domingo, 15 de septiembre de 2013

Le enseñó a hablar y con 19 años pudo decir mamá por primera vez


15/09/2013 HISTORIAS

Le enseñó a hablar y con 19 años pudo decir mamá por primera vez

MAESTRA HONORARIA. Hace 2 años, Rafaela Aciar fue a un acto y conoció a un chico hipoacúsico de 18 años que no sabía leer, escribir ni hablar. Ella quiso ser su maestra y ahora el joven sabe el abecedario. Por Marcos Ponce - Diario De Cuyo



   
Con trazos toscos y letras que sobrepasan el alto de los renglones, Pablo le mostró la hoja en donde escribió el abecedario de la A a la Z. Rafaela Aciar observó atentamente el papel y con una caricia en la espalda, le dio a entender que el trabajo, que al muchacho le llevó al menos 15 minutos realizar, estaba bien. Pero éste no fue el mayor logro que consiguió la caucetera con Pablo, que es hipoacúsico de nacimiento. Hasta hace dos años, el joven no sabía hablar, leer ni escribir. Y tras una tarea de hormiga, Rafaela logró que por primera vez, a los 19 años, pudiera decir “mamá”. Todo esto, a pesar de que la mujer, que es empleada municipal, no sabía cómo tratar a una persona con discapacidad auditiva.

“Todo fue prueba y error. Así las cosas fueron saliendo y ahora estamos cosechando los frutos”, dijo orgullosa la mujer.

Todo esto sucedió luego de que Rafaela Aciar, que es empleada de Acción Social del municipio de Caucete, conociera a Pablo Flores en una entrega de audífonos, hace 2 años. En ese momento, la mujer, notó que el joven hipoacúsico no sabía leer ni escribir y dedujo que esta situación lo volvía una persona totalmente aislada y casi incomunicada. “Apenas lo conocí, le ofrecí acompañarlo a su casa, con la intención fija de ofrecerle a él y a sus padres (Víctor Flores y Luciana Marín) que me dejaran que le enseñara a leer y escribir a Pablo. Luego de un mes, los papás lo pensaron y después de varias insistencias vinieron a mi casa y empecé a darle clases a Pablo”, relató Rafaela. Pero lo que resalta esta anécdota, es que esta mujer nunca pisó un centro de formación docente y mucho menos sabe cómo enseñar a una persona sorda. “Yo siempre colaboré con mi barrio y le enseñé a leer a muchos chicos de por acá, con eso me bastó”, dijo.

Al principio, a los papás de Pablo les costó aceptar que una extraña les ayudara en la educación de su hijo. Pero luego esto fue una bendición ya que el muchacho comenzó a dar muestras de lo aprendido. “Al medio año de que empezó a ir a clases, Pablo llegó a casa y me dijo mamá. Esa fue la primera vez que me lo decía, yo me largué a llorar y lo abracé como nunca lo había hecho”, contó Luciana, la mamá de Pablo, una anécdota de su vida materna por el cual tuvo que esperar 19 años para poder vivirla.

El impacto de las primeras emociones por el aprendizaje de caucetero, se fue diluyendo y volviéndose más cotidiano en la vida de los caseros de la finca que está en la localidad caucetera de El Rincón. Es que el único hijo de la pareja asiste a clases en la humilde vivienda del barrio Marayes, donde vive Rafaela. El joven asiste los martes y jueves durante una hora y media, y ya aprendió a contar e incluso escribe todas las letras del abecedario. “En unos meses más voy a empezar a enseñarle más palabras y también estimularlo con el habla”, comentó Rafaela sobre la planificación. Pero la maestra de Pablo no sólo se involucra en la educación del joven, sino que también lo acompaña en su salud. “La semana que viene vamos a ir al fonoaudiólogo para saber qué nivel de sordera tiene y qué tratamiento hay que hacerle”, dijo. Además, contó que se comunicó con Desarrollo Humano de la provincia para pedir una vivienda para los Flores.
http://www.diariodecuyo.com.ar/home/new_noticia.php?noticia_id=590427

No hay comentarios:

Publicar un comentario