Bajo las calles de la ciudad capital hay pasadizos que se han convertido en atracción cultural. Gracias al trabajo de unos investigadores ahora se conoce y valora este patrimonio.
Por Alejandra Varela
Los símbolos satánicos que las descaradas estatuas de la Plaza
Moreno le regalan a la majestuosa Catedral, hablan de la importante
tradición masónica de la ciudad de La Plata pero también de un modo
ficcional de acercarse a la reconstrucción de datos históricos.
Son muchos los testigos que afirman la existencia de un pasadizo que nace en el escenario del Colegio Normal 1, o los que sostienen que todavía perdura un túnel en la Catedral que le permitiría al cura párroco trasladarse sin ser visto. Algunos más osados se deciden a poner a prueba las palabras y los pocos datos escritos, para descubrir si realmente los túneles platenses son una ilusión o un remanente del pasado que todavía puede encontrarse.
“El primero que tomó el tema de los túneles fue Gualberto Reynal en su libro La historia oculta de la ciudad de La Plata , hasta entonces eran versiones que corrían de boca en boca”, explica Ezequiel Aldazábal mientras reconstruye la pesquisa que lo llevó a reencarnar esa herencia del asombro por conocer la historia más próxima. “Muchos critican a Reynal por su tono volado y esotérico pero nosotros lo que destacamos es que fue el primer escritor platense que formalizó esos mitos urbanos.”
La búsqueda
Dos jóvenes estudiantes de museología y ciencias de la comunicación construyen la armadura de su investigación entre las múltiples contradicciones y coincidencias que presentan las herramientas de la historia oral. Se internan en los laberintos de la administración pública, donde los túneles jamás aparecen documentados, pero consiguen acumular información del saber popular entre los antiguos y nuevos empleados. Sospechan que esos túneles pueden no existir pero los estimula la creación misma de la fábula.
“Nunca, históricamente, un túnel figura en los planos”, aclara Agustín Natansohn. “Ya sea de un edificio del 1500 hecho sin mucho cuidado o de un edificio del 1800 bien hecho, siempre fueron construcciones que están por fuera de la legalidad”.
Mientras se abrían paso entre la intuición y el resguardo de algún historiador, impresionado por la pericia de estos jóvenes estudiantes, Natansohn y Aldazábal lograron reconstruir en una maqueta 3D, las dimensiones y características del posible túnel, basándose en los testimonios de ex conscriptos del Regimiento 7, uno de los escenarios del libro Operación Masacre de Rodolfo Walsh, el lugar donde comenzaría la leyenda. “Teniendo las dimensiones desde afuera, guiándonos por la tapa y basándonos en otro tipo de túneles que se comentaban y tienen las mismas dimensiones en ancho y en profundidad. Lo único que no coincidía eran los testimonios que describían un techo abovedado, ya que tiene techo plano, pero es evidente hasta qué punto la historia oral puede servir para llegar a una reconstrucción bastante certera. Cuando abrimos y vimos que la estructura era igual en dimensiones nos empezamos a guiar por eso. Estaba todo oscuro abajo y calculábamos que faltaban tantos metros para la otra pared.” Detalla Aldazábal mientras se encarga de delinear el recorrido en un plano de la ciudad: “Llegamos a diferenciar tres tipos de túneles. Dejamos aparte el tema de los arroyos entubados que son importantes en dimensiones. Identificamos los pasadizos que comunican internamente a las instituciones y el túnel principal del mito que se inicia en Plaza Islas Malvinas y correría todo por el eje fundacional, calles 51 y 53 hasta Plaza San Martín y de ahí hasta la estación de trenes”.
Un día el túnel se abrió. La Municipalidad de La Plata puso a sus empleados a sacar la tierra que los militares habían usado para cubrirlo, a quitar el agua que durante treinta años se había mantenido cristalina y hoy lo presentan como una nueva sala de exposiciones del Centro Cultural Islas Malvinas, donde a partir de 1917 y hasta los años setenta funcionó el Regimiento 7. No se trata del túnel principal, el que realmente construye el mito, sino de un pasadizo interno que comunicaba el casino de oficiales con la enfermería. “Tiene que haber en la misma plaza otra entrada que es la de este túnel principal, nos indicaron en testimonios en qué sector de la plaza estaba y que tenía una reja”, y Aldazábal deja ver que la aventura recién comienza, que se trata de una investigación que seguramente encontrará en el desarrollo de la ciudad, en sus construcciones, un límite para terminar de comprobar la leyenda.
Los platenses se acercan a visitar este espacio desenterrado donde las paredes están húmedas y una serie de esculturas en huesos y material descartable compiten por momentos con el interés que puede despertar este sitio en su valor arqueológico.“Esta agarradera es del año 1917, está totalmente oxidada porque estuvo bajo el agua durante tantos años, la hemos querido preservar para que la gente la vea”, cuenta Horacio Alvarez, director del centro cultural. “Estos ladrillos son más largos, más grandes, son de la época. Los zócalos que son más anchos, más gruesos. Pisos, paredes y techo se conservan tal cual, más allá de poner esas bombas que están drenando agua constantemente y las cuestiones de seguridad puntuales. Nos interesa jugar con las luces, la historia y la obra de Gustavo Venturini.” La recopilación de datos permite pensar que los túneles se habrían construido entre 1914 y 1917, durante la gobernación del conservador Marcelino Ugarte que permaneció en el poder hasta que la provincia fue intervenida en 1917 por el presidente Hipólito Yrigoyen. Corresponderían a un plan de evasión militar “por el eje están todos los organismos públicos y eclesiásticos más importantes, Casa de Gobierno, Legislatura, Municipalidad, la Catedral, el Departamento de Policía“, enumera Aldazábal, “sería un proyecto militar como vía de escape ante cualquier eventualidad de los funcionarios que por esta razón terminaría en la estación de trenes”.
Pala y escoba
Natansohn y Aldazábal parecen los personajes de un policial negro que alejados de cualquier soporte institucional entienden que los mitos se convierten en una forma de acercarse a lo real cuando no se encuentra una explicación precisa y documentada de los hechos “Sobre este tema no hay bibliografía, es un trabajo que requiere permanentemente de los saberes populares, es mediante la experiencia de vida de distintos platenses que se va construyendo esta historia. Por eso la mayor forma de avanzar fue partir de personas puntuales que surgen después de hablar con mucha gente.
Es una recolección de fuentes perdidas para poder reconstruir una historia que no está escrita”, señala Natansohn.
Gritos y balazos
Esta investigación fue tomada por la ONG Urdimbre Popular, a partir de la publicación que los inquietos estudiantes realizaron en su blog. Su presidente, Gustavo Petró, se desempeña como director de Gestión y Articulación Ciudadana de la Municipalidad de La Plata y consiguió que el Consejo Deliberante declarara de interés el proyecto que involucra a los túneles y espacios subterráneos. En ese momento Natansohn y Aldazábal vivieron con felicidad la noticia, ya que se estaba cumpliendo la última voluntad de Reynal, el escritor que en los años noventa logró fascinar con su libro a muchos platenses al entender que la narración de la historia también puede construirse a partir de saberes no académicos, que su existencia plantea una pregunta que persiste en el imaginario y consigue tener una materialidad.
Los gritos de los fusilados, los sonidos de las balas quedaron para siempre en la pluma de Walsh y en el recuerdo de los testigos que ayudaron a reconstruir los asesinatos de 1956, durante el alzamiento del general Juan José Valle. Algunas versiones le dan a ese túnel un lugar dramático en los hechos, ya que los militares habrían intentado pasar por allí el cadáver del teniente coronel Oscar Cogorno.
Su vallado de metal en el techo, que lo convertiría en un refugio antibalas, también le sirvió de resguardo a Yrigoyen en pleno golpe de estado de 1930. El túnel le habría permitido trasladarse desde la casa de gobierno hasta el Regimiento 7 donde los militares de ese destacamento tenían cierta afinidad política con el presidente que por esos días se vio obligado a firmar su renuncia.
La estructura de estos espacios impone un lenguaje, cada decisión que se toma sobre la manera de habitarlo, qué se preserva o transforma y qué acciones conviven, es definitiva porque puede operar como un obstáculo frente al modo de hablar de su pasado. “Lo más importante es resignificar el lugar de lo que era a lo que es hoy con la posibilidad de encontrar casi un ámbito distinto, sin dejar de pensar en la historia”, responde Alvarez desde su rol institucional. “Pensar que hoy es un espacio cultural, nos marca un camino interesantísimo porque nada mejor que la cultura para abrirnos las puertas a distintas expresiones.” El tunel puede visitarse los viernes, sabados y domingos de 15 a 21 en el Centro Cultural Islas Malvinas ubicado en calle 19 y 51. La muestra actual se titula “Recuerdos” y es de Veronica Fadon. El blog de Natansohn y Aldazabal es www.tunelesdelaciudad.blogspot.com.ar
http://www.revistaenie.clarin.com/ideas/historia/tuneles-magicos-misteriosos-Plata_0_942505761.html
Son muchos los testigos que afirman la existencia de un pasadizo que nace en el escenario del Colegio Normal 1, o los que sostienen que todavía perdura un túnel en la Catedral que le permitiría al cura párroco trasladarse sin ser visto. Algunos más osados se deciden a poner a prueba las palabras y los pocos datos escritos, para descubrir si realmente los túneles platenses son una ilusión o un remanente del pasado que todavía puede encontrarse.
“El primero que tomó el tema de los túneles fue Gualberto Reynal en su libro La historia oculta de la ciudad de La Plata , hasta entonces eran versiones que corrían de boca en boca”, explica Ezequiel Aldazábal mientras reconstruye la pesquisa que lo llevó a reencarnar esa herencia del asombro por conocer la historia más próxima. “Muchos critican a Reynal por su tono volado y esotérico pero nosotros lo que destacamos es que fue el primer escritor platense que formalizó esos mitos urbanos.”
La búsqueda
Dos jóvenes estudiantes de museología y ciencias de la comunicación construyen la armadura de su investigación entre las múltiples contradicciones y coincidencias que presentan las herramientas de la historia oral. Se internan en los laberintos de la administración pública, donde los túneles jamás aparecen documentados, pero consiguen acumular información del saber popular entre los antiguos y nuevos empleados. Sospechan que esos túneles pueden no existir pero los estimula la creación misma de la fábula.
“Nunca, históricamente, un túnel figura en los planos”, aclara Agustín Natansohn. “Ya sea de un edificio del 1500 hecho sin mucho cuidado o de un edificio del 1800 bien hecho, siempre fueron construcciones que están por fuera de la legalidad”.
Mientras se abrían paso entre la intuición y el resguardo de algún historiador, impresionado por la pericia de estos jóvenes estudiantes, Natansohn y Aldazábal lograron reconstruir en una maqueta 3D, las dimensiones y características del posible túnel, basándose en los testimonios de ex conscriptos del Regimiento 7, uno de los escenarios del libro Operación Masacre de Rodolfo Walsh, el lugar donde comenzaría la leyenda. “Teniendo las dimensiones desde afuera, guiándonos por la tapa y basándonos en otro tipo de túneles que se comentaban y tienen las mismas dimensiones en ancho y en profundidad. Lo único que no coincidía eran los testimonios que describían un techo abovedado, ya que tiene techo plano, pero es evidente hasta qué punto la historia oral puede servir para llegar a una reconstrucción bastante certera. Cuando abrimos y vimos que la estructura era igual en dimensiones nos empezamos a guiar por eso. Estaba todo oscuro abajo y calculábamos que faltaban tantos metros para la otra pared.” Detalla Aldazábal mientras se encarga de delinear el recorrido en un plano de la ciudad: “Llegamos a diferenciar tres tipos de túneles. Dejamos aparte el tema de los arroyos entubados que son importantes en dimensiones. Identificamos los pasadizos que comunican internamente a las instituciones y el túnel principal del mito que se inicia en Plaza Islas Malvinas y correría todo por el eje fundacional, calles 51 y 53 hasta Plaza San Martín y de ahí hasta la estación de trenes”.
Un día el túnel se abrió. La Municipalidad de La Plata puso a sus empleados a sacar la tierra que los militares habían usado para cubrirlo, a quitar el agua que durante treinta años se había mantenido cristalina y hoy lo presentan como una nueva sala de exposiciones del Centro Cultural Islas Malvinas, donde a partir de 1917 y hasta los años setenta funcionó el Regimiento 7. No se trata del túnel principal, el que realmente construye el mito, sino de un pasadizo interno que comunicaba el casino de oficiales con la enfermería. “Tiene que haber en la misma plaza otra entrada que es la de este túnel principal, nos indicaron en testimonios en qué sector de la plaza estaba y que tenía una reja”, y Aldazábal deja ver que la aventura recién comienza, que se trata de una investigación que seguramente encontrará en el desarrollo de la ciudad, en sus construcciones, un límite para terminar de comprobar la leyenda.
Los platenses se acercan a visitar este espacio desenterrado donde las paredes están húmedas y una serie de esculturas en huesos y material descartable compiten por momentos con el interés que puede despertar este sitio en su valor arqueológico.“Esta agarradera es del año 1917, está totalmente oxidada porque estuvo bajo el agua durante tantos años, la hemos querido preservar para que la gente la vea”, cuenta Horacio Alvarez, director del centro cultural. “Estos ladrillos son más largos, más grandes, son de la época. Los zócalos que son más anchos, más gruesos. Pisos, paredes y techo se conservan tal cual, más allá de poner esas bombas que están drenando agua constantemente y las cuestiones de seguridad puntuales. Nos interesa jugar con las luces, la historia y la obra de Gustavo Venturini.” La recopilación de datos permite pensar que los túneles se habrían construido entre 1914 y 1917, durante la gobernación del conservador Marcelino Ugarte que permaneció en el poder hasta que la provincia fue intervenida en 1917 por el presidente Hipólito Yrigoyen. Corresponderían a un plan de evasión militar “por el eje están todos los organismos públicos y eclesiásticos más importantes, Casa de Gobierno, Legislatura, Municipalidad, la Catedral, el Departamento de Policía“, enumera Aldazábal, “sería un proyecto militar como vía de escape ante cualquier eventualidad de los funcionarios que por esta razón terminaría en la estación de trenes”.
Pala y escoba
Natansohn y Aldazábal parecen los personajes de un policial negro que alejados de cualquier soporte institucional entienden que los mitos se convierten en una forma de acercarse a lo real cuando no se encuentra una explicación precisa y documentada de los hechos “Sobre este tema no hay bibliografía, es un trabajo que requiere permanentemente de los saberes populares, es mediante la experiencia de vida de distintos platenses que se va construyendo esta historia. Por eso la mayor forma de avanzar fue partir de personas puntuales que surgen después de hablar con mucha gente.
Es una recolección de fuentes perdidas para poder reconstruir una historia que no está escrita”, señala Natansohn.
Gritos y balazos
Esta investigación fue tomada por la ONG Urdimbre Popular, a partir de la publicación que los inquietos estudiantes realizaron en su blog. Su presidente, Gustavo Petró, se desempeña como director de Gestión y Articulación Ciudadana de la Municipalidad de La Plata y consiguió que el Consejo Deliberante declarara de interés el proyecto que involucra a los túneles y espacios subterráneos. En ese momento Natansohn y Aldazábal vivieron con felicidad la noticia, ya que se estaba cumpliendo la última voluntad de Reynal, el escritor que en los años noventa logró fascinar con su libro a muchos platenses al entender que la narración de la historia también puede construirse a partir de saberes no académicos, que su existencia plantea una pregunta que persiste en el imaginario y consigue tener una materialidad.
Los gritos de los fusilados, los sonidos de las balas quedaron para siempre en la pluma de Walsh y en el recuerdo de los testigos que ayudaron a reconstruir los asesinatos de 1956, durante el alzamiento del general Juan José Valle. Algunas versiones le dan a ese túnel un lugar dramático en los hechos, ya que los militares habrían intentado pasar por allí el cadáver del teniente coronel Oscar Cogorno.
Su vallado de metal en el techo, que lo convertiría en un refugio antibalas, también le sirvió de resguardo a Yrigoyen en pleno golpe de estado de 1930. El túnel le habría permitido trasladarse desde la casa de gobierno hasta el Regimiento 7 donde los militares de ese destacamento tenían cierta afinidad política con el presidente que por esos días se vio obligado a firmar su renuncia.
La estructura de estos espacios impone un lenguaje, cada decisión que se toma sobre la manera de habitarlo, qué se preserva o transforma y qué acciones conviven, es definitiva porque puede operar como un obstáculo frente al modo de hablar de su pasado. “Lo más importante es resignificar el lugar de lo que era a lo que es hoy con la posibilidad de encontrar casi un ámbito distinto, sin dejar de pensar en la historia”, responde Alvarez desde su rol institucional. “Pensar que hoy es un espacio cultural, nos marca un camino interesantísimo porque nada mejor que la cultura para abrirnos las puertas a distintas expresiones.” El tunel puede visitarse los viernes, sabados y domingos de 15 a 21 en el Centro Cultural Islas Malvinas ubicado en calle 19 y 51. La muestra actual se titula “Recuerdos” y es de Veronica Fadon. El blog de Natansohn y Aldazabal es www.tunelesdelaciudad.blogspot.com.ar
http://www.revistaenie.clarin.com/ideas/historia/tuneles-magicos-misteriosos-Plata_0_942505761.html
No hay comentarios:
Publicar un comentario