RINCONCITOS SANJUANINOS
Las huellas de Galicia en una casona sanjuanina - Por Gustavo Martínez Puga
Están en las cerámicas con leyendas que trajo don Manuel Pesado Castro para inmortalizar su lugar de nacimiento en la tierra en la que logró ser un gran empresario.
sábado, 14 de septiembre de 2013
gmartinezpuga@tiempodesanjuan.com
Sobre el color borravino de la pintura de las paredes sobresaltan las cerámicas con dibujos y leyendas gallegas que don Manuel Pesado Castro trajo de su Galicia natal y las hizo poner en la casona que construyó en Santa Lucía, en Avenida Hipólito Irigoyen y Balcarce, allí donde se supo refugiar toda su familia después de que el terremoto del ´44 los dejara en la calle.
El apellido Pesado Castro está estrechamente ligado en el colectivo popular sanjuanino a la marcha de automóviles Chevrolet, debido a que fue el concesionario de los americanos en la provincia durante décadas y llegó a ser el primero en ventas en el país.
Pero también está vinculado a la actividad minera: Don Manuel, junto a Alejandro Garra, fueron los socios locales de una minera internacional y le dieron vida a Castaño Viejo, donde extrajeron plomo y plata y construyeron una ciudad con casas para los empleados.
En sus comienzos, don Manuel hizo construir su casona en Santa Lucía. Delegó la mano de obra en un ingeniero alemán muy amigo suyo, de apellido Fisher. En ese momento esas eran tierras para cultivo, incluso en la casona aún hoy hay un olivo que protegieron cuando se hizo la construcción con un gran cantero. Estiman que esa planta tiene, fácil, más de 150 años.
Nora Seguí de Pesado, esposa de Carlos Manuel –hijo mayor y único varón de los cuatro hijos que Don Manuel tuvo son Ida Polloni-, comentó que “la casona de Santa Lucía debe tener más de cien años y está construida íntegramente con gruesos paredones de adobes”.
La familia de Nora Seguí adquirió las partes a las hermanas de Carlos Manuel (Rosa, Elsa y Alicia Pesado Castro) y hoy la casona es para el disfrute de toda la familia, con grandes juntadas durante los sábados y domingos.
Es que el lugar es una invitación para relajarse. Sólo con mirar el extenso frente de más de 100 metros de la casona ya se puede transportar al San Juan de antaño: el paredón del frente, pasando la calle Balcarce, aún tiene los ventanales con rejas labradas en donde supieron estar los corrales de los animales.
La casona tiene más de una decena de cuartos con piso de madera, al menos tres comedores, una cocina con una máquina de café fija en una de sus paredes y un sótano que ya no funciona. El fondo, conectado al Sur, permite ver en lo bajo los viejos parrales que pertenecían a la propiedad de Don Manuel, la que se extendía hasta por donde hoy pasa la Ruta 20.
El jardín del fondo tiene diferentes niveles y escenarios, con caminitos y glorietas, y el plato fuerte es una inmensa pileta que en el verano se alimenta con agua de pozo.
Es en las paredes de ese fondo, donde seguramente Don Manuel Pesado Castro pasó grandes momentos, donde están las cerámicas finamente esculpidas, algunas con leyendas en gallego y otros con paisajes emblemáticos de esa región de España que vio partir a Manuel cuando era joven y entró al país por Buenos Aires.
Después de probar suerte en Chaco como hachero de los bosques de quebracho, Don Manuel terminó en San Juan, siendo uno de los empresarios más prósperos que tuvo la provincia y dejando huellas de su Galicia natal por donde anduvo.
http://www.tiempodesanjuan.com/notas/2013/9/14/huellas-galicia-casona-sanjuanina-gustavo-martinez-puga-39622.asp
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