EDUCACIÓN / ENSEÑANZA SUPERIOR
| María Inés Montes - MAGISTER RICARDO COCA, DECANO FACULTAD DE CIENCIAS SOCIALES - UNIVERSIDAD NACIONAL DE SAN JUAN |
| La crisis de la generación de los ninis (ni estudian, ni trabajan) se ha acentuado en los últimos años debido a que aunque las generaciones crecen en un ambiente de tecnología y democracia, tienen una gran dificultad para desarrollar un proyecto de vida y de emanciparse. Esta generación se enfrenta con condiciones laborales deterioradas: infraempleo y la no valoración de la formación educativa. Una de las razones por la que los Ni-Ni sufren de angustia es por la posibilidad de tener una calidad de vida inferior a la de sus padres. El aumento de esta población trae consigo graves consecuencias para un país, ya que los nini se convierten en una población muy vulnerable para ser captada por la delincuencia organizada que les ofrece ciertos tipos de oportunidades que no podrían obtener a corto plazo con la falta de educación en la que viven. Estos chicos viven en condición social de verdadera marginación, discriminación y exclusión social; están obligados a mantener situación forzada de ocio frustrante, obligatorio, impuesto, incómodo, improductivo, angustiante y doloroso. Buscan acomodarse, para encontrar un lugar en la sociedad, luchan para conseguirlo pero, sencillamente, no lo logran. Asimismo, buscan trabajo y universidades, hacen filas, llenan formularios, acuden a entrevistas y exámenes, pero queda en la nada. Toman una posición indiferente ante la realidad y optan por no estudiar ante las negativas. Otros afirman, que no conseguirán trabajo relacionado a sus estudios o simplemente por falta de ganas a estudiar. Son jóvenes desocupados cuya angustia se debe a que no le encuentran sentido a estudiar, ya que después costará mucho trabajo conseguir un empleo relacionado a su estudio, por lo que deciden no hacer ninguna de las dos cosas y ocupar su tiempo en ociosidades, lo que causa en ellos una sensación de sin sentido. Impacto en las sociedades En América Latina, según el Informe Mundial sobre la Juventud de 2007, dicta que entre el 18 y el 20 % de los adolescentes de entre 15 y 19 años no estudian ni trabajaban. En México no existe una cifra exacta sobre el número de ninis, por el contrario, existe una discusión entre diversos organismos del gobierno. Una comparación interesante es la que hacen los sociólogos, al contrastar esta generación con las pasadas en las que si los jóvenes no estudiaban, se ponían a trabajar; sin embargo, en las generaciones de la actualidad si los jóvenes no estudian, tampoco trabajan. Un dato interesante es que la mayoría de miembros de esta generación forman parte de familias de clases medias y bajas. En América del Sur la cantidad es menor pero no por eso hay que menospreciarla; por ejemplo en Argentina, según el Ministerio de Trabajo, 20 % de los jóvenes de entre 14 y 24 años (más de un millón de personas) no estudian ni trabajan y 2 de cada 10 del total de 6 millones de argentinos de entre 15 y 24 años no tienen ganas de hacer nada. En Uruguay, de acuerdo al programa de las Naciones Unidas para el desarrollo, un 18 % de jóvenes no estudia ni trabaja. En Brasil es un 19 % y un 21 % en Paraguay. ¿El sistema educativo actual es todo lo justo e inclusivo que se pretende? Para responder a ello tengamos en cuenta que a pesar del crecimiento en la matriculación, hay importantes sectores de la sociedad que no pueden acceder al sistema educativo. Si bien la educación a nivel primario esta efectivamente universalizada con tasas del 98 % de escolarización, no sucede lo mismo con la educación secundaria, donde se manifiestan con fuerza la disminución en el acceso y la finalidad del nivel. Si consideramos al sistema como un todo integrado, vemos como la Universidad necesita redoblar esfuerzos para captar la atención de los jóvenes. Respondemos así a la primera pregunta en forma negativa; aún el sistema educativo no es lo suficientemente inclusivo replicando las situaciones de inequidad existente en la sociedad misma. Los jóvenes en las sociedades modernas son los más desfavorecidos por la ausencia de fuentes de trabajo o por la falta de motivación para calificarse a través de la educación. El colectivo de los ni-ni, (jóvenes que no trabajan ni estudian) crece en todos los países constituyéndose en una seria injusticia y un grave riesgo a futuro. Es aquí donde políticas públicas como los sistemas de becas y el Plan Progresar se manifiestan como herramientas necesarias y útiles. Se trata de combatir los principales detonantes del problema; la falta de empleo joven, la deserción escolar y la baja calidad educativa. En el corto plazo registraremos un aumento de matrícula que implicará un mayor esfuerzo pero que redundará en más y mejor educación. Aquí calidad y cantidad van de la mano, sería un contrasentido aspirar a más calidad educativa a costa de hacer un sistema educativo elitista y reducido. ¿La gratuidad basta para que miles de jóvenes cumplan con su objetivo? No basta, es necesario un compromiso firme con el apoyo a los programas de becas PNBU, Bicentenario y Progresar. ¿Las tasas de graduación son acordes con el esfuerzo realizado? Aquí surge el término de eficiencia, un sistema sería eficiente si tuviera una alta relación entre ingreso y egreso. Nuestro sistema universitario tiene una tasa de egreso del orden del 20%. Dicha tasa puede mejorarse de diversas maneras; haciendo un sistema para pocos donde formarse en una Universidad es solo para quienes tienen recursos suficientes. Ello no logra más que seguir segmentando la sociedad y agrandar la brecha entre quienes tienen más y quienes menos tienen. Lógicamente estamos en contra de tal sistema planteando un sistema educativo inclusivo. Más jóvenes deben acceder a la Universidad, deben removerse las barreras que así lo impiden. Es solo con los jóvenes dentro del sistema educativo donde cobra sentido hablar de las mejoras en la calidad del mismo. Mayor nivel educativo y mayores posibilidades de obtener trabajos calificados permiten a una sociedad pensar en términos de futuro y de ambiciosos planes de desarrollo para el futuro. Ojalá estemos a la altura de las circunstancias. |
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