viernes, 27 de diciembre de 2013

El ahorro en la educación

27/12/2013 EDITORIAL


Se promueve incorporar la educación financiera en la primaria para que el niño retome la cultura de la alcancía.

        
Retomar la cultura del ahorro, que generaciones de argentinos cultivaron durante gran parte del siglo pasado, parecería una utopía en los tiempos inflacionarios que corren, cuando las desigualdades sociales generadas por la inequidad en los ingresos o en al acceso a prestaciones básicas han ensanchado la brecha entre ricos y pobres.

Sin embargo, especialistas docentes y economistas coinciden en la plena vigencia de aquellos principios que en 1881 promovieron el ahorro social a partir de educar a los niños -y a través de ellos a sus familias- para crear conciencia sobre una experiencia que décadas después se impuso en la Argentina a través de la libreta de ahorro escolar.

En ella se volcaban las monedas transformadas en estampillas emitidas por la desaparecida Caja Nacional de Ahorro Postal, que administraba un sistema elemental pero efectivo, que los chicos complementaban en su hogar con el clásico "\'chanchito\'\', la alcancía que complementaba un atesoramiento básico. Aquel hábito permitió a los niños desarrollar habilidades que les permitieron en la adultez alcanzar los objetivos trazados con el ahorro.

Volver a esas herramientas es una propuesta que lleva adelante en América latina y el Caribe Aflatoun, una asociación dedicada a la promoción de la educación social y financiera en la niñez y para ello tiene convenios con organismos no gubernamentales en 102 países. En la Argentina, este programa fue presentado recientemente por el Instituto Abierto para el Desarrollo y Estudio de Políticas Públicas (Iadepp). Es una idea para empezar por los chicos, pero apunta a socializar el ahorro con una proyección que no termina en lo económico y financiero sino en el manejo de los recursos naturales y materiales que deben optimizarse en el uso y en la planificación de las políticas públicas.

Estos proyectos tienen en cuenta la necesidad de la predisposición de una sociedad en el cuidado los recursos naturales, más si no son renovables y, en particular, evitar derrochar alimentos y ahorrar en el consumo del agua y de la energía que utilizamos. Es la disciplina que forjaron el bienestar y el desarrollo de las naciones más prósperas de la tierra, porque supieron hacer uso racional de sus recursos, mientras la población aprendió que nadie se hace rico con el endeudamiento, pero si a través del ahorro.http://www.diariodecuyo.com.ar/home/new_noticia.php?noticia_id=604212

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