martes, 29 de octubre de 2013

En América latina, la educación será la clave del desarrollo

En América latina, la educación será la clave del desarrollo






LIMA.- Una vez más, Felipe González, jefe del gobierno socialista que introdujo a España en la Comunidad Europea después de la muerte del generalísimo Franco y la instaló así en la modernidad, fue el nervio de los debates anuales del Foro Iberoamérica. Allí se encontraron, como todos los años, intelectuales, políticos, empresarios. Nadie salió al cruce de González cuando afirmó que hay una crisis en el sistema de gobernanza de las democracias.
Nadie tampoco sabe bien qué instituciones saldrán de todo esto, pero existe confianza, como dijo el ex presidente de Brasil Fernando Henrique Cardoso, en que la democracia se revitalice con la participación de los medios de comunicación tradicionales, las redes sociales y la protesta desinstitucionalizada (después habrá que institucionalizarla) frente a las desigualdades que exasperan. Algunas nuevas experimentaciones, en las bases mismas de la democracia -los ayuntamientos- llamaron la atención de los panelistas.
Es el caso de la Confederación Europea de Municipios, nacida cuatro años atrás, por el vacío de representación en que éstos caían en el régimen directivo político e institucional de la Unión Europea. Miles de ayuntamientos convergen de ese modo en un cuerpo no ideológico y, por lo tanto, neutral, a fin de auspiciar legislaciones comunes en los dominios cívicos respectivos. Desde la coordinación de juzgados de paz hasta una visión compartida sobre el uso de los espacios públicos.
¿Y si una experiencia de tal naturaleza potenciara en América latina, por la acción conjunta de municipios argentinos y de otros países de la región, a las que antes se llamaba, con alguna pomposidad, "cédulas básicas de la democracia"? Eso serviría para fortalecer las comunidades locales en intereses específicos. Sería una manera de compensar el despojo que sufren de continuo por los olvidos y privaciones que resienten el principio de equidad, como consecuencia de la voraz tentación hegemónica de gobiernos nacionales. Al menos se contaría con una nueva voz continental para oponer al menoscabo del federalismo en sus diversos grados o a los excesos de centralismo.
La crisis de gobernanza de las democracias seguramente no encontrará salida por la puerta de las utopías regresivas, sobre las que abundan los ejemplos en la literatura política y entre los que descuella, según se ha hecho notar, el caudillismo rural militar, dotado de una manguera de petróleo, del chavismo venezolano. Más consistente y perdurable que las veleidades desmesuradas de los gobiernos excéntricos será siempre la gran apuesta por la educación pública, a la que convocaba Sarmiento.
La inversión presupuestaria en educación es, sin duda, un paso significativo hacia adelante, pero a condición de que se cumplan otros requisitos. La Argentina invierte el nada despreciable 6% del presupuesto nacional en Educación y no sabe dar explicaciones sobre el mediocre rendimiento de los estudiantes de la temprana adolescencia en las pruebas comparativas internacionales sobre matemática y lectura. Ésos son los resultados, crecientemente deficitarios en los últimos años, en la más calificada de las competencias, que se realizan en el ámbito de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE). Nuestros educadores y economistas lo han denunciado hasta el cansancio.
Los déficits en materia educativa son un problema bastante generalizado en América latina también respecto del porvenir, en una globalización fundada en el conocimiento, la innovación y la creatividad, de los estudiantes de edad mayor. Ninguna de las universidades de la región figura en el Academic Ranking of World Universities en alguna de las 100 posiciones más descollantes en el mundo. Sólo tres (la Universidad Nacional Autónoma de México, la UBA y la Universidad de San Pablo) aparecen entre las primeras 200, y diez lo hacen entre las primeras 500. Esta última lista registra, por contraste, el nombre de 23 universidades de Canadá.
El ex presidente chileno Ricardo Lagos introdujo en los debates este mismo tema a raíz de su importancia intrínseca y por las derivaciones que pueden acreditársele en forma de flujos de divisas hacia una sociedad con vanguardias para el futuro y no con vanguardias para el pasado. Australia comprendió a tiempo los requerimientos que el desarrollo acelerado de China, India y Corea podría exigirles y resolvió atenderlos como país del sudeste asiático con tradiciones y lengua inglesas. Hoy, cuenta con decenas y decenas de miles de estudiantes extranjeros: exporta educación y recibe, como contrapartida, además de prestigio, unos 10.000 millones de dólares al año, como quien tuviera millones de hectáreas de soja.
Lagos invitó a reflexionar sobre las posibilidades de configurar un pool entre las mejores universidades latinoamericanas y abrirlas, de manera específica, a estudiantes de otras regiones. Sería una cuestión operativa, realizable, sobre la cual la Argentina tiene antigua y provechosa experiencia. Los Estados Unidos, cuyos planes de estudios básicos han ido perdiendo eficiencia por lo que se observa en las pruebas comparativas internacionales en relación con sus estudiantes, no sólo procuran retener los talentos extranjeros que identifican en sus universidades; también funda centros de relieve académico en ciudades latinoamericanas, como San Pablo. Otra manifestación de que los norteamericanos procuran, en el fondo, reclutar lo mejor que hallen, no importa dónde, en recursos humanos.
Los sindicatos docentes están en el centro del debate latinoamericano sobre los resultados de la educación. Aquí se levantaron voces denunciando que los sindicatos bloquean las reformas educativas en México. La gente reacciona con incredulidad cuando se le dice que en la ciudad de Buenos Aires se movilizan más de 15 gremios docentes y que los días de clases que se pierden allí y en las provincias colocan a los chicos argentinos, al término del ciclo de estudios, en desventaja de años frente a sus pares de los países con instituciones educativas y políticas más exigentes
Hay que vincular los salarios con la productividad para competir en la economía mundial y ello se alcanza por la creatividad y el conocimiento que encuentran su matriz apropiada en el perfeccionamiento de la educación y en su extensión a todas las clases sociales. La ley de la igualdad de oportunidades tiene allí el más eficaz amparo. Además, como se dijo en Lima, si no queremos que la economía de mercado produzca fugas hacia el populismo -que lo hay de izquierdas y de derechas-, el ingreso deberá ser distribuido de otra manera. Una de las formas rotundas de avanzar en ese rumbo es por la autopista de la educación pública.
Un foro como éste mal podría haberse detenido sólo en las cuestiones que conciernen a América latina. Se escuchó así que había llegado la hora de reinventar Europa después de las encrucijadas de estos últimos años. ¿Se conformará Europa con ser un museo o aspirará, por añadidura, a revivir como un laboratorio actualizado de iniciativas felices para las sociedades que la integran?
Felipe González fue quien indagó en esa dirección. Más aún: propuso cambios bajo las reglas de buen criterio que Don Quijote había impartido por carta a Sancho, como se recordará, cuando éste ejercía, siguiendo el mandato de los duques, el gobierno de la ínsula Barataria. "No hagas muchas pragmáticas (decretos), y si las hicieres -aconsejó El Caballero de la Triste Figura-, procura que sean buenas, y sobre todo que se guarden y cumplan, que las pragmáticas que no se guardan lo mismo es que no lo fuesen, antes dan a entender que el príncipe que tuvo discreción y autoridad para hacerlas no tuvo valor para hacer que se guardasen; y las leyes que atemorizan y no se ejecutan, vienen a ser como la viga, rey de las ranas, que al principio las espantó y con el tiempo la menospreciaron y se subieron sobre ella."
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