Por Leonardo Mindez
El premio Nobel pidió ampliar la mirada sobre el tema. Y coincidió con Francisco en que “no hay que limitarlos a los asesinatos de la dictadura”. Nueva defensa del papel de Bergoglio durante los años 70.
El Vaticano. Enviado Especial - 22/03/13
“Fue muy emocionante para los dos”. Así definió ayer Adolfo Pérez Esquivel su encuentro con el Papa Francisco en El Vaticano ante una veintena de periodistas que lo esperaron a la salida. Para este activista cristiano que dedicó su vida a la militancia por los derechos humanos en América latina y que fue distinguido con el Premio Nobel de la Paz en 1980, fue una ocasión singular. Se había reunido seis veces con Pablo VI y una más con Benedicto VXI, pero el de ayer fue su primer cara a cara con un Papa al que conoce personalmente desde hace años.“Es muy significativo para la Iglesia la elección de un Papa latinoamericano y argentino, que la saca del eurocentrismo y la abre a nuevos desafíos”, contó en una terraza romana bajo un sol de comienzo de primavera, con la Basílica de San Pedro de fondo. “Hablamos de los derechos humanos. El Papa fue claro en la necesidad de buscar verdad, justicia y reparación. Yo le señalé que los derechos humanos son integrales. Y que no hay que limitar a los asesinatos de la dictadura, sino también a la pobreza, el ambiente y la vida del pueblo”, explicó.
El Papa Francisco pareció concordar con esa preocupación. Le contó la anécdota ya conocida del momento en que su elección se comenzaba a concretar en el cónclave de cardenales de la Capilla Sixtina. Cuando el brasileño Claudio Hummes le susurró al oído que no se olvidase de “pensar en los pobres, en los más indefensos” y allí vino a él la imagen de San Francisco de Asís y la opción por su nombre como Sumo Pontífice. “Lo que más le preocupa es la situación de pobreza y marginalidad ”, observó el Nobel de la Paz.
Pérez Esquivel contó también que durante la charla de cerca de media hora en la biblioteca de la residencia de Santa Marta, Jorge Bergoglio se mostró “preocupado” por el debate que se disparó en la Argentina y repercutió en el mundo por su actuación durante la dictadura y le agradeció que haya salido en su defensa.
El mismo día de la elección, Pérez Esquivel fue de los primeros en tomar distancia de las acusaciones y ayer repitió sus argumentos ante los periodistas europeos y latinoamericanos: que el Papa “no fue cómplice de la dictadura”; que si bien “no estuvo en la avanzada por los derechos humanos, prefirió una diplomacia silenciosa ” que ayudó a salvar personas; que “el presidente de la Corte Suprema (Ricardo Lorenzetti) dijo que no hay pruebas contra Bergoglio ” y pidió recordar que “en ese entonces Bergoglio no era aún obispo”, dando a entender que, aún como superior de la orden de los jesuitas en la década del ‘70, sus responsabilidad y posibilidades eran menores a las de la jerarquía máxima de la Iglesia Católica Argentina, donde “sí hubo obispos cómplices de la dictadura”.
“Siempre hay reacciones de tipos que tratan de oponerse” ante una designación como esta, continuó Pérez Esquivel en referencia a las notas del periodista Horacio Verbitsky, de Página/12, quien publicó que Bergoglio entregó a dos sacerdotes jesuitas que fueron detenidos por la dictadura y luego liberados. “Creo que tiene muchos errores Verbitsky en hacer acusaciones de ese tipo”, agregó, aunque admitió que no había visto los últimos documentos publicados por el periodista.
“Esperemos que (la designación de Bergoglio como Papa) ayude al reencuentro de los argentinos”, dijo, y se mostró esperanzado después de la conversación de Francisco con la Presidenta, Cristina Kirchner: “Creo que fue muy importante el acercamiento entre ambos. Esperemos que se profundicen esas relaciones”.
“Los primeros signos (del papado de Francisco) son muy positivos”, evaluó. Pero avisó: “El Papa solo no puede.
Hay que ayudarlo. Tiene que armar equipos con fuerza. Si se los ayuda, podrá avanzar”. Y se comprometió a ponerse a su servicio para colaborar en el vínculo con las comunidades cristianas de base.
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