07/04/2014 REALIDAD
Fuentes de la lectura
Marisa Verónica Parra Marrello (*)
Hoy se concibe a la biblioteca como una fuerza activa y vivaz, como acción para el fomento y desarrollo del conocimiento y la información, en donde el bibliotecario no se sienta a esperar al usuario lector, sino que sale a buscarlo, a incitarlo, a motivarlo. Es decir, despertar al lector que hay en toda persona y desarrollarle el hábito y gusto por la lectura.
La biblioteca realiza estas actividades de extensión cultural, relacionadas íntimamente con el patrimonio de su colección, destinadas a inducir al goce estético y a la recreación. Es que a partir de ello se revaloriza el concepto de la promoción de la lectura como el de la práctica social propuesta a animar, difundir y promover ocasiones de lectura con niños, jóvenes y adultos, fortaleciendo fundamentalmente el vínculo biblioteca-comunidad.
Entre una de sus acciones de extensión bibliotecaria más difundidas se encuentra "La hora del cuento'', la que constituye un proceso que ayuda a crecer; que potencia el desarrollo personal; que de alguna manera da vida a los personajes, poniendo en relación a los protagonistas de esta aventura de leer y escuchar: el lector y la historia narrada.
La animación es una actuación intencional que, con estrategias de carácter lúdico y creativo, trata de transformar actitudes y cualidades individuales y colectivas en torno a la lectura.
Para la biblioteca moderna es prioritario el formar lectores y desarrollar actividades encaminadas a descubrir no sólo el placer de leer, sino el valor y la utilidad de la lectura. Sea cual sea la concepción que se tenga de la biblioteca y la misión que ésta se haya trazado en el campo educativo, informativo, de apoyo a la comunidad, de investigación, etc., debemos tener siempre presente que un individuo lector con una actitud positiva frente a la lectura, será siempre un usuario potencial de la biblioteca y estos usuarios son los que en última instancia nos garantizarán la existencia en el medio.
La lectura frecuente de cuentos contribuye a aumentar el vocabulario; sirve como ejercicio para entrenar el cerebro, la concentración, la toma de decisiones en forma barata sin grandes costos económicos. La lectura vale como patrón del sueño, pues si se comienza a tener el hábito de leer antes de dormir, la actividad funcionará como un aviso para el cerebro y cuerpo, mandando señales de que ya es tiempo de descansar. Con el hábito lector, siempre se tendrá un tema de conversación; es un ejercicio que mejora la memoria, reduce el estrés y podrá lograrse el anhelado desarrollo social y emocional del ser humano. De ahí, la importancia de la labor docente de la biblioteca como institución educativa al servicio de la comunidad.
Cuando se habla de promoción de lectura, casi siempre se piensa en acciones que giran alrededor de los niños. La niñez es considerada la mejor etapa para iniciar al individuo en el disfrute y deleite de las narraciones. Sin embargo, es importante tener en cuenta que los niños no conforman un segmento aislado en la comunidad. Tanto su conducta, como sus preferencias, sus destrezas, sus hábitos se desarrollan y manifiestan en la vida cotidiana. Por consiguiente la promoción de lectura debe realizarse en un marco integral y natural, donde se involucren a los padres, maestros, vecinos, amigos, hermanos, abuelos, etc.
La biblioteca constituye un lugar de acción pedagógica autónoma, a través de la organización de una gran diversidad de materiales (impresos, audiovisuales, electrónicos, etc) que permite, con la mediación comprometida del bibliotecario, generar espacios de lectura que trascienden el marco de la institución educativa y se proyecten a la vida.
Crear, recrear, recuperar, utilizar, seleccionar y difundir información que se produce en su ámbito, constituye un desafío cotidiano para el bibliotecario. Todo ello en función de lograr lectores autónomos. Para ello se le ofrecerán lecturas y materiales diversos, generando el encuentro que permita descolarizar la lectura y promover el placer de leer en todos los ámbitos.
La lectura es considerada como "...un medio para lograr la autonomía porque permite decidir qué es lo que queremos aprender, en qué momento y en cuáles circunstancias''. "Es una actividad que exige la participación creativa del niño, del joven, el adulto y en el cual todas las personas tienen la capacidad de escoger, imaginar y criticar; por lo tanto ayuda a formar su autonomía, independencia; y, a dar sentido y coherencia a la información que recibe por otros medios''.
El bibliotecario como activo gestor, como animador social contribuye a formar lectores, cuando ofrece diversidad de materiales (impresos, audiovisuales y electrónicos); garantiza un fácil acceso a la información y a todas las acciones desarrolladas en la Biblioteca; aporta a los lectores propuestas libres, abiertas, flexibles que consideren sus conocimientos, sus experiencias, sus relaciones con la comunidad, sus gustos, sus necesidades interiores.
(*) Bibliotecaria Nacional. Matrícula profesional 068.
La biblioteca realiza estas actividades de extensión cultural, relacionadas íntimamente con el patrimonio de su colección, destinadas a inducir al goce estético y a la recreación. Es que a partir de ello se revaloriza el concepto de la promoción de la lectura como el de la práctica social propuesta a animar, difundir y promover ocasiones de lectura con niños, jóvenes y adultos, fortaleciendo fundamentalmente el vínculo biblioteca-comunidad.
Entre una de sus acciones de extensión bibliotecaria más difundidas se encuentra "La hora del cuento'', la que constituye un proceso que ayuda a crecer; que potencia el desarrollo personal; que de alguna manera da vida a los personajes, poniendo en relación a los protagonistas de esta aventura de leer y escuchar: el lector y la historia narrada.
La animación es una actuación intencional que, con estrategias de carácter lúdico y creativo, trata de transformar actitudes y cualidades individuales y colectivas en torno a la lectura.
Para la biblioteca moderna es prioritario el formar lectores y desarrollar actividades encaminadas a descubrir no sólo el placer de leer, sino el valor y la utilidad de la lectura. Sea cual sea la concepción que se tenga de la biblioteca y la misión que ésta se haya trazado en el campo educativo, informativo, de apoyo a la comunidad, de investigación, etc., debemos tener siempre presente que un individuo lector con una actitud positiva frente a la lectura, será siempre un usuario potencial de la biblioteca y estos usuarios son los que en última instancia nos garantizarán la existencia en el medio.
La lectura frecuente de cuentos contribuye a aumentar el vocabulario; sirve como ejercicio para entrenar el cerebro, la concentración, la toma de decisiones en forma barata sin grandes costos económicos. La lectura vale como patrón del sueño, pues si se comienza a tener el hábito de leer antes de dormir, la actividad funcionará como un aviso para el cerebro y cuerpo, mandando señales de que ya es tiempo de descansar. Con el hábito lector, siempre se tendrá un tema de conversación; es un ejercicio que mejora la memoria, reduce el estrés y podrá lograrse el anhelado desarrollo social y emocional del ser humano. De ahí, la importancia de la labor docente de la biblioteca como institución educativa al servicio de la comunidad.
Cuando se habla de promoción de lectura, casi siempre se piensa en acciones que giran alrededor de los niños. La niñez es considerada la mejor etapa para iniciar al individuo en el disfrute y deleite de las narraciones. Sin embargo, es importante tener en cuenta que los niños no conforman un segmento aislado en la comunidad. Tanto su conducta, como sus preferencias, sus destrezas, sus hábitos se desarrollan y manifiestan en la vida cotidiana. Por consiguiente la promoción de lectura debe realizarse en un marco integral y natural, donde se involucren a los padres, maestros, vecinos, amigos, hermanos, abuelos, etc.
La biblioteca constituye un lugar de acción pedagógica autónoma, a través de la organización de una gran diversidad de materiales (impresos, audiovisuales, electrónicos, etc) que permite, con la mediación comprometida del bibliotecario, generar espacios de lectura que trascienden el marco de la institución educativa y se proyecten a la vida.
Crear, recrear, recuperar, utilizar, seleccionar y difundir información que se produce en su ámbito, constituye un desafío cotidiano para el bibliotecario. Todo ello en función de lograr lectores autónomos. Para ello se le ofrecerán lecturas y materiales diversos, generando el encuentro que permita descolarizar la lectura y promover el placer de leer en todos los ámbitos.
La lectura es considerada como "...un medio para lograr la autonomía porque permite decidir qué es lo que queremos aprender, en qué momento y en cuáles circunstancias''. "Es una actividad que exige la participación creativa del niño, del joven, el adulto y en el cual todas las personas tienen la capacidad de escoger, imaginar y criticar; por lo tanto ayuda a formar su autonomía, independencia; y, a dar sentido y coherencia a la información que recibe por otros medios''.
El bibliotecario como activo gestor, como animador social contribuye a formar lectores, cuando ofrece diversidad de materiales (impresos, audiovisuales y electrónicos); garantiza un fácil acceso a la información y a todas las acciones desarrolladas en la Biblioteca; aporta a los lectores propuestas libres, abiertas, flexibles que consideren sus conocimientos, sus experiencias, sus relaciones con la comunidad, sus gustos, sus necesidades interiores.
(*) Bibliotecaria Nacional. Matrícula profesional 068.
http://www.diariodecuyo.com.ar/home/new_noticia.php?noticia_id=616926
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