miércoles, 17 de abril de 2013

Juventud también significa oficio editorial

LUIS ZENDRERA


Luis Zendrera heredó el oficio de su padre y aquél de su abuelo. Lleva 15 años al frente de una de las editoriales más señeras de la Literatura Infantil y Juvenil del habla castellana. Editorial Juventud cumple 90 años y, a pesar de los duros momentos que vive la economía en el Viejo Continente, goza de excelente salud con uno de los catálogos más excepcionales de nuestro idioma.

Juventud también significa oficio editorial

Tiene 90 años y a pesar de eso se empeña en llamarse Juventud. Luce fresca y se jacta de su autonomía en momentos en que la tendencia es la fagocitación de las grandes editoriales. Estamos hablando de Editorial Juventud, fundada en 1923 por José Zendrera, empresa cuyo hijo hizo crecer, y su nieto, Luis Zendrera, porfiadamente, continúa en la senda marcada por su padre y abuelo.
Editorial Juventud es un maravilloso ejemplo para entender verdaderamente qué significa el trabajo editorial: colecciones originales, uno de los catálogos más completos del habla hispana, precursora del libro de bolsillo, del libro álbum ilustrado. Pioneros en un género que por demasiadas décadas fue motejado de “género menor”, y que, sin embargo hoy, es el que mejor se mueve en las movedizas arenas del mundo editorial. “Mi abuelo fue uno de los primeros que creyó en la literatura para niños y jóvenes, tradujo clásicos universales que no existían en español, creando un catálogo infantil inédito”, anota Luis Zendrera. Esfuerzo que queda demostrado con la traducción y publicación, ya en 1925, desde el inglés, de Peter Pan y Wendy, Cuentos de Grimm o Las aventuras de Tintin, entre tantos otros títulos.
Pero los tiempos han cambiado. La Literatura Infantil y Juvenil (LIJ) que había sido menospreciada por ciertos editores es hoy publicada por esos mismos para sortear la estrechez económica. Quienes apostaron por ella desde mucho antes de convertirse en un género independiente, como Editorial Juventud, “tenemos una ventaja porque vender estos libros no es fácil. Nosotros intentamos hacer libros para que el padre los compre no de manera impulsiva para que el niño se calle. Nuestros libros son para padres inquietos que quieren convertir a su hijo en un futuro lector. O, para mediadores que quieren hablar con ellos temas difíciles a través de la herramienta del libro”, explica.
El amplísimo catálogo de Juventud se adentra en la ardua tarea de educar en valores, sin por ello caer en la moralina. Títulos como Un poco de mal humor o El cazo de Lorenzo de Isabelle Carrier son un éxito. “Aquí nuestro acierto fue sólo dar con esta autora francesa que es un prodigio y que consigue, en cuatro trazos y con cuatro palabras, tratar temas que son complicados, a veces, como la minusvalía o un padre en prisión”. Un hallazgo que nació productote una casualidad en la Feria de la Bolonia y que tiene sorprendido al mismo editor galo que ha logrado que la traducción de su autora al castellano tenga millares de lectores hispanohablantes.
Otras colecciones, como Astrolabio o Nostromo, que recoge relatos históricos con el denominador común de apasionantes logros de la humanidad en materia de exploración científica relacionados con el mundo de navegación, despierta envidia en estas latitudes por su espíritu aventurero y vocación marítima. “Mi abuelo más que un aventurero a secas era un editor aventurero y sus hijos eran quienes tenían esa afición por el mar. Ellos fueron traduciendo a estos navegantes clásicos franceses y tantos otros que dan cuenta de esa pasión. De hecho, desde hace 17 años, convocamos al Premio Literario Nostromo que premia a obras inéditas cuya trama se relacione con el mar y sus gentes”, explica.
UN LIBRO A LA ESPERA
En el amplio catálogo, sin embargo, faltan voces latinoamericanas. “Juventud siempre se ha caracterizado por hacer muchas traducciones. Tarea que seguimos haciendo, pero además tenemos producción propia. En este intento, es que esperamos a futuro tener cada vez más autores de Latinoamérica. La relación con este continente es desde los inicios de la editorial, cuando mi abuelo viajaba por este continente en los años 20”, agrega. Y es que Juventud, junto a Editorial Sopena y Gustavo Gili, fue de las primeras en llegar a América a difundir las valiosas enciclopedias, únicos tesoros del saber en la era pre digital.
Con un fondo de 90 años, podría pensarse que aquellos libros de los inicios hoy son reliquias que sólo se pueden encontrar en tiendas de libros de viejos. Sin embargo, Editorial Juventud sigue publicándolos con las mismas tipografías e ilustraciones de entonces, sin caer en la tentación de “modernizarlos”. “Es que siguen siendo preciosos. No se pueden mejorar. Están tan bien hechos, que cualquier intento de hacerlos más actuales sería en vano”, dice. Este cuidado y cariño por el trabajo hecho también se refleja respecto de la producción actual. “ Aún hoy, intentamos que nuestros libros tengan una vida larga. Hasta que el libro sea conocido por las personas indicadas puede requerir años, por eso procuramos mantenerlo en catálogo aunque no se venda, si es que tenemos la convicción de que aporta algo. Esta es nuestra filosofía”, dice Zendrera. La pregunta que surge es: ¿quiénes son las “personas indicadas” por las que un libro espera? “Son muchas-dice el editor-. Es el librero inquieto que hasta que se lee el libro y lo recomienda pasa tiempo. Es el prescriptor de una diputación española o latinoamericana y hasta que el libro pasa por un comité y llega a sus manos, puede demorarse más. Para recoger hay que sembrar y esto dura años”.
El encuentro con todo este catálogo en Chile se hace a través de Liberalia Ediciones que representa a Juventud en nuestro país y, de manera concreta, en librería Prosa&Política que cuenta con una de las más destacadas, sino la mejor, selección de Literatura Infantil y Juvenil en estas latitudes.
UNA INDUSTRIA EN TRANSICION
En momentos en que los editores europeos se han dado cita en Madrid, Henryk Wozniakowski, presidente de ZNAK, la editorial más prestigiosa de Polonia, ha dicho que el editor seguirá siendo “un eslabón imprescindible de la cultura”, aunque para ello deba reacomodarse al nuevo escenario de la edición en tiempos virtuales. Las funciones que se refuerzan en el medio digital serán las de agilizar el acceso a los contenidos, la personalización de esos textos para el lector, la organización de la oferta en paquetes atractivos y, también, el perfeccionamiento y la mejora de la obra. “En este sentido, puede ser cada vez más cocreador de la obra”, afirmaba a El País. “El oficio del editor hoy es una labor imprescindible que espero el mundo digital no acabe porque sino perderemos todos. En habla hispana, a diferencia del mundo anglosajón donde está el publisher, que imprime, y el editor, que es quien ayuda, corrige al autor y marca la línea editorial, es una sola persona y si se aspira a que el libro se suba a Internet sin mediaciones y gratuito, todo esto terminará”, dice Zendrera. Sin embargo, asegura estar confiado de que ambos mundos podrán convivir en el futuro.

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