Cómo medir la calidad científica
Desde hace tiempo, uno de los temas más recurrentes en el ámbito de la ciencia es el de la evaluación del trabajo de los investigadores. La insistencia es más que comprensible porque de eso dependen desde los ascensos en la carrera y los subsidios hasta el prestigio personal. Pero hasta ahora, dada la compleja combinación de variables que hay que tomar en cuenta, no se encontró una fórmula que pueda cuantificar, precisa y equilibradamente, la calidad y pertinencia de lo que se produce en laboratorios, talleres y aulas universitarias.Sin embargo, decenas de editores y referentes de las más prestigiosas instituciones de la ciencia global acaban de avanzar un casillero: en una declaración acerca de la evaluación de la ciencia (San Francisco Declaration on Research Assessment o DORA, que generosamente me hizo llegar el doctor Hugo Scolnik), ellos dicen con todas las letras qué no hay que hacer.
Para corregir distorsiones, dicen, hay que dejar de utilizar el "factor de impacto" de las revistas científicas. Este indicador (un número calculado anualmente para cada publicación, basado en la cantidad de veces que sus artículos son citados por otras revistas) no debería ser utilizado como una medida "de la calidad de investigaciones individuales, para valorar las contribuciones de una persona ni para contratarla, promoverla u otorgarle financiación".
Entre otras, esta recomendación fue respaldada por más de 150 científicos destacados y 75 organizaciones, publicaciones y academias científicas. "El mal uso del «factor de impacto» es altamente destructivo e [...] introduce sesgos en las revistas contra la publicación de trabajos importantes en campos como las ciencias sociales y la ecología, que son menos citados", escribió nada menos que Bruce Alberts, editor en jefe de Science.
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