Dedicado a objetos intelectuales compuestos sobre todo por letras, aunque con especial atención a los formados por bitios
Descubrir los libros
04 marzo 2013 12:12
Supongamos que los agentes de autores de lengua española empiezan a
separar la venta de derechos digitales de los derechos en papel.
Supongamos que en consecuencia pueden surgir auténticos editores
digitales, que empiezan a adquirirlos y a publicar libros de calidad en
cantidades apreciables. Supongamos incluso que tienen una buena política
de precios, y que los colocan en todas las posibles librerías
digitales. Entonces quedaría aún la parte más difícil: que los lectores
potenciales los descubran.
Si en el mundo del papel uno puede confiar en que los lectores visiten las librerías o lean un suplemento literario, ¿qué ocurrirá con los ebooks? La cuestión es tan acuciante que ya tiene un nombre discoverability, tal vez traducible como descubribilidad.
Los datos parecen indicar que la mitad de las compras en Amazon provienen de búsquedas orientadas. En otras palabras: la gente que entra a comprar ya sabe lo que busca. Eso es lógico: ¿cómo va nadie a hacerse una idea de qué libro comprar navegando desde la portada de Amazon, o de iTunes? La recomendación algorítmica que inició Amazon, tipo “quien ha comprado X ha comprado también Y”, puede funcionar razonablemente… una vez que uno ha llegado a un libro que le interesa, y eso es precisamente lo que no acabamos de saber cómo funciona.
¿Qué se debería y qué no se debería hacer para hacer los libros descubribles? Vamos a centrarnos en el caso de la narrativa, que es el género que se lee predominantemente en ebook, y el más complicado para esta cuestión: la no-ficción (autoayuda, libro práctico, ensayo) tiene las cosas más fáciles, por el acceso temático.
Si en el mundo del papel uno puede confiar en que los lectores visiten las librerías o lean un suplemento literario, ¿qué ocurrirá con los ebooks? La cuestión es tan acuciante que ya tiene un nombre discoverability, tal vez traducible como descubribilidad.
Los datos parecen indicar que la mitad de las compras en Amazon provienen de búsquedas orientadas. En otras palabras: la gente que entra a comprar ya sabe lo que busca. Eso es lógico: ¿cómo va nadie a hacerse una idea de qué libro comprar navegando desde la portada de Amazon, o de iTunes? La recomendación algorítmica que inició Amazon, tipo “quien ha comprado X ha comprado también Y”, puede funcionar razonablemente… una vez que uno ha llegado a un libro que le interesa, y eso es precisamente lo que no acabamos de saber cómo funciona.
¿Qué se debería y qué no se debería hacer para hacer los libros descubribles? Vamos a centrarnos en el caso de la narrativa, que es el género que se lee predominantemente en ebook, y el más complicado para esta cuestión: la no-ficción (autoayuda, libro práctico, ensayo) tiene las cosas más fáciles, por el acceso temático.
Sí: la recomendación es una de las cosas que mejor funcionan para las lecturas, pero yo diría que las redes sociales de lectores (como Goodreads, sobre la que escribió Actualidad Editorial) son para lectores a) voraces consumidores de muchos libros al año y b) duchos en el ciberespacio. No veo a ese lector de un libro al mes o cada dos meses, que ni tiene cuenta en Facebook y sólo usa esporádicamente el correo electrónico, dándose de alta en una red de recomendación. No le compensaría…¿Qué podría servir, sin embargo?
Los sitios de márketing de libros centrados en los autores (como Open Road Media, imagen superior) no sirven, y hay que decirlo muy claramente. La información que suministran sobre ellos sólo interesará a quienes sean ya sus devotos lectores; no despiertan precisamente el deseo de leerlos. Y la información sobre las obras es defectuosa por mal orientada.
Los sitios de márketing centrados en las obras (como Small Demonds) pueden ofrecer un desmenuzamiento interior de las obras más orientador. Veamos qué hace el sitio, con el ejemplo de la novela de Stephen King 11/22/63, sobre el asesinato de Kennedy (imagen de arriba): con una interfaz muy tipo iPad (dan ganas de frotar la pantalla del ordenador con el dedo), y una presentación de datos a la Pinterest (sólo imágenes), nos informa de qué canciones, películas, programas de televisión, libros, etc., se mencionan en la novela. Además un mapa sitúa los lugares en que transcurrre la acción (es una pena que no pondere los pesos de cada uno en la trama). Podemos, así, saber que en el libro se habla de West Side Story, y a partir de ahí llegar a las otras 43 obras que hablan de ella. Claro: puede haber un lector que busque libros en que se mencionen ciertas películas, pero me extraña. O (quizás más probable) alguien que busque novelas que transcurran en un lugar al que piensa viajar. Pero tal y como está, veo el sitio mejor para el análisis de las obras (del que se podrían beneficiar los estudiosos de la literatura) que para buscar lectura…
Ah: y los videos no sirven. Una ojeada al canal de Youtube de Open Road Integrated Media muestra videos, sin duda caros de confeccionar, que dudo que atraigan a compradores, y que se han visto un número de veces muy bajo (y ni pensemos en qué proporción se convertirá en compra).
Los buenos metadatos pueden mejorar el hallazgo de obras: en el caso de la narrativa, no sólo autor y título, sino además, lengua de origen, traductor, país de origen del autor, época en la que escribe, y género y subgénero si es el caso (para buscar ciencia ficción americana de los 60, o novelistas hungaros de entreguerras). Aunque los metadatos hay que estructurarlos de una manera diferente para cada una de las librerías por línea en que se quieran vender los libros, y son un dolor de cabeza para los editores… Además, recordemos que muchas veces los mejores metadatos de un libro son las mismas palabras que contiene, y en ese sentido Google Play puede hacer mucho por la obra indizándola (cuando el editor permite que se haga).
Aunque parezca algo que ya no se estila, la mejor solución es una buena web editorial, con contenidos generados por los propios editores, que son los que conocen sus libros: ni departamentos de márketing ni algoritmos serán capaces de mejorar ese conocimiento. Lo repito: una buena web editorial que incluya extractos de las obras, sí (aunque esto lo hacen también las librerías por línea); y además que publique información sobre los autores, sobre los movimientos a que pertenecen (información buena: ni copiar solapas ni la Wikipedia); que informe sobre la obra, y sobre su traducción (el lector literario sí agradece esos datos), y sobre todo, que explique por qué alguien debería leer ese libro.
Y no vendría mal una ayuda de algunos viejos conocidos: los suplementos culturales, en papel y en la web. Amigos: ya está empezando a haber, exclusivamente en versión digital, un montón de libros interesantes. ¿Por qué no echáis una mano?
http://jamillan.com/wp-content/themes/jam-logo/images/librosybitios.png
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