En el sector del libro español el mercado de los contenidos
digitales sigue encontrándose en un estado embrionario pero creo que ya
están dadas las condiciones para que empiece a madurar —aunque muy poco a
poco, quizás mucho más lentamente de lo previsto debido a la
coincidencia entre el cambio de paradigma y una crisis económica que
desde 2008 no ha hecho más que agudizarse—. A continuación haré algunas
breves observaciones con respecto al estado actual de este segmento del
mercado que el año pasado facturó 72,58 millones de euros, que
representan el 2,6% de la facturación del sector —ver el borrador del informe Comercio Interior del Libro en España 2011—.
Seguro que se me queda por fuera más de un aspecto importante, así que toda contribución adicional que al respaldar, contradecir o matizar estos planteamientos ayude a enriquecer esta entrada será bien recibida.
1. Además de que la oferta de contenidos
ha venido creciendo progresivamente, en el mercado éstos son
comercializados por un abanico cada vez más amplio de plataformas de
diferentes tamaños y orígenes tanto sectoriales como geográficos: Libranda, Casa del libro, iBookstore, Google Play, Amazon, Todoebook, Amabook, librosinlibro, edit.cat, Booquo, 24symbols, El Corte Inglés, Fnac, etc.
2. La lectura en dispositivos electrónicos —desde e-readers hasta ordenadores, pasando por tablets
y teléfonos móviles— es una práctica cada vez más ampliamente extendida
entre todo tipo de lectores, quedando atrás los tiempos en los que era
algo exclusivo de geeks, de académicos y personas con saberes
especializados o de profesionales del sector del libro sensibles a la
tecnología. En síntesis, ya no es necesario que gurús y compañías de
servicios tecnológicos que buscan abrirse un espacio en el sector del
libro prediquen las bondades que tiene la lectura en estos dispositivos
porque cada vez más gente conoce de primera mano tanto sus ventajas como
sus limitaciones. Los tipos de contenidos que se consumen en
estos dispositivos y las maneras como se accede a ellos constituyen un
tema aparte al que no me referiré en esta entrada.
3. Cada día tiene menos sentido seguir
evangelizando con respecto al rol que lo digital está jugando
actualmente en la industria de los contenidos y jugará en el futuro de
ésta porque cada vez son más las organizaciones y los profesionales del
sector que han asimilado la importancia de la reconversión, que están
haciendo el esfuerzo de entender sus implicaciones y que empiezan a
tomar medidas para emprender este proceso —durante los dos últimos años
he percibido un cambio de actitud incluso en algunas personas que antes
tenían fuertes resistencias frente a todo esto—. Quizás la aparición
de editoriales nativas digitales sea un indicio no sólo de
la reconversión de muchos profesionales, sino también de la emergencia
de un nuevo tipo de profesional con un perfil que responde mejor a las
necesidades y exigencias del nuevo paradigma. Si algo está claro es que
el rol de lo digital seguirá siendo cada vez más importante
independientemente de que nos guste o no.
4. Se acerca el momento en el
que ofrecer contenidos digitales dejará de representar una ventaja
competitiva o de ser una fuente de valor agregado y empezará a ser un
imperativo, de manera que el coste que tendrán que pagar quienes se
queden atrás en este proceso tenderá a ser cada vez más alto hasta el
punto que el daño provocado por el impacto negativo del inmovilismo será
irreversible.
5. Quienes necesiten asesoría para
comprender y gestionar su reconversión tienen a su disposición un número
creciente de profesionales y empresas que pueden ofrecerles diversos
servicios en este campo: estrategia, formación, diseño y desarrollo de
flujos de trabajo, creación y conversión de archivos, gestión de
metadatos, marketing, etc.
6. Hay algunos temas críticos
relacionados con lo digital en los que todavía hay mucho por afinar,
resolver y/o definir: los precios, la creación de distintos tipos de
ofertas de contenidos ajustadas a las necesidades y a los hábitos de
consumo del público, los nuevos términos de los contratos de gestión de
los derechos de autor y las políticas de Digital Rights
Management (DRM).
Seguro que se me queda por fuera más de un aspecto importante, así que toda contribución adicional que al respaldar, contradecir o matizar estos planteamientos ayude a enriquecer esta entrada será bien recibida.
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