Educacion y virtualidad: cimientos para el aprendizaje cooperativo
Por Bertha Consuelo Navarro
La educación marcó sin duda el origen de la humanidad: fue –y es– el catalizador para pasar del mundo
zoológico al mundo cultural. Con la educación el hombre, especie
animal, empezó a crearse a sí mismo, en cooperatividad con sus
congéneres, como especie trascendente y sígnica. Estudios diversos
incluso definen a la educación como la antropogénesis por antonomasia,
pues con ella la humanidad comenzó a revelar sus características
propias: la creatividad, la simbolización, la moralidad y la
trascendencia.
Tal historia filogenética se repite ontológicamente en cada ser que nace, en cada bebé descrito por la psicología contemporánea como un ser sensorio-motriz. Es así que cuando pronuncia la palabra
en una cadena dialógica alrededor de los dos años, se ubica al niño en
el periodo del pensamiento preoperacional y se dice que ya está listo
para pensar. Sin embargo, para ello debe enriquecer su lenguaje, su
creatividad, su ejercicio simbólico. En ese desafío, la alteridad con
los otros, el intercambio, es más que importante: es imprescindible.
En la actualidad, los entornos comunicativos, de alteridad e intercambio, se han diversificado y complejizado. La imagen de un menor con un celular o una tablet
o cualquier otro equipo electrónico es común y no nos sorprende. Es más, son muchos los niños y adolescentes que interactúan con sus pares a través de la virtualidad, sea por las redes sociales o los juegos en línea. Pero ¿se ha integrado también la virtualidad al sistema escolar?, ¿es parte de una intencionalidad sistemática y que contempla los fines últimos?, ¿la hemos incluido como un cimiento para el aprendizaje cooperativo?
o cualquier otro equipo electrónico es común y no nos sorprende. Es más, son muchos los niños y adolescentes que interactúan con sus pares a través de la virtualidad, sea por las redes sociales o los juegos en línea. Pero ¿se ha integrado también la virtualidad al sistema escolar?, ¿es parte de una intencionalidad sistemática y que contempla los fines últimos?, ¿la hemos incluido como un cimiento para el aprendizaje cooperativo?
Al respecto, conviene recordar que el siglo XX nos legó, entre otras teorías del aprendizaje,
la sociocultural de Lev Vigotsky, la cual en uno de sus postulados
destaca la importancia de la cooperatividad: “Aquello que hacemos en
compañía es mucho más importante para el desarrollo que aquello que
hacemos en soledad”. El hacer solos es nuestro “techo”, nuestra
realización, lo que Vigotsky llama la zona de desarrollo real; mientras
que cuando necesitamos del otro para lograr un desafío, una consigna o
una tarea, es porque nos estamos desarrollando, porque está activa
nuestra zona de desarrollo próximo. En otras palabras, la cooperatividad
impacta más sobre el aprendizaje y el desarrollo que las acciones y
desempeños individuales.
Con seguridad afirmamos que este
postulado vigotskiano se evidencia en nuestras aulas. Los trabajos
grupales son parte frecuente de las actividades escolares, tanto dentro
como fuera de ella. Los grupos cooperativos, además de suscitar en sus
integrantes desarrollos cognitivos, son disparadores de desarrollos
afectivos; la dialogicidad, la tolerancia, el respeto de los acuerdos
son un valor agregado a este esfuerzo.
Ahora bien, recordemos que gracias al “ship” y a la World Wide Web
—Red Informática Mundial— la presencia del otro puede darse en tiempo
real o en tiempo diferido, en una misma coordenada o en espacios
diferentes. ¿Hemos organizado ya grupos cooperativos que se integren por
recursos virtuales?, ¿los celulares están encendidos en clase para
integrar sus aplicativos en procesos de aprendizaje que impulsen el
desarrollo?
Construyamos, pues, en nuestra realidad, un sistema escolar virtuoso que integre a la virtualidad como un recurso múltiple y un proceso complejo para dinamizar aprendizajes cooperativos.
Articulo publicado en http://www.colgadodelalectura.com/maestros-articulos/educacion-y-virtualidad-cimientos-para-el-aprendizaje-cooperativo/
La
educación marcó sin duda el origen de la humanidad: fue –y es– el
catalizador para pasar del mundo zoológico al mundo cultural.
colgadodelalectura.com
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