domingo, 25 de agosto de 2013

Encuentro anunciado con Massimiliano Gioni


En la Bienal pasa de todo cuatro días antes de que se inaugure oficialmente. Por los Giardini circulan los peces gordos del mercado y del ranking de ArtNews: Larry Gagosian, galerista top; François Pinault, mayor accionista de Christie's y dueño del Museo Punta della Dogana; Bernard Arnault, coleccionista y mandamás del grupo LVMH; Carlos Urroz, director de ARCO;, Manolo Borja Villel, director del Reina Sofía; Hans Ulrich Obrist, curador de la Serpentine Gallery; Hans Herzog de la colección Daros... y la lista sigue. En esos días, para el común de los mortales cruzar dos palabras con el director de la Bienal es una misión imposible, pero decir LA NACION y Buenos Aires resultó mágico. Francesca Valente, de la ufficio stampa de Gioni, me dio la oportunidad de las dos palabras. Fue al término de la entrega de los León de Oro que este año consagraron a Angola como el mejor pabellón nacional. Políticamente correcto.
Gioni, de 39 años, es el director más joven de la Biennale desde que fue creada en 1895 por Umberto de Savoya. Un globetrotter del arte -como lo bautizó Carol Vogel- que corre del New Museum de Nueva York a la Fundación Nicola Trussardi de Milán. Es presidente de ambos. Su bienal no tiene nada que ver con modelos anteriores. Ni el formato Harald Szeemann, ni el de Robert Storr. Parece montada a espaldas del mercado y de los grandes nombres. Reflexiva e intelectual. En el fondo, y lo admite Gioni: "Una bienal es una idea".
"Todo comenzó en una visita al Museo de Arte Folk, en la 65 y Broadway (mi mejor programa de tiempo libre en Manhattan). Durante la recorrida me topé con el proyecto delirante del ítalo-norteamericano Marino Auriti, que pretendía construir un museo imaginario para albergar la suma del saber. Todo quedó en la maqueta y esa maqueta se exhibe en los Arsenales. Diría que esta Bienal emula ese proyecto imposible y que tiene un concepto absolutamente borgeano.
-La Biblioteca de Babel, la erudición y ¿Xul Solar?
-Lo bueno de ser director de la Bienal es que uno cuenta con un gran equipo de colaboradores. Conocí la obra de Xul por Sofía Hernández y me pareció genial. Un tipo que imaginó una lengua universal como la panlengua es alguien fuera de lo común. La idea de utopía que atraviesa la obra del argentino tiene mucho que ver con Marino Auriti , y, cronológicamente es muy anterior.
-Uno de los cambios más visibles de esta edición es la estética de los Arsenales: un espacio museístico, blanco y ordenado.
-El caos está en otra parte. La cantidad de obras expuestas y el criterio abarcador exigía un orden expositivo. Nunca hubo tantas obras ni tantos artistas, y admito que he dejado muchas cosas afuera. El Palazzo Enciclopédico, ¿ No es acaso una utopía?
-La madre de todas las bienales es el espacio legitimador por excelencia, ¿qué se siente al ser el "dueño" de la plataforma?
-Me siento un privilegiado absoluto, porque tuve la gente, los medios la libertad para montar el proyecto que quería.
-El formato de los envíos nacionales fue modificado en San Pablo por la "selección" del curador. ¿Y en Venecia?
-Venecia no debe cambiar de formato; lo mejor que tiene es su carácter universal. Insisto: en tiempos globalizados el concepto de lo nacional se vuelve una prioridad. ¿De qué manera podría ver al mismo tiempo y en el mismo lugar la producción de China, Corea, Uruguay, Lituania y Chile, elegida por ellos mismos? Además, tiene su vértigo montar en un año y tres meses una muestra universal que será luego paradigma de las artes visuales..
http://www.lanacion.com.ar/1613064-encuentro-anunciado-con-massimiliano-gioni

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