Foro del Libro: postales de la máquina de hacer lectores

Terminó el evento organizado por la Fundación Mempo Giardinelli en Resistencia.

09/09/13

El Foro de Fomento del Libro y la Lectura en Resistencia, Chaco, es toda una experiencia. Para quien la vive por primera vez (mi caso), la mejor imagen que puede darse es la de un caleidoscopio en la que cada pieza tiene un color diferente, pero entre todas, forman un único objeto bello y complejo, que vale la pena tratar de entender.
Hace ya 18 años que la Fundación Mempo Giardinelli reúne en esa ciudad a escritores, editores, periodistas culturales, docentes, bibliotecarios y dibujantes para pensar en maneras de difundir la lectura y mientras tanto, la difunde de la mejor manera posible. Es multitudinario, se abre en un gran número de actividades y se derrama después de hora en pasillos de hoteles, restoranes, cafés, caminatas, conversaciones, charlas y preguntas, entre los invitados y con un público conmovedor y participativo y una organización impecable.
Imposible contarlo en un par de párrafos. En vez de resumirlo, porque un resumen no le haría justicia, me parece más ilustrativo describir algunas de las muestras de ese caleidoscopio de cuatro días.
Comienzo: En la inauguración –y frente al ministro de Educación, Alberto Sileoni– Mempo Giardinelli afirmó que el país está a la vanguardia en políticas de lectura en la región y recordó que “es todavía errático el funcionamiento del Consejo Nacional de Lectura”. Pidió que los planes nacionales y provinciales incorporen también a las ONGs privadas como la Fundación que él encabeza. Y propuso que se midan resultados educativos con metodologías propias, no las que provienen de los países desarrollados, y que se considere a la lectura como un derecho, algo que se retomó en las mesas redondas.
Formas: La variedad de formas y actividades del Foro impresiona: talleres que van desde la ilustración a la poesía pasando por los libros de divulgación científica; textos leídos por sus autores, entrevistas a escritores, charlas y conferencias, como la que inauguró el Foro (de nuestra Premio Andersen, María Teresa Andruetto) y la que la cerró (del escritor Leopoldo Brizuela).
Momentos:  Roberto “Tito” Cossa dice en una charla y en una mesa redonda, que la literatura echó a los dramaturgos de su reino en la década de 1960 y que, en cierto modo, él entiende porque los dramaturgos “no pensamos en lectores sino en espectadores”. Luis García Montero, poeta español, explica que “la imaginación nos ayuda a ver al otro, a entenderlo” y que nos lleva a “no quedarnos al margen”, a la resistencia cuando es necesario. María Cristina Ramos explica que hay que atrapar al lector “golondrina”, el que lee poco, y hacer el verano con él. Pía Barros, escritora chilena, pasa dos videos sobre mujeres y chicos golpeados y abusados y habla de sus colecciones de mini relatos, pensadas para tratar de cambiar esa realidad.   Todos estos no son más que colores separados, instantes en un remolino de ideas que se hace cada vez más profundo y se vuelve, de a ratos, difícil de asimilar en tan corto tiempo.
Complejidad: En las mesas redondas y las ponencias, hay un concepto que vuelve una y otra y otra vez. La idea de que es importante que la literatura (la infantil incluida) no simplifique el mundo, de que sea compleja porque el mundo es complejo y la literatura es una herramienta para entenderlo. Algunos, como el poeta de Angola, Ondjaki, relacionan la literatura con la historia (por ejemplo, la guerra, como en uno de los poemas que lee el angoleño) y la ética. Lo mismo afirma el español García Montero, y Osvaldo Quiroga, crítico literario, dice que, a veces, lo mejor, lo más innovador del arte está en “los sótanos” porque de ahí llega lo nuevo, lo difícil, lo necesario.
Mientras tanto, alrededor, toda la Resistencia de los lapachos florecidos se convierte en un universo riquísimo y hospitalario del que yo cuento aquí nada más que algunos trazos, algunas pinceladas breves. En esa ciudad florecida, durante cuatro días, un grupo grande de voluntarios ofrece con generosidad enorme su tiempo, su energía, su esfuerzo para que la palabra sea posible y entonces, los libros se multiplican, abren las alas, tratan de llegar cada vez más lejos.
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