sábado, 21 de junio de 2014

La pasión de Alfonsina

Final abierto

La pasión de Alfonsina

Por   | LA NACION
 Articulo publicado en http://www.lanacion.com.ar/1702759-la-pasion-de-alfonsina
Amelia Bence atesoraba una anécdota con Alfonsina Storni, a quien había conocido mucho antes de encarnar a la escritora en el film de Kurt Land. A los cinco años, cuando estudiaba en el Instituto de Teatro Infantil Labardén, la pequeña Amelia actuó en una obra de Alfonsina, Juanita: interpretaba al hijo menor de una familia acomodada en cuya casa trabajaba como mucama una chica de doce años. "En una escena tenía que mojar una estampilla con la lengua y pegarla en un sobre -recordaba Bence, años después-, pero se suponía que me la tragaba y empezaba a llorar. Por alguna razón me asusté ante la posibilidad de tragarme realmente la estampilla. Me dio miedo y empecé a llorar de verdad. Entonces Alfonsina me llamó entre bambalinas y me dijo: ?No seas tonta, no te vas a enfermar ni te va a pasar nada. Seguí adelante que vas a ser actriz'." Amelia guardó esas palabras como un talismán y desde entonces se dedicó a admirar a Storni, tanto por su personalidad como por su poesía.
Esto lo cuenta Bence en un relato de su autoría publicado por primera vez en el libro Cuentos decine (Alfaguara, 1996), cuyos textos seleccionó y prologó Sergio Renán. Allí, la actriz condensa en pocas palabras la imagen romántica de Alfonsina que prevalecía en la época y que aún perdura: "Una mujer que vivía por y para el amor. Que vivía enamorada". Esa visión, alimentada por su obra poética, contribuyó a cristalizar la imagen pública de la escritora como rebelde heroína trágica. Pero la actual revalorización de Storni, reflejada en la producción de tapa del presente número deadncultura, tiene como centro su feminismo, expresado con eficacia en su prosa y en sus textos periodísticos. Esa Alfonsina impulsaba a las mujeres a construir una nueva imagen de sí mismas y a conquistar espacios en la vida social, sin ceder a la tentación de considerarse sólo víctimas, seres frágiles reñidos con la racionalidad. Sin odiar a los hombres, tampoco. La revalorización de la obra de Storni propone el desencantamiento de su mundo; la deconstrucción de la fémina vulnerable.
En su relato, Amelia Bence reconoce que fue un doble y no ella quien se internó en el mar para rodar la escena del suicidio. Era otoño, las piedras de la orilla le lastimaban los pies y la actriz le dijo al director que "ni loca" se metería hasta el cuello. Allí se lanzó, entonces, precursor de Norman Bates, un guardavidas con peluca blanca y vestido de mujer, tomado por la cámara de espaldas y de lejos. "Quedó estupendo", se congratula Amelia en su testimonio. Tal vez, si la muerte no hubiera estado tan cerca de su propia vida, si la enfermedad no la hubiera acorralado, Alfonsina se habría reído con ganas del modo irónico en que esa comicidad involuntaria en la que todos incurrimos desbarata la tragedia..

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