Una fiesta
Abre ARCO, la feria de arte de Madrid que desafía la crisis económica
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MADRID.- Ya está todo en marcha para una nueva edición de ARCO, la feria de arte contemporáneo que en las últimas tres décadas le cambió la cara a la capital de los españoles. Del 19 al 23 de febrero, 219 galerías de 23 países, reunidas en el predio ferial camino de Barajas.
Este año viene con premio, porque la autoridades han anunciado una rebaja del IVA de 21 a 15,5 por ciento para la compra de obras de arte. Buena señal en un escenario que no pinta como el mejor. A Carlos Urroz, su actual director y sucesor de la ya mítica Rosina Gómez Baeza y de la galerista vasca Lourdes Fernández, que tuvo un paso fugaz al frente de la feria, le toca remar en dulce de leche.
Montar una feria, atraer a los coleccionistas y, sobre todo, lograr una identidad propia es una tarea titánica cuando hay una feria o bienal en el planeta cada siete días. Sin olvidar que ARCO perdió la chance de ser la punta de lanza de América latina en Europa con la creación de Art Basel Miami Beach en 2001.
Lástima, porque museos como el Reina Sofía, dirigido por el sagaz Manolo Borja Villel, han apostado por el arte de la región en sus colecciones y en las muestras temporarias. Ocurre, como afirma con razón el peruano Mario Testino, que es "nuestro turno... Nos toca".
Según impone el formato actual, la feria abrirá en dos tiempos: mañana será la "privada" para coleccionistas, especialistas, curadores y críticos. Una recorrida intimista y sin curiosos. Alfombra roja para mirar, elegir y cumplir el objetivo de toda esta gran movida: vender.
Pasado mañana, si todo sale como está previsto, serán los príncipes de Asturias quienes corten la cinta inaugural, y el viernes llegará el gran público. ARCO es muy popular en Madrid: más de 100.000 personas visitan los pabellones que este año tendrán como país invitado a Finlandia. Poco se sabe de los artistas que vienen del frío, por lo que será para muchos un descubrimiento. Son 13 las galerías finlandesas y es una política de la feria agasajar al país, porque ARCO es una feria pública y responde a una política de Estado. Los sponsors, como todo en España, han dado un tijeretazo a sus presupuestos. Tampoco estarán las comunidades autonómicas, que eran un suculento anabólico, ni las cajas de pensiones con sus compras institucionales.
Queda la esperanza de que los museos, con más paredes que colecciones, reúnan fondos para comprar arte contemporáneo en una oferta que va de Alex Katz a Miquel Barceló. La selección no será jamás la de las grandes subastas que en las últimas semanas fueron noticia en el mundo entero, pero siempre cabe la posibilidad de descubrir un artista y concretar el famoso bon marchéde los franceses.
La alcaldesa Ana Botella es la anfitriona de una fiesta del arte que es también la fiesta de Madrid. La oferta off ARCO es extraordinaria, con la joyita de una muestra consagrada a Cézanne en el Thyssen y la colección de Marlise y Aníbal Jozami, brasileña ella, argentino él, en el museo Lázaro Galdiano. Rector fundador de la Universidad de Tres de Febrero, Jozami ha sido uno de los más tenaces exploradores de la escena internacional en busca de nuevos contactos, posibles aliados en la difusión de nuestros artistas. Y los ha encontrado. Con su mujer formó una dinámica colección de arte argentino contemporáneo de Vic Muniz a Leandro Erlich, 90 obras seleccionadas por la curadora Diana Weschler.
ARCO ocupa un lugar en la agenda del tiempo libre de los madrileños y es un atractivo para los foráneos, que disfrutan de la atmósfera festiva y de las noches hasta que las velas no ardan. Nada que ver con Art Basel, el relojito suizo, modelo planetario fundado por Ernest Beyeler y lanzado al estrellato por Sam Keller.
El bueno de Sam es un gurú de cuarenta y pico, cabeza rapada y zapatillas que dice haber cambiado el puesto de un florista por el de arquitecto paisajista al dejar Art Basel para dirigir la Fundación Beyeler, el edificio más "humano" creado por Renzo Piano para albergar los Giacomettis más deseados del planeta. Piano tiene en su cartera de obras dos monumentales: el Pompidou de París y el nuevo edificio de The New York Times en Manhattan.
Carlos Urroz, un director con agallas y perfil bajo, ha doblado la apuesta por América latina con el espacio Solo Projects, que da oportunidad a las galerías que no llegan al ruedo mayor. Allí estarán Ignacio Liprandi, ya habitué, que fue coleccionista y candidato frustrado a ministro de Cultura de Macri, y que tiene una galería entrenada en la gimnasia de decir presente en las ferias internacionales.
Estarán también Nahuel Ortiz Vecino, con su nueva galería Barro, zona Usina de las Artes, aliado con Alberto Sendrás, bien conocido en el circuito, y Nora Fisch, galería en alza en las últimas ediciones de arteBA. En el pabellón central, dos clásicos: Jorge Mara y Del Infinito.
Julio Le Parc es el único artista que presenta la galería Del Infinito en ARCO. Mendocino de casi nueve décadas, el año pasado tuvo récord de público en el Palais de Tokio en París, después en la Daros de Río y se verá en Malba en junio. No hay edad para triunfar..
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