publicado en http://www.diariodecuyo.com.ar/home/new_noticia.php?noticia_id=619391
Paulina Rotman. Foto: Daniel Arias |
No podía ser que San Juan, "la tierra del sol'' no tuviese un elemento identificatorio para darle sentido al nombre adquirido popularmente. De algún modo, eso fue lo que pensó el ingeniero civil, Jorge Mallamaci, cuando comenzó a delinear lo que sería la Senda del Peregrino, un camino de asfalto de 29 kilómetros de extensión realizado exclusivamente para los peatones y ciclistas que van a la Difunta Correa desde Caucete. El profesional quería que se distinguiese del resto de sendas y caminos. Por eso, con su equipo de trabajo, propuso adosarle dos particularidades: siete paradores donde los promesantes pudiesen hacer un alto en la caminata para descansar pero también dotado de equipamiento como para sentarse, tener sombra, hasta incluso comerse un asado. El otro gran detalle fue un reloj de sol, justamente pensando en ese nombre popular, en el último punto antes del ingreso al paraje. Así fue como desde el 2011 -fecha en que se inauguró oficialmente la senda en cuestión- San Juan cuenta con un único reloj de sol, un instrumental sencillo que remite a la antiguedad, pero que permite conocer con sólo pararse enfrente, el verdadero horario marcado por el trayecto del sol (que no necesariamente coincide con la hora reloj. VER RECUADRO). Tiene, a diferencia de muchos otros instalados en el país, grandes dimensiones y está realizado en hormigón como estructura y chapas de acero donde se reflejan los rayos. A pesar de esas características que lo convierten en un atractivo turístico y una curiosidad científica, no siempre es tenido en cuenta por quién visita el lugar, ya que a esta altura de las circunstancias, ese monumento está descuidado, está poblado de dibujos y pintadas, hasta hay huellas de humedad en la construcción, lo que le quita un poco de brillo al instrumental. De todos modos, funciona a la perfección. La idea de incorporar este elemento de medición del tiempo a alguna obra pública hacía rato que le rondaba al ingeniero Mallamacci. Lo soñó y calculó en sus borradores en más de una oportunidad. Pero la falta de espacio real o la sombra que daban los edificios cercanos impidiendo cumplir el objetivo lo hicieron desistir su anhelo. Hasta que en el 2008 se empezó a trabajar en este camino alternativo y él se presentó con un proyecto concreto. "No había excusas: terreno sobraba y no había nada alrededor que nos impidiese que el sol se reflejara en su máxima expresión. Así es que lo propuse con las intenciones de darle al camino un sentido estético y un aporte cultural. De inmediato, Raúl Tello que en ese momento estaba al frente de Vialidad Provincial y por ende, se hacían cargo de la obra, se interesó por la propuesta y lo aceptó\'\', recuerda Mallamaci, quien tuvo en sus manos cuando todavía estaba ligado a MPC Consultora (ahora tiene su propio estudio de Arquitectura e Ingeniería con su nombre), el diseño del Conector Sur e inclusive hace apenas unos años la dirección de la construcción Biblioteca del Congreso de la Nación, entre otras grandes obras. En realidad, quien lo inspiró fue su tío Tranquillo, hermano de su papá, un italiano llegado a la Argentina en 1934, con solo 10 años, a quien le fascinaba mirar el cielo, contemplar las estrellas y disfrutar de los rayos del sol. De él, podría decirse, que tanto Jorge heredó el gusto por el universo. "No podía hacerlo solo. Necesitaba del asesoramiento profesional de una persona entendida en el tema entonces le pedí ayuda a mi primo, Claudio Mallamaci, que es astronómo. El me mostró distintos tipos de relojes de sol, porque hay muchas alternativas. Finalmente nosotros lo diseñamos con la idea de transmitir cómo se medía el tiempo en el pasado, en ese entonces cuando no era necesario cambiar la hora, como se hace ahora\'\', explica el ingeniero que invirtió un mes de estudio hasta llegar al reloj que quería. Según su relato lograrlo no fue nada complicado, bastaba conocer la ubicación, respecto de la latitud y longitud en que se ubicaría, y así entonces colocaron el eje y los otros elementos del instrumento. "En ese entonces propusimos un instructivo para que la gente aprendiera a medir la hora solar y a su vez un explicativo de qué significaba la hora solar. Me parecía que era algo interesante para chicos y grandes, algo diferente en un lugar que podría tener muchos relojes de sol para reflejar la importancia que tiene este astro en nuestra tierra'', asegura, convencido que ni en Zonda ni en la zona de El Leoncito, en Barreal, debería faltar un instrumental como este. |
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