jueves, 10 de octubre de 2013

Colaborar para aprender


Por Harlene Anderson*

La autora ofrece una serie de claves para crear en el aula un entorno que favorezca la educación colaborativa, en la que los alumnos se vuelven los protagonistas del proceso.
En un entorno colaborativo, la habitual distinción entre los que saben y los que no saben se desvanece. // JUAN M. TAVELLA
En un entorno colaborativo, la habitual distinción entre los que saben y los que no saben se desvanece. // JUAN M. TAVELLA
La educación colaborativa ­también llamada aprendizaje colaborativo, colectivo, cooperativo, de acción, grupal y de equipo­ es una alternativa a las tradiciones educativas que consideran el conocimiento como algo fijo, centralizado y transmitido de arriba hacia abajo.

Colaborativo hace referencia a una relación en la que la gente se conecta y crea con los demás. Los miembros se transforman en socios conversacionales que aprenden y crean juntos, y la habitual distinción entre los que saben y los que no saben se desvanece. La comunidad se caracteriza por valorar la importancia de la verdad, el conocimiento, la experiencia, la capacidad y la diferencia que aporta cada persona. Así, el nuevo aprendizaje se construye por medio del diálogo con el otro y con uno mismo. Esto exige que cada persona esté abierta a los aportes del compañero, que se muestre curiosa respecto de lo que el otro tiene para decir, que acepte su turno para hablar y también el desafío de dar sus propias opiniones.

El aprendizaje colaborativo propone un abordaje relacional y no jerárquico de la educación, en el que cada miembro de la comunidad de aprendizaje, incluidos el educador y el estudiante, contribuye a la producción de nuevo conocimiento, a su integración y aplicación. Se basa en la suposición de que el conocimiento es una construcción comunitaria y en que la experiencia de aprendizaje colectivo es transformadora para todos los miembros de esa comunidad, y esas transformaciones van más allá del aula.
Algunas recomendaciones
¿Cómo implementar este enfoque? A continuación, una serie de pasos para crear una comunidad de aprendizaje colaborativo:
-- Estructurar el aula para favorecer el diálogo y relaciones de colaboración. La disposición clásica del aula promueve relaciones jerárquicas entre docentes y estudiantes. Cuando los alumnos están dispuestos en filas, tienen ante sí las cabezas de sus compañeros y al docente en el frente del aula. Este esquema alienta el papel dominante del profesor y la falta de participación de los estudiantes en su aprendizaje. En otras palabras, es vital para la colaboración que los alumnos se vean las caras.

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Crear relaciones positivas. Para aprender juntos, estudiantes y docentes necesitan tiempo y oportunidades de conocerse. Por eso, hay que hacer que los estudiantes se conozcan y se presenten. Eso puede hacerse en pequeños grupos o por pares. Esta dinámica previa hará que a los estudiantes tímidos les resulte más fácil hablar, y los ayudará a ser más activos en el grupo de trabajo.
-- Dar la bienvenida a los alumnos a la clase y orientarlos. Es importante cómo se recibe y saluda a los estudiantes. Hay que recordar que el docente es el anfitrión: un anfitrión bien dispuesto se para en la puerta y saluda personalmente a cada estudiante, uno por uno, a medida que entran al aula.
-- Alternar entre actividades del grupo completo, pequeños grupos y pares. Es importante que desde la primera clase los alumnos se acostumbren a la variedad de actividades de aprendizaje.
Estos pasos crean un entorno que introduce a los estudiantes en el aprendizaje colaborativo. De esta manera se alienta la participación y la responsabilidad de que ellos sean también artífices de su aprendizaje. Además, se generan relaciones más positivas entre docentes y estudiantes. Y la investigación educativa sugiere que, cuanto más positiva es esa relación, mejores son los resultados del aprendizaje.

Los estudiantes que participan en su educación tienen un sentido de pertenencia a la comunidad de aprendizaje, contribuyen a la construcción del conocimiento, se hacen más responsables de lo que aprenden. Los alumnos no sólo dominan el contenido, sino que se desarrollan como personas. A la vez, los docentes notan una mayor madurez de los chicos, más seguridad y mejor capacidad de resolución de problemas. En consecuencia, se reducen el fracaso escolar, las conductas difíciles en el aula y el agotamiento del docente.

* PSICÓLOGA, CONSULTORA Y EDUCADORA ESTADOUNIDENSE. FUNDADORA DEL INSTITUTO HOUSTON GALVESTON.
TRADUCCIÓN: Joaquín
http://www.clarin.com/educacion/Colaborar-aprender_0_1007299672.html

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