Una profesión a jerarquizar Por Ricardo Braginski

20/06/13

Hubo un tiempo en que a los docentes –generalmente mujeres– se los identificaba como “la segunda mamá”. La figura describía, con bastante precisión, el espíritu de época: hogares homogéneos, una escuela contenedora cuya misión era compartida por la sociedad, y una imagen del maestro (o maestra) que aún conservaba su prestigio.
Pero resulta que el mundo apretó el acelerador en los últimos años. La revolución tecnológica, así como la mayor apertura de las sociedades, llenaron de grietas a estructuras sólidas como la escuela. El conocimiento dejó de estar en un sólo lugar y comenzó a filtrarse por todos lados. Hoy la escuela está abierta a un mundo lleno de incertidumbres, pero también de oportunidades.
Todo está en proceso de cambio, todo se mueve. Y también está en continua revisión la figura del docente, cuyo rol hace tiempo que dejó de ser el de la segunda mamá. Maestros y profesoras ocupan hoy el lugar de articuladores de los conocimientos socialmente compartidos.
Pero nadie puede “articular” bien situaciones tan complejas si no cuenta con una formación profesional acorde con el desafío, que le permita conocer en profundidad las materias básicas que necesitan los pibes para el exigente mundo de hoy, pero también las formas de transmitir los conocimientos, y un compromiso ético con la educación.
Cada vez son más los argentinos que estudian para ser docentes. Jóvenes motivados para una profesión que debe seguir jerarquizándose, si realmente aspiramos, como todos decimos, a una educación de calidad.
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