La heredera díscola de Henry James
Narrativa extranjera. En “Cuerpos extraños”, la escritora estadounidense Cynthia Ozick demuestra su capacidad para construir personajes complejos.
POR ANDRES HAX
Cuerpos extraños comienza con una carta que en una primera lectura parece insípida. Una tal Beatrice, escribiendo desde Londres en julio de 1952, le explica a un tal Marvin que no ha podido encontrar a un tal Julian en París: “Te devuelvo el cheque”, termina la misiva, “A juzgar por el lugar donde vivía, desde luego los quinientos dólares le habrían venido bien. Lamento no haber sido de mayor ayuda. Espero que tú, y en especial Margaret, estén bien.” Cynthia Ozick tiene 85 años y ha dedicado su vida entera a leer y escribir. Su producción, desde la novela a las formas más cortas de ficción y también su crítica literaria, demuestra una incesante búsqueda de la perfección, alguien rendido absolutamente delante del altar de la literatura. La carta de quince líneas que constituye el primer capítulo de la novela puede parecer un arranque neutro que no aporta a la trama de la novela, pero si confiamos en la autora, no podemos descartarla de ninguna manera.
Una cosa que pasa es que si volvemos a leer esta carta después de haber completado el libro caemos en la cuenta de la discreta maestría de Ozick. En esta carta tan cotidiana en contenido está la reseña de toda la novela, sus personajes principales (Beatrice, Marvin y Julian), sus temas centrales (la cultura europea versus la estadounidense; la fuerza sofocante y centrípeta de la familia; la posibilidad de reinventarse) y los conflictos latentes que se consumieron en una serie de inesperados desenlaces.
Beatrice es una mujer divorciada de 48 años que da clases de literatura en una escuela de artes y oficios en la ciudad de Nueva York. Ha cambiado su apellido de Nachtigall a Nightingale –pero para que sea más fácil de pronunciar para sus alumnos y no para negar sus orígenes judíos, según ella. Al comienzo de la novela, Beatrice está en Europa de viaje con dinero meticulosamente ahorrado para pasar unas breves vacaciones de verano. Allí, de paso y como favor, intenta buscar al hijo de su hermano mayor, Marvin, un prepotente hombre de negocios que, tras ser becado en la universidad de Princeton, dejó atrás a su padres judíos dueños de una ferretería de barrio, casándose con una WASP de sangre azul. Aunque mantuvo su apellido, Marvin se instaló en la clase alta californiana como un self-made man y no transmitió nada de su familia de orígen a su hijo o hija.
En Cuerpos extraños todos quieren cambiar la vida de los otros –padre a hijo, hermano a hermana, esposo a esposa– pero resulta que es imposible cambiar al otro. Lo que pasa al intentarlo es el núcleo de esta novela.
El maestro
Cuerpos extraños está construida sobre la trama de la novela Los embajadores (1903) de Henry James –una persona enviada a Europa para salvar a un joven que está enamorado de una extranjera– pero no es necesario haber leído la novela de James para disfrutar la de Ozick. En Los embajadores , Europa es un lugar esplendoroso en comparación con los Estados Unidos, pero a principios de los 50, según le cuenta Ozick a The New York Times en una entrevista de noviembre de 2010, “en ese momento en Europa los humos de los campos de la muerte aún estaban en el aire y gente desplazada andaba por todos lados. En America había un florecimiento cultural mientras que Europa estaba hundida, corrompida por la guerra y la era de Hitler, en la cual cada nación, como víctiva o como agresora, estaba involucrada de alguna manera.” Henry James ha sido una preocupación de toda la vida para Cynthia Ozick, generando en ella tanto veneración como identificación física (“Podías ver la luz reflejar sobre mi cabeza, el mentón pesado, la cadena de mi reloj, mi bastón, mi panza...”) como una profunda angustia de influencia (“Odio a Henry James. Lo deseo muerto”). Es una extraña dupla: James (1843-1916), hijo de una augusta familia intelectual estadounidense, se radicó en Europa y uno de los temas de su literatura es el contraste entre el viejo continente y los Estados Unidos; Ozick, por su lado, es hija de inmigrantes judíos rusos, dueños de una farmacia, que se crió en el Bronx y ahora vive a pocos kilómetros de la casa de su infancia.
Cuerpos extraños está construida sobre la trama de la novela Los embajadores (1903) de Henry James –una persona enviada a Europa para salvar a un joven que está enamorado de una extranjera– pero no es necesario haber leído la novela de James para disfrutar la de Ozick. En Los embajadores , Europa es un lugar esplendoroso en comparación con los Estados Unidos, pero a principios de los 50, según le cuenta Ozick a The New York Times en una entrevista de noviembre de 2010, “en ese momento en Europa los humos de los campos de la muerte aún estaban en el aire y gente desplazada andaba por todos lados. En America había un florecimiento cultural mientras que Europa estaba hundida, corrompida por la guerra y la era de Hitler, en la cual cada nación, como víctiva o como agresora, estaba involucrada de alguna manera.” Henry James ha sido una preocupación de toda la vida para Cynthia Ozick, generando en ella tanto veneración como identificación física (“Podías ver la luz reflejar sobre mi cabeza, el mentón pesado, la cadena de mi reloj, mi bastón, mi panza...”) como una profunda angustia de influencia (“Odio a Henry James. Lo deseo muerto”). Es una extraña dupla: James (1843-1916), hijo de una augusta familia intelectual estadounidense, se radicó en Europa y uno de los temas de su literatura es el contraste entre el viejo continente y los Estados Unidos; Ozick, por su lado, es hija de inmigrantes judíos rusos, dueños de una farmacia, que se crió en el Bronx y ahora vive a pocos kilómetros de la casa de su infancia.
Ozick iba a dedicar su tesis doctoral a la obra de Henry James, pero decidió tomar el camino más difícil (el del artista) en vez de reclinarse en las seguridades del mundo académico. En un ensayo titulado “La lección del maestro” confiesa que aprendió de James ser alguien que hace un culto de adoración a la literatura, alguien que, obligado a elegir entre la vida ordinaria de enredos humanos y la devoción absoluta por el arte, elige el arte.
Hemos dado un boceto de esta novela pero su gloria se encuentra en los detalles y en la capacidad de Ozick de crear personajes complejos. Y Ozick es eso: una de las grandes escritoras clásicas del realismo norteamericano. Asombrosamente, a los 85 años, está en gran plenitud creativa. Como han dicho muchos ya, Cuerpos extraños es un libro que Henry James hubiera admirado.
http://www.revistaenie.clarin.com/edicion-impresa/cynthia-ozick-cuerpos-extranos_0_1093690655.html
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