Por Elena Peralta
Según la Ley de Financiamiento Educativo, la cobertura debería haber llegado al 30% de los chicos en 2010. Pero hoy no alcanza al 10%. Esto provoca fuertes carencias en educación física y artística.
30/04/13
Por ley, en 2010 la jornada completa debía alcanzar al 30% de
los chicos del país, pero hoy la cobertura todavía no llega a los dos
dígitos. Apenas el 7,7% de los alumnos de primaria y el 9,8% de los de
secundaria va a doble escolaridad, y el déficit es más grave en los
sectores de menor poder adquisitivo. Además, los que concurren a turno
simple tienen más carencias en gimnasia, música y arte. El dato se
desprende del Informe de Inclusión Educativa elaborado por el
Observatorio de la Deuda Social Argentina (ODSA) de la Universidad
Católica Argentina (UCA).La investigación, cuyas conclusiones se conocieron ahora, se realizó en 2012 en los principales centros urbanos de todo el país. Los números atrasan. La ley de Financiamiento Educativo, sancionada en 2005, establecía que para 2010 el 30% de los alumnos debía asistir a una jornada escolar extendida o completa. Tres años después del plazo establecido, no se completó la tercera parte del objetivo.
“Lo llamativo es que en los últimos tres años los porcentajes casi no varían. Lo que remarca que se hizo muy poco para extender la jornada escolar. A pesar de que la asignación presupuestaria se cumplió”, remarca Ianina Tuñón, coordinadora del estudio. La ley aclara que en la distribución de ese 30% se debían priorizar “los sectores sociales y las zonas geográficas más desfavorecidas”. Pero en la práctica, asegura Tuñón, la jornada extendida reproduce las desigualdades sociales. La mayor parte de la matrícula se concentra en el sector privado. Según los datos de la UCA, el 14,8% de los chicos de colegios privados asiste a turnos extendidos, mientras que sólo el 6% de las escuelas públicas logra hacerlo.
El Ministerio de Educación no respondió la consulta de Clarín, pero admite la falencia en el informe “La educación argentina en cifras”, en su web. En febrero pasado, la Presidenta anunció que uno de los objetivos del Plan Nacional de Educación Obligatoria es duplicar para 2016 la cantidad de escuelas de turnos extendidos. La suma seguirá dando todavía muy por debajo de lo que marca la ley.
La distribución geográfica también es desigual. “Casi siempre las escuelas que tienen más lugar son las que están en los distritos más acomodados”, explica Tuñón. La ciudad de Buenos Aires es el distrito con mayor oferta. Según la encuesta, el 46% de su matrícula va a doble turno. Mucho más que el 5,3% relevado en el GBA; el 0,7% de Rosario o el 0,1% de Tucumán. En la Ciudad, el porcentaje no alcanza a cubrir la demanda de los sectores de menores recursos. “Muchas veces coincide que las escuelas más desfavorecidas tienen una matrícula tan grande que para contenerla se necesitan dos turnos”, explica Mercedes Miguel, directora de Planeamiento Educativo. Ahora están elaborando un plan para extender la jornada hasta las 15.30 desde 6° grado a 2° año en las escuelas más vulnerables.
“Estar más horas en la escuela implica aprender más. Los núcleos básicos de aprendizaje se llevan casi todo un turno, sobre todo cuando la función social avanza sobre las horas de clase. La extensión ayuda a profundizar esos saberes y a agregar otros”, asegura Cecilia Veleda, codirectora del Programa de Educación del Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento (CIPPEC). Entre los 5.334 niños y adolescentes consultados por la UCA, los que concurren a un solo turno presentan un déficit mayor en educación física y artística (artes y música), además de un tiempo de exposición a pantallas tecnológicas y de TV mayor que los que van a doble turno (ver infografía).
“La extensión de la jornada escolar, de ser aprovechada correctamente, podría compensar otros déficits que enfrentan los niños más pobres, como el poco acceso a actividades enriquecedoras y las menores habilidades académicas y de atención”, apunta Alejandro Ganimian, de la Fundación Enseñá por Argentina.
Los especialistas coinciden en que los saberes artísticos y deportivos son tan importantes como la lectoescritura y la matemática. Máximo Paz, decano de la Facultad de Ciencias de la Educación y Comunicación de la Universidad del Salvador, cita los sistemas de países como Estados Unidos o Gran Bretaña, que se articulan en torno al deporte: “Deberíamos imitar este modelo, sobre todo por el potencial de nuestro país en la generación de deportistas de alto rendimiento”. Para la psicóloga Marisa Russomando, directora del espacio de terapia de crianza La Cigüeña, la educación artística va más allá de lo académico: “Disminuir las horas de estas materias, significa privar a los chicos de posibilidades concretas y tal vez únicas de enriquecer su personalidad”. Una deuda pendiente.
http://www.clarin.com/sociedad/
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