15/12/2013 LAS ORQUESTAS ESCUELA DE SAN JUAN, JUNTAS POR PRIMERA VEZ
Un gran concierto en envase chico
Esta tarde, los pequeños músicos interpretarán villancicos y canciones infantiles junto al Coro de Niños de la UNSJ.Estela Ruiz M. - Diario de Cuyo
Están profundamente movilizados. Sin soltar sus violines, violas, cellos y contrabajos, y reunidos en sus grupos de rutina, algunos practican, otros recorren la sala, suben y bajan del escenario, cuchichean y miran con ojos de asombro. Es que para casi todos, casi todo es nuevo, desde el majestuoso órgano que preside el recinto hasta esas otras caritas, tan curiosas como las suyas. Pero sin dudas, lo más movilizador es reconocerse protagonistas. De repente, el director José Antonio Cerón Ortega da un golpecito en su atril, eleva talones y batuta, y como por arte de magia, la sala queda en silencio. Ya perfectamente ubicados, más de 100 niños de entre 7 y 11 años están atentos a las indicaciones del Maestro. Entonces sí, esa música que ensayaron una y otra vez por separado comienza a fluir hecha una, como ellos mismos. Maravillados con su propia escena, los chicos de las tres Orquestas Escuela que hay actualmente en San Juan -Rawson, Sarmiento y Capital- por primera vez suenan juntos, en el primer ensayo del sinfónico-coral que hoy a las 19 -con entrada libre- tendrá lugar en el Auditorio Juan Victoria. Concierto que será el gran debut para varios y que contará con la compañía del Coro de Niños Preparatorio de la UNSJ que dirige Ana María Oro y de la solista Jasmin Sehara, con quienes interpretarán villancicos y canciones infantiles, el mejor broche de oro para este 2013.
La postal es encantadora por donde se la mire. Hay -por ejemplo- un docente que ayuda a un muchachito a cargar su contrabajo; y una violinista cuyas piernitas cuelgan de esa silla grande que los viernes usualmente utiliza un experimentado músico de la Sinfónica. Sin embargo, se las arregla muy bien para estirarse y dar vuelta la página de la partitura que lee con naturalidad, pese a ni saber la tabla del 3. Al centro, otro grupo aporta lo suyo sentado en banquitos plásticos con las patas cortadas, para que puedan tocar el suelo. Ya pasó el Himno a la alegría, Arre borriquito y ahora es La reina Batata la que encanta a la platea, salpicada de papás que hacen el aguante con baberos. "¿Se escucha el coro?' detiene la marcha Cerón para consultar a las profes Irene Kowalsky y Ana María Oro, que están en las escaleras. "Sin correr, no se pueden distraer' indica a los pequeños músicos. "Bueno, nos estamos acostumbrando a la sala, es la primera vez', comenta luego de explicarles a los chicos que ahora deben tocar menos "fuerte' por la excelente acústica. Con evidente pasión y paciencia, el director va ajustando clavijas. Frente a él, no hay ni una cara de disgusto o de aburrimiento.
"Con muchos nervios y emoción'. Así describe un grupito de Rawson (el precursor, que por lo tanto tiene los chicos con más antigüedad de esta cruzada) el momento que viven de cara al concierto. Y lo dicen sin sacar la vista de esas novecientas y pico de butacas, sonriendo de sólo imaginarlas llenas cuando llegue la gran noche. Los chicos de Capital (la escuela más nueva, creada este año, que tomó la posta de la de Sarmiento) sienten lo mismo. Y atropellándose repiten que les encanta, que hacen amigos, que se divierten, que les gusta tocar todos juntos y que por si eso fuera poco, "suena muy bien'.
Esta noche, cuando el concierto llegue a su fin, al menos dos sueños se habrán hecho realidad. El primero tiene más que ver con los gestores de este proyecto que rápidamente se va extendiendo por la provincia: La igualdad de oportunidades y la real integración de estos niños -algunos de muchos recursos, otros de muy pocos- a través de la música. El segundo responderá a la pregunta que los propios peques les hicieron a sus profes hace unos meses, cuando fueron al Auditorio a escuchar y ver a la Sinfónica: "¿Y nosotros algún día vamos a tocar aquí?'.
La postal es encantadora por donde se la mire. Hay -por ejemplo- un docente que ayuda a un muchachito a cargar su contrabajo; y una violinista cuyas piernitas cuelgan de esa silla grande que los viernes usualmente utiliza un experimentado músico de la Sinfónica. Sin embargo, se las arregla muy bien para estirarse y dar vuelta la página de la partitura que lee con naturalidad, pese a ni saber la tabla del 3. Al centro, otro grupo aporta lo suyo sentado en banquitos plásticos con las patas cortadas, para que puedan tocar el suelo. Ya pasó el Himno a la alegría, Arre borriquito y ahora es La reina Batata la que encanta a la platea, salpicada de papás que hacen el aguante con baberos. "¿Se escucha el coro?' detiene la marcha Cerón para consultar a las profes Irene Kowalsky y Ana María Oro, que están en las escaleras. "Sin correr, no se pueden distraer' indica a los pequeños músicos. "Bueno, nos estamos acostumbrando a la sala, es la primera vez', comenta luego de explicarles a los chicos que ahora deben tocar menos "fuerte' por la excelente acústica. Con evidente pasión y paciencia, el director va ajustando clavijas. Frente a él, no hay ni una cara de disgusto o de aburrimiento.
"Con muchos nervios y emoción'. Así describe un grupito de Rawson (el precursor, que por lo tanto tiene los chicos con más antigüedad de esta cruzada) el momento que viven de cara al concierto. Y lo dicen sin sacar la vista de esas novecientas y pico de butacas, sonriendo de sólo imaginarlas llenas cuando llegue la gran noche. Los chicos de Capital (la escuela más nueva, creada este año, que tomó la posta de la de Sarmiento) sienten lo mismo. Y atropellándose repiten que les encanta, que hacen amigos, que se divierten, que les gusta tocar todos juntos y que por si eso fuera poco, "suena muy bien'.
Esta noche, cuando el concierto llegue a su fin, al menos dos sueños se habrán hecho realidad. El primero tiene más que ver con los gestores de este proyecto que rápidamente se va extendiendo por la provincia: La igualdad de oportunidades y la real integración de estos niños -algunos de muchos recursos, otros de muy pocos- a través de la música. El segundo responderá a la pregunta que los propios peques les hicieron a sus profes hace unos meses, cuando fueron al Auditorio a escuchar y ver a la Sinfónica: "¿Y nosotros algún día vamos a tocar aquí?'.
Fotos |
Hay equipo. De izq. a der. Gimena, Brisa y Camila Lepez, las violinistas de la familia. | |
Alumnos de la Orquesta Escuela de Rawson, la primera que se concretó en San Juan. | |
Un grupo de la Orquesta Escuela de Capital, la más nueva, que nació este año.http://www.diariodecuyo.com.ar/home/new_noticia.php?noticia_id=602920 |
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