lunes, 15 de abril de 2013

Una oportunidad de aprendizaje después de vivir hechos traumáticos


Por Nieves Tapia  | Para LA NACION

Frente a muchos días de clase perdidos -sea por los paros, los feriados o los recientes temporales- puede ser que nuestros hijos hayan perdido el envión del inicio.
Como familia sería importante volver a motivarlos para que retomen un ritmo lo más normal posible. También a los grandes nos cuesta, especialmente después de haber vivido hechos traumáticos, volver al ritmo cotidiano. Ahí está nuestro rol como padres para volver a motivar a nuestros chicos, para recobrar las razones de por qué es importante ir a la escuela, por qué es importante aprender.
Siempre, pero especialmente en momentos como éstos, es importante que nuestros hijos perciban que apoyamos a su escuela y que -salvo obvios casos extremos- vamos a apoyar las decisiones que tomen sus docentes. Que si llegan con una tarea extra para hacer, los vamos a estimular para que la hagan, y no vamos a criticar al docente que elija otras estrategias.
La suspensión de clases no siempre significa que la escuela no esté abierta. Hay escuelas que no fueron afectadas por los temporales, pero se convirtieron en centro de recepción de personas afectadas o de distribución de ayuda. Puede ser que nuestros hijos no hayan ido a clase, pero igual hayan ido a su escuela a recolectar y distribuir ayuda, o que en estos días hayan visto testimonios de solidaridad a veces heroica por parte de sus vecinos.
En ese sentido, también las catástrofes pueden ser una oportunidad de aprendizaje. Puede ser la primera vez que nuestros niños tomen conciencia de lo importante que es cuidarnos unos a otros, ser solidarios, saber qué hacer frente a las dificultades.
Los adolescentes que por primera vez se asomaron a una tarea de voluntariado pueden haber descubierto que no alcanza con la buena voluntad, que se necesita aprender a ser organizado y responsable. Como familias, puede ser una buena ocasión para preguntarnos qué tan preparados estamos para una emergencia, qué tanto conocemos y sabemos cómo ayudar a nuestros vecinos, cuáles serían las medidas concretas que necesitaría nuestro barrio y qué podemos pedir como ciudadanos...
Después de toda catástrofe suele aparecer un gran impulso de solidaridad que no siempre perdura cuando deja de ser noticia. Quizás ésta sea una buena oportunidad para aprender que nuestra solidaridad no debiera agotarse en la emergencia y que todos -grandes o chicos- podemos aportar para que nuestro barrio, nuestra ciudad y sobre todo quienes más lo necesitan puedan contar con nosotros todo el año. 
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