- Literatura
- 11/10/13
El mensaje de Abelardo Castillo, Premio Ñ a la Trayectoria, en la última entrega del Premio Clarín Novela.
Por Silvana Boschi
MAESTRO. Autor de novelas, cuentos y obraas de teatro, Castillo dicta su propio taller.
Ser escritor no es publicar, no es tener éxito ni ninguna de esas cosas. Kafka no se sentía escritor, Virgilio quería quemar La Eneida y la poeta Emily Dickinson no publicó nunca. Los lectores y, sobre todo, el tiempo son los que deciden; pero a veces hay una convicción profunda de algunas personas que les hacen decir: soy un escritor”. La opinión es de Abelardo Castillo, quien recibió el premio a la trayectoria en la fiesta por la entrega del XVI Premio Clarín de Novela y los diez años de la revista Ñ.
De 615 novelas presentadas, fueron seleccionados diez finalistas y sólo dos resultaron elegidas, las de Fabián Martínez Siccardi y Luis Mey. Pero todos ellos, y muchos otros que no se animaron o se desanimaron en concursos de años anteriores, seguramente sienten eso que Castillo definió como “una convicción profunda”, en una entrevista reciente con Ñ.
Sin embargo, como si se tratara de chicos en busca de permanente aprobación, las señales externas parecen ser imprescindibles para apuntalar esa convicción de los que se sienten escritores.
En el emotivo video que se vio en la fiesta, Castillo contó cómo el primer premio literario que recibió, por su novela Israfel, fue “el que me demostró a mí mismo que de alguna manera no estaba equivocado”. En el mismo video, con la mirada fija en la cámara y disfrutando de ese efecto de “a vos te estoy hablando”, Castillo dijo: “Ya está todo dicho, ya escribió Dante, ya escribió Homero, ya escribieron los trágicos griegos, escribió Shakespeare, la literatura argentina ya escribió los grandes libros, pero tu libro es la primera vez que sucede, y eso es lo único que tenés que pensar cuando estás escribiendo un libro”.
Una excelente frase para que muchos, finalistas o no, sientan algún grado de excitación movilizadora. Porque mientras los apocalípticos de la cultura letrada pronostican que avanza sin freno el reinado casi excluyente de la imagen y el sonido, y que el candy crush o algún otro jueguito va a ser la única actividad a la que van a dedicarse los que quieran poner la cabeza en otra cosa, otros muchos siguen disfrutando de las buenas lecturas. Y otros empecinados, por lo visto también muchos, siguen entusiasmados con la fantasía de ser escritor
http://www.revistaenie.clarin.com/literatura/Abelardo-Castillo_0_1009699029.html
De 615 novelas presentadas, fueron seleccionados diez finalistas y sólo dos resultaron elegidas, las de Fabián Martínez Siccardi y Luis Mey. Pero todos ellos, y muchos otros que no se animaron o se desanimaron en concursos de años anteriores, seguramente sienten eso que Castillo definió como “una convicción profunda”, en una entrevista reciente con Ñ.
Sin embargo, como si se tratara de chicos en busca de permanente aprobación, las señales externas parecen ser imprescindibles para apuntalar esa convicción de los que se sienten escritores.
En el emotivo video que se vio en la fiesta, Castillo contó cómo el primer premio literario que recibió, por su novela Israfel, fue “el que me demostró a mí mismo que de alguna manera no estaba equivocado”. En el mismo video, con la mirada fija en la cámara y disfrutando de ese efecto de “a vos te estoy hablando”, Castillo dijo: “Ya está todo dicho, ya escribió Dante, ya escribió Homero, ya escribieron los trágicos griegos, escribió Shakespeare, la literatura argentina ya escribió los grandes libros, pero tu libro es la primera vez que sucede, y eso es lo único que tenés que pensar cuando estás escribiendo un libro”.
Una excelente frase para que muchos, finalistas o no, sientan algún grado de excitación movilizadora. Porque mientras los apocalípticos de la cultura letrada pronostican que avanza sin freno el reinado casi excluyente de la imagen y el sonido, y que el candy crush o algún otro jueguito va a ser la única actividad a la que van a dedicarse los que quieran poner la cabeza en otra cosa, otros muchos siguen disfrutando de las buenas lecturas. Y otros empecinados, por lo visto también muchos, siguen entusiasmados con la fantasía de ser escritor
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