08/08/2013 REALIDAD
Patrimonio jachallero
"Si te pones a viajar pueda ser que encuentres ciudades sin murallas,
sin leyes, sin riquezas, pero ninguna sin templo, sin dioses, ni
oraciones.''
Prof. Leonor Paredes de Scarso (*)
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Todo es acelerado y ahí vemos que se prescinde de apelar al pasado a través de la conservación y transmisión del Patrimonio Cultural. Hacer cortes culturales, olvidando o menospreciando las diferentes etapas del pensamiento, el obrar de los hombres, mujeres y de los valores que los adornaron, nos conduce a una enseñanza vacía, llena de contenidos sin raíces y continuidad histórica.
Merece ser conservado lo que atesora valores tradicionales y ello debe hacerse en función de esos valores, según Patricio Randle. Jáchal es la Patria chica, es la depositaría de recuerdos históricos y asociaciones mentales. Sus lugares geográficos: como el valle, sus montañas, sus arroyos, su paisaje y hasta sus olores son lugares de hondos afectos y exaltación.
Hoy más que nunca es un imperativo cuidar como algo sagrado y valorar en su medida todo el acervo cultural. No hacerlo como corresponde es dilapidar algo que nos ha sido pasado por herencia de generación en generación y que define la identidad de un pueblo, es decir la Tradición.
En 1601 el Obispo de Santiago Pérez de Espinosa fundó 11 doctrinas o parroquias rurales en Cuyo, una de ellas fue Jachalí de Angacao. La primera capilla a orillas del río homónimo debió ser pequeña y de materiales muy rústicos. Nosotros creemos que cuando el Obispo Espinosa funda la doctrina, Jáchal ya contaba con una población de españoles peninsulares, pueblos originarios y mestizos, pasado el tiempo se construye otra iglesia que se denomina como la "'iglesia vieja'' o de "'san Miguel'', en las cercanías del Automóvil Club, actual.
Recién en 1751 don Juan de Echegaray funda la Villa en su actual emplazamiento, se repartieron los sitios y el número de vecinos fue de 462. La sociedad se agrupó desde los orígenes de la Villa alrededor de la Iglesia. En ese templo es donde se inicia la tarea administrativa en áreas que luego continuaría la autoridad civil (Ver foto).
Si bien el templo primero estuvo orientado hacia el Norte y que fue obra del padre José Gregorio Garfias quien dejó las anotaciones de todo lo referente al mismo en el llamado Libro de Fábrica.
Luego se construyó uno más amplio de acuerdo a las necesidades de la población, mirando al Oriente, pero como en 1859 estaba ruinoso se nombró una Comisión para levantar un nuevo templo siendo el presidente don Martín Rodríguez. Fray padre Moisés Burela fue el encargado y hacedor de la construcción. El templo fue bendecido por el entonces Obispo de San Juan de la Frontera fray José Wenceslao Achával. El padrino fue don Agustín Gómez, gobernador de la provincia. El templo atesora un patrimonio de gran valor, como la imagen de san José titular de la parroquia, procedente del Alto Perú llego a Jáchal en 1690. En 1783 el padre Garfias encargó a la Villa de Imperial del Potosí el famoso Cristo o Señor de la Agonía o el Cristo de Nuestros Padres, este último nombre colocado por monseñor ítalo Di Stéfano.
El templo tenía 48,60 m. de largo. 17,40 m de ancho. 3 naves separadas por 10 columnas cada una. El 27 de octubre de 1894, la fachada se resintió por efectos del terremoto de ese año, siendo restaurado por el párroco José Echegaray. En 1918 fue refaccionado por el párroco don Patricio López del Campo. Luego en 1946/47 se hace una restauración por obra del párroco José Mazzon. Monseñor Ildefonso María Sansierra ennobleció a este histórico Templo con el título de Santuario Arquidiocesano. Fue declarado Monumento Histórico Nacional en 1978.
Motiva escribir este artículo la publicación en DIARIO DE CUYO de fecha 27 de junio de 2013, firmada por damas jachalleras, con el título de "'Patrimonio Cultural Postergado'' donde se refieren a que hace más de un año las obras en el Santuario Arquidiocesano se paralizaron y nadie da un respuesta. Así como también el hecho de que hay una Comisión Pontificia referido a los Bienes Culturales de la Iglesia que debe articular los contactos y diálogos con organismo oficiales y privados para que de una manera u otra se ocupen de los Bienes Culturales. Todo debe ser preservado y muy cuidado hasta que se restaure el edificio del templo, para ser transmitido a las futuras generaciones.
(*) Miembro de Número de la Junta de Historia Eclesiástica Argentina.
http://www.diariodecuyo.com.ar/home/new_noticia.php?noticia_id=584939
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