domingo, 8 de junio de 2014

Educacion y virtualidad: cimientos para el aprendizaje cooperativo

Educacion y virtualidad: cimientos para el aprendizaje cooperativo



Por Bertha Consuelo Navarro

La educación marcó sin duda el origen de la humanidad: fue –y es– el catalizador para pasar del mundo zoológico al mundo cultural. Con la educación el hombre, especie animal, empezó a crearse a sí mismo, en cooperatividad con sus congéneres, como especie trascendente y sígnica. Estudios diversos incluso definen a la educación como la antropogénesis por antonomasia, pues con ella la humanidad comenzó a revelar sus características propias: la creatividad, la simbolización, la moralidad y la trascendencia.

Tal historia filogenética se repite ontológicamente en cada ser que nace, en cada bebé descrito por la psicología contemporánea como un ser sensorio-motriz. Es así que cuando pronuncia la palabra en una cadena dialógica alrededor de los dos años, se ubica al niño en el periodo del pensamiento preoperacional y se dice que ya está listo para pensar. Sin embargo, para ello debe enriquecer su lenguaje, su creatividad, su ejercicio simbólico. En ese desafío, la alteridad con los otros, el intercambio, es más que importante: es imprescindible.

En la actualidad, los entornos comunicativos, de alteridad e intercambio, se han diversificado y complejizado. La imagen de un menor con un celular o una tablet
o cualquier otro equipo electrónico es común y no nos sorprende. Es más, son muchos los niños y adolescentes que interactúan con sus pares a través de la virtualidad, sea por las redes sociales o los juegos en línea. Pero ¿se ha integrado también la virtualidad al sistema escolar?, ¿es parte de una intencionalidad sistemática y que contempla los fines últimos?, ¿la hemos incluido como un cimiento para el aprendizaje cooperativo?

Al respecto, conviene recordar que el siglo XX nos legó, entre otras teorías del aprendizaje, la sociocultural de Lev Vigotsky, la cual en uno de sus postulados destaca la importancia de la cooperatividad:  “Aquello que hacemos en compañía es mucho más importante para el desarrollo que aquello que hacemos en soledad”. El hacer solos es nuestro “techo”, nuestra realización, lo que Vigotsky llama la zona de desarrollo real; mientras que cuando necesitamos del otro para lograr un desafío, una consigna o una tarea, es porque nos estamos desarrollando, porque está activa nuestra zona de desarrollo próximo. En otras palabras, la cooperatividad impacta más sobre el aprendizaje y el desarrollo que las acciones y desempeños individuales.

Con seguridad afirmamos que este postulado vigotskiano se evidencia en nuestras aulas. Los trabajos grupales son parte frecuente de las actividades escolares, tanto dentro como fuera de ella. Los grupos cooperativos, además de suscitar en sus integrantes desarrollos cognitivos, son disparadores de desarrollos afectivos; la dialogicidad, la tolerancia, el respeto de los acuerdos son un valor agregado a este esfuerzo.

Ahora bien, recordemos que gracias al “ship” y a la World Wide Web —Red Informática Mundial— la presencia del otro puede darse en tiempo real o en tiempo diferido, en una misma coordenada o en espacios diferentes. ¿Hemos organizado ya grupos cooperativos que se integren por recursos virtuales?, ¿los celulares están encendidos en clase para integrar sus aplicativos en procesos de aprendizaje que impulsen el desarrollo?

Construyamos, pues, en nuestra realidad, un sistema escolar virtuoso que integre a la virtualidad como un recurso múltiple y un proceso complejo para dinamizar aprendizajes cooperativos. 

Articulo publicado en  http://www.colgadodelalectura.com/maestros-articulos/educacion-y-virtualidad-cimientos-para-el-aprendizaje-cooperativo/


La educación marcó sin duda el origen de la humanidad: fue –y es– el catalizador para pasar del mundo zoológico al mundo cultural.
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