08/05/2013 INÉS GONZÁLEZ
Expone en la Feria de las Artesanías y es una de las teleras que prepara la lana artesanalmente.
Violeta Marcovich - Diario de Cuyo
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A los cuatro años aprendió a hilar y a los ocho ya tejía en un telar
parecido al de Doña Paula. Inés González era la mayor de 8 hermanos de
una familia sanjuanina que en los años cincuenta se mudaron a Malanzán
en el departamento riojano Juan Facundo Quiroga. Inés González tiene hoy
66 años, dos hijos, dos nietas y continúa honrando la enseñanza de su
madre- que a su vez la recibió de su propia madre- de lograr hermosos
tejidos a partir de un poco de vellón. "Yo me acuerdo que jugábamos a
preparar la lana e hilar. Cuando ya sabíamos hacerlo bien recién
mostrábamos el hilado' recuerda Inés, mientras ordena las mantas tejidas
por ella, en su stand -el 207- en la Feria Internacional de las
Artesanías, sobre su niñez en el interior de La Rioja, donde era
habitual para ella y sus siete hermanos ver tejer a las mujeres de la
casa. Su familia vivía del ganado y tejían para vender, además que para
abrigarse. "Cuando yo era chica se vendían mucho estas telas, los
compradores iban por nuestra casa en el campo.La gente valoraba mucho
los trabajos más que ahora; se ha perdido la cultura de lo artesanal.
Compran en el super pero no les dura. Estas mantas son para toda la
vida', remarca la telera con la fuerza de un slogan que suena
indiscutible.
Pero para Inés no todo fueron madejas y ovillos en la vida. De vuelta en San Juan,cuando joven tuvo distintos trabajos en empresas privadas, se casó, crió a Luis y Roxana, y después de 20 años de feliz matrimonio, enviudó. Fue entonces, a fines de los 90, cuando el telar tomó otro significado para Inés. "Empezó como una terapia, después me olvidé de la terapia, y lo tomé como un trabajo' cuenta, la artesana que dio clases en su casa, en la Casa Natal y hasta ganó un premio en la Feria de Artesanías en La Rural el año pasado.
Considera que hoy en día el arte de tejer en telar que ella recibió como herencia familiar, está difundido, pero no prospera en su totalidad. "La gente quiere tejer, pero no aprender a hilar, les cuesta mucho y no les gusta. Dicen que es mucho trabajo. Pero no es difícil hay que tener constancia, porque no se aprende en un día' dice la artesana. Inés elabora sus propias lanas, haciendo todo el proceso desde que compra el vellón, la lana pura ( este año la de oveja le salió $30 pesos el kilo y la de llama que trae desde el norte, a $400 por kilo) que después lava, hila, tiñe y ovilla para tejer mantas,tapices, pashminas, chalecos y otras prendas de vestir. El proceso es largo, pero Inés asegura que vale la pena, porque aún teniendo la maquina para hilar (que abarataría sus prendas) no se logra la misma calidad de hilado. El resultado son piezas totalmente artesanales, y por ende su precio es fijado de acuerdo al esfuerzo, algo que según Inés sólo es entendido y valorado por unos pocos. Por eso veces se ve forzada a usar lanas industriales para lograr piezas más accesibles para la gente.
Inés no vive de sus tejidos, no le alcanzaría. Pero trata de estar presente en todas las ferias - este año fue elegida abanderada de ésta edición de la Feria de Artesanías- porque le gusta mostrar lo que hace e intercambiar experiencias con otros. Mientras habla, sus manos no se detienen;entre sus dedos la lana toma forma y así este oficio milenario parece tener en Inés González un fiel custodio por largo tiempo.
Pero para Inés no todo fueron madejas y ovillos en la vida. De vuelta en San Juan,cuando joven tuvo distintos trabajos en empresas privadas, se casó, crió a Luis y Roxana, y después de 20 años de feliz matrimonio, enviudó. Fue entonces, a fines de los 90, cuando el telar tomó otro significado para Inés. "Empezó como una terapia, después me olvidé de la terapia, y lo tomé como un trabajo' cuenta, la artesana que dio clases en su casa, en la Casa Natal y hasta ganó un premio en la Feria de Artesanías en La Rural el año pasado.
Considera que hoy en día el arte de tejer en telar que ella recibió como herencia familiar, está difundido, pero no prospera en su totalidad. "La gente quiere tejer, pero no aprender a hilar, les cuesta mucho y no les gusta. Dicen que es mucho trabajo. Pero no es difícil hay que tener constancia, porque no se aprende en un día' dice la artesana. Inés elabora sus propias lanas, haciendo todo el proceso desde que compra el vellón, la lana pura ( este año la de oveja le salió $30 pesos el kilo y la de llama que trae desde el norte, a $400 por kilo) que después lava, hila, tiñe y ovilla para tejer mantas,tapices, pashminas, chalecos y otras prendas de vestir. El proceso es largo, pero Inés asegura que vale la pena, porque aún teniendo la maquina para hilar (que abarataría sus prendas) no se logra la misma calidad de hilado. El resultado son piezas totalmente artesanales, y por ende su precio es fijado de acuerdo al esfuerzo, algo que según Inés sólo es entendido y valorado por unos pocos. Por eso veces se ve forzada a usar lanas industriales para lograr piezas más accesibles para la gente.
Inés no vive de sus tejidos, no le alcanzaría. Pero trata de estar presente en todas las ferias - este año fue elegida abanderada de ésta edición de la Feria de Artesanías- porque le gusta mostrar lo que hace e intercambiar experiencias con otros. Mientras habla, sus manos no se detienen;entre sus dedos la lana toma forma y así este oficio milenario parece tener en Inés González un fiel custodio por largo tiempo.
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