La obra de Federico García Lorca, escrita tras vivir casi un año en Nueva York entre 1929 y 1930, verá la luz en su concepción original 77 años después de la muerte del poeta
La editorial Galaxia Gutenberg/Círculo de Lectores publicará la semana que viene la versión original de Poeta en Nueva York, ya que la edición conocida hasta ahora, y publicada por primera ver en 1940 (cuatro años después de que Lorca fuera asesinado) incluía las modificaciones de su amigo y también escritor José Bergamín.
La nueva edición incluye un estudio minucioso del profesor Andrew A. Anderson, uno de los mayores expertos en Lorca, perteneciente a la Universidad de Virginia, así como reproducciones de los originales donde se puede leer el texto escrito a mano y las correcciones sobre las piezas mecanografiadas.
Precisamente las muchas correcciones del documento original fueron origen de controversia, aunque la obra que ahora verá la luz se considera la versión "definitiva".
La propiedad del manuscrito original también estuvo envuelto en la polémica. Lorca lo dejó en la editorial de José Bergamín el 13 de julio de 1936 sin que él estuviera presente, con una nota que decía: "He estado a verte y creo que volveré mañana". Pero el mañana nunca llegó, por lo que Lorca no pudo explicarle los pormenores del mismo, ya que fue ejecutado poco después, el 19 de agosto de ese año, por ser republicano y homosexual.
Este documento original estuvo en paradero desconocido durante mucho tiempo, hasta que en 1999 fue encontrado en posesión de la actriz Manuela Saavedra.
La Fundación Federico García Lorca batalló duramente en los tribunales para reclamar la propiedad del manuscrito a la actriz, pero finalmente la justicia dio la razón a Manuela Saavedra y la Fundación no tuvo más remedio que adquirirlo en 2003 a través de una subasta en Christie's por el precio de 200.000 euros.
El poemario original consta de 96 páginas mecanografiadas y 26 escritas a manos que encierran los 32 poemas que dan forma a uno de los libros más importantes del surrealismo.
El libro, premonitoriamente, iba a titularse, por consejo de Pablo Neruda, Introducción a la muerte. Cuando estalló la guerra civil, Bergamín se llevó el libro de Lorca al exilio. “Lorca quiere que se incluyan la gran mayoría, pero no todos. A los sobrantes se les ha dado en llamar huérfanos”, afirma Anderson en el prólogo.
Berganín intentó publicarlo en París, pero el ajetreo de su nueva vida en el extranjero, y probablemente a causa de las dudas o la imposibilidad de hallar algunos poemas que Lorca indicó que se incluyeran sin dejar copia, impidió que la empresa llegara a buen puerto. En ese tiempo, sin embargo, se realizaron dos versiones mecanografiadas que sirvieron para las primeras ediciones.
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