http://blogs.iadb.org/abierto-al-publico/2014/03/04/america-latina-en-la-vanguardia-del-acceso-abierto/
Agosto de 1999. Con mis colegas latinoamericanas subimos las escaleras de uno de los majestuosos edificios de la universidad de Stanford. Veníamos a vivir de cerca cómo se diseminan los productos científicos en el mundo desarrollado, en donde había dinero para la ciencia y toda su relacionada magnificencia. La ansiedad escalaba con cada paso de subida de aquellas impecables escaleras de mármol.
Nuestro asombro se interrumpió de repente cuando hablando con colegas bibliotecarios y especialistas de casas editoras como HighWire, nos dimos cuenta de que el sistema de producción científica norteamericano estaba en crisis y que la solución parecía ser el acceso abierto, o sea, difundir libros, artículos de revistas, y otros productos de conocimiento de modo irrestricto y gratuito a través de Internet. ¡Qué curioso! El mundo desarrollado empezaba a hablar de acceso abierto cuando América Latina ya lo hacía efectivo desde hacía un tiempo.
Nos pareció irónico que Norteamérica abriera el acceso al conocimiento como solución a un problema económico, mientras que en América Latina la motivación principal era democratizar el conocimiento como sano efecto de nuestras nacientes democracias. Uno de los pioneros del acceso abierto, Pablo Gentili (CLACSO) decía muy acertadamente:
“Todos… deben tener derecho a acceder gratuita y libremente a las producciones que las universidades y los centros de investigación realizan. No se trata de generosidad. Se trata de una obligación…porque el conocimiento, en una sociedad democrática, debe ser un bien común”
Mensajes así se repetían en las aulas y pancartas de los estudiantes universitarios. Y ahora resultaba que Norteamérica también hablaba de acceso abierto. “Tantas vueltas para volver a casa”, pensamos.
Para solucionar la crisis económica del modelo de suscripciones, los países occidentales crearon instituciones colegiadas como el Scholarly Publishing and Academic Resources Coalition (SPARC) en 1997, que vieron en el acceso abierto una oportunidad. De forma paralela, en América Latina y el Caribe se firmó en 1998, la Declaración de San Jose por la cual 31 países se comprometieron a construir una Biblioteca Virtual en Ciencias de la Saludde modo cooperativo para facilitar “más amplio acceso a la información para el mejoramiento permanente de la salud de nuestros pueblos”. Dicha plataforma se mantiene en funcionamiento hasta el día de hoy.
La declaración se basa en una tradición de bibliotecas digitales abiertas en la región. El repositorio digital de literatura en ciencias de la salud Brasilero “SciELO” funcionaba a pleno desde el año 1998. También el mismo año, CLACSO crea su Red de Bibliotecas Virtuales, que ofrece acceso a la producción científica de 324 centros miembros en 25 países de América Latina y el Caribe. En el año 2002 se crea Redalyc, la Red de Revistas Científicas de América Latina y El Caribe, España y Portugal, otro emprendimiento cooperativo transnacional que además ofrece un sistema bibliométrico para evaluar el impacto de la producción científica. En el mismo año, el resto del mundo proclama la “Budapest Open Access Initiative”. Pero nosotros ya habíamos pasado del pensamiento a la acción antes.
Afortunadamente el apoyo al acceso abierto en América Latina y el Caribe sigue intacto. Prueba de ello la recientemente lanzada red “LAReferencia” que, con el apoyo BID, pretende visualizar la producción científica latinoamericana a través de una red de repositorios abiertos.
Resulta muy gratificante comprobar que América Latina ha estado a la vanguardia de un tema que hoy es universal como el del acceso abierto.
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