra de Cortázar se están reactualizando y eso es muy valioso para la literatura argentina en Francia.
Liliana Bodoc, Miguel Vitagliano, Jorge Consiglio y Tristán Bauer, titular de la TV pública en la Argentina, compartieron impresiones. “Como lector, esta feria me instaló en lo que era la de Buenos Aires hace 20 años, antes de ser esta megaexposición de libros que es ahora”, dijo Vitagliano . Y Consiglio lo vivió con asombro y expectativa, pues un traductor presentará su último libro a un editor francés. Bodoc sintetizó: “Hay un saldo positivo a favor de la literatura, primero, y a favor del país, después”. Bauer se irá con una novedad: la compra de una serie sobre la Gran Guerra a la TV pública francesa.
De las postales hay una curiosa, por lo menos para los argentinos: el asedio respetuoso y hasta cálido que medios y público le dedicaron a dos políticos: Dominique de Villepin y Ségolène Royal. Firmaron ejemplares, se sacaron fotos con lectores y fueron tratados como estrellas de cine. Y entre los escritores galos, Amelie Nothomb, que presentó La nostalgia de la felicidad, y Pierre Lemaitre, último Premio Goncourt con su novela Au revoir là-haut, se abrazaron con legiones de fans.
Rayuela volvió a marcar tendencia. Y hubo escritores, como Ivonne Bordelois, que no estando invitada, se pagó su pasaje de puro guapa y se vino a París.
Toda la prensa francesa, la radio y la TV se hicieron eco de “les lettres argentines à l’honneur” , el lugar del país como invitado de honor.
Merci beaucoup (gracias), París.
http://www.revistaenie.clarin.com/literatura/Alegria-criticas-literatura-argentina-Paris_0_1108089387.html

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