contando cuentos
Contar un cuento no es tan fácil como parece. No es cuestión de limitarse a narrar unos hechos por muy fantásticos que sean. Si queremos mantener la atención de los que nos escuchan debemos lograr que no solo escuchen el cuento, sino que sean capaces de “vivirlo” mientras se lo contamos, y para ello os explicaremos una serie de estrategias que podéis seguir para convertiros en todos unos grandes narradores.

A la hora de decidir qué vamos a contar, tenemos varias opciones para elegir. Podemos:
- inventarnos un cuento
- contar un cuento que nos sepamos
- contar otra cosa, ya sea una anécdota, un acontecimiento, etc.
Lo más habitual es contar un cuento que nos sepamos, o aprendernos un cuento para contar, pero cualquiera de las otras opciones son perfectas. Como si decidimos inventarlo, lo importante es que lo hagamos y que al explicárselo  hagamos felices durante un ratito a los niños (y posiblemente mayores) que nos escuchan, que  hagamos volar su imaginación y soñar despiertos.
Si lo que vamos a hacer es buscar un cuento para contar, recomendamos buscarlos entre los cuentos de tradición oral. Estos cuentos se han formado pasando de generación en generación de forma oral, por lo que tienen una estructura perfecta para ser contados. Son claros y directos, con mucha acción, sin detenerse en descripciones o detalles que puedan distraer de la historia. Los cuentos tradicionales son cuentos diseñados para contar.
Para poder contar un cuento, es importante que nos guste, que nos mueva algo por dentro. Que nos haga mucha gracia, o mucho miedo. Pero que nos diga algo. Hay personas a quienes los cuentos tradicionales no les gustan porque les parecen violentos o machistas. Si un cuento no te gusta, no lo cuentes. Escoge otro.
Varios factores son imprescindibles:
- que queramos contar cuentos, si no nos sentimos animados con esta idea mejor no intentarlo, por que el entusiasmo es clave.
- que el niño quiera escuchar, si no está predispuesto en ese momento, mejor no empezar . Hemos de buscar el momento idóneo, un buen momento en que los niños estén receptivos.
- y, que te guste lo que cuentas, o que te de mucho miedo, o mucha risa, o mucha pena…… que lo que vayas a contar te mueva por dentro, que te llegue de verdad, que conecte contigo. De esta manera podrás transmitir emociones.
Una vez hemos decidido que cuento narraremos y lo hemos aprendido, hemos encontrado un momento idóneo, y los niños están receptivos, hemos de ponernos manos a la obra.
Solo hemos de poner en una coctelera un poquito de magia, un poquito de misterio, un poquito de capacidad de actuación y mucho mucho entusiasmo. Si vosotros disfrutáis del cuento y de vuestra propia “actuación”, sin duda alguna haréis disfrutar a quien os escuche.
No hagáis preguntas cuando acabéis el cuento. No vais a valorar nada, el único objetivo es pasar un rato agradable.
No utilicéis ilustraciones que acompañen vuestra narración. La actividad consiste en contar, no en leer, por lo que para llevarla a cabo no tendremos ningún libro ni soporte visual delante. Queremos una comunicación profunda, por lo que no nos interesan los intermediarios. Por otra parte, cuando el niño escucha una historia, su cerebro trabaja creando sus propias imágenes, y desarrollando así su capacidad de abstracción. Si presentamos imágenes, el cerebro no puede elaborar las suyas.
Si en algún momento os parece que la atención decae, cread intriga preguntando por ejemplo… ¿sabéis qué pasó?, y preguntas similares.
Si tenéis en cuenta estas orientaciones, os convertiréis en unos profes muy cuentistas. Disfrutadlo!!
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