viernes, 18 de octubre de 2013

La biblioteca argentina


Colecciones. En la “Serie de los dos siglos” Eudeba publica clásicos argentinos con nuevos prólogos.


La Serie de los Dos Siglos tiene un antecedente célebre y, en el nombre, evidente, la Serie del Siglo y Medio, que Eudeba lanzó en 1960; una colección de libros pequeños en formato, que se inicia con La gran semana de Mayo , de Vicente Fidel López, y consolida un catálogo brillante de ensayo, literatura y teatro argentinos. Hoy parece inverosímil: la primera edición de aquel título fue de 30.000 ejemplares, y en cuatro años habían tirado 65.000”. Esto lo dicen Sylvia Saitta y José Luis de Diego (profesores de Letras en la universidad, críticos, ensayistas), cuando les preguntamos por el origen de la colección que dirigen para Eudeba y que ya lanzó al mercado casi veinte títulos fundamentales. Aquella colección de Eudeba fue fundacional y mítica para muchos lectores, porque sus libros rompieron el cerco del primer grupito de iniciados y salieron a jugar en la cancha grande de los años sesenta. Beatriz Sarlo recuerda que esos libros, “pequeños y blancos, con una ilustración de tapa, se vendieron por centenares de miles, sueltos o agrupados en paquetes de cuatro. Fue la biblioteca argentina de varias generaciones. Ciento cincuenta años habían pasado desde la declaración de la independencia y la Argentina ya era un país, algo que muchos de esos libros mostraban como una empresa difícil en política y apasionante en términos culturales”. Susana Zanetti, por su parte, que formó parte de ese proyecto, ha rememorado el contenido de ese catálogo: “Les recuerdo ciertas presencias no habituales en los primeros títulos: Buenos Aires desde setenta años atrás, En el mar austral de Fray Mocho, las Causeries de Mansilla, La guerra al malón del Comandante Prado, Payró, Memorias de la prisión del general Paz , o más tarde Juan Moreira de Eduardo Gutiérrez, La Pampa de Ebelot y un inédito de B. Fernández Moreno ( Guía caprichosa de Buenos Aires ). Le dimos mucho espacio a la historia del teatro, al sainete, a las antologías de poesía y cuento. No éramos de la línea Mayo-Caseros (así se veía al liberalismo más tradicional), tampoco peronistas. Eramos de izquierda; algunos cuantos, liberales de izquierda. Nos fuimos alejando cada vez más de la celebración inicial hacia los bordes, a medida que se acentuaban también las tensiones políticas y crecía el peso de nuevas propuestas estéticas, sea el boom o el Di Tella, además de las nuevas propuestas críticas y teóricas. Ese era nuestro trabajo, dentro de un mercado, y lo hacíamos con un horario y un sueldo (magro), que uníamos a una acción directa de la Universidad de Buenos Aires sobre ese nuevo y muy amplio público lector, que emerge hacia mediados de 1950”.
Esa colección tuvo cerca de 200 títulos y un día terminó. Pero desde hace un tiempo, podemos festejar algo así como la continuación de ese proyecto de edición nacional. Los tiempos han cambiado, desde luego, el universo lector es más acotado o está más especializado que en aquellos años, pero la propuesta de Eudeba sigue siendo la de sacar lo mejor del estudio académico a la calle, desencapsular el canon nacional. De tapa sobria, con una ilustración del autor hecha por un caricaturista, y con un prólogo nuevo compuesto especialmente por algún investigador del texto en cuestión, los libros de la “Serie de los dos siglos” llegan a las librerías de a dos, y en un juego de pares, suerte de espejo invertido o gemelos mutantes de la literatura argentina, se dan cruces explosivos. ¿Algunos de los libros que ya salieron?
Un dios cotidiano de David Viñas, Juan Moreria de Eduardo Gutierrez, El payador de Lugones, Gotán de Juan Gelman, Ema la cautiva de César Aira, R adiografía de la pampa de Ezequiel Martínez Estrada, Diálogos en los patios rojos de Roberto Raschella. Con la lógica de los pares, los directores buscan “que cada par ponga en relación, en diálogo polémico, en coincidencia o disidencia estéticas, esos dos libros. Así, partimos con Facundo y Radiografía de la pampa , esto es, con Sarmiento, nuestro gran “radiógrafo” de mediados del siglo XIX, y con Ezequiel Martínez Estrada, quien asumió, agónicamente, ese rol, y escribió su ensayo en explícita distancia polémica con el clásico de Sarmiento. En el siguiente par incluimos dos textos muy conocidos de Echeverría y los combinamos, como si fuera en un espejo anacrónico y deformado, con un libro de César Aira de 1981; mezclamos a aquella “cautiva” romántica y desgarrada, con Ema, la cautiva , que pone en escena, por primera vez, esa escritura tan característica de Aira, entre frívola y melancólica”.
Armar una línea de tiempo, una historia literaria o el corpus de lecturas sugeridas para una cátedra, implica siempre tomar decisiones según criterios al mismo tiempo estéticos, políticos, históricos, coyunturales. ¿Cómo se concilian, en el caso de una colección como la serie de los dos siglos, los gustos personales de los directores con la necesidad de relevar algunos textos ineludibles del canon? “La pregunta plantea el viejo dilema entre canon nacional y canon personal, dilema que nos planteamos a menudo los profesores: ¿doy los autores que más me gustan o los autores que se supone debo dar? El catálogo es, de alguna manera, el resultado de una negociación entre ambas cuestiones: están los libros ineludibles de la historia de la literatura argentina, pero también los autores a quienes nosotros, en un gesto de intervención crítica, consideramos los ‘nuevos clásicos’ de la literatura nacional, como Aira, Marcelo Cohen o Juan Gelman”, dicen Saitta y De Diego. Pero no hay dos sin tres, dice el lugar común, y si ya tenemos a nuestras espaldas dos siglos completos para relevar, los escritores del siglo XXI ya están dando algunas puntadas que van armando, muy de a poco, el entramado de la literatura argentina del futuro. Para terminar, entonces, Saitta y De Diego imaginan qué publicarían si la colección se derramara al nuevo siglo: “Propondríamos textos que dialoguen y establezcan tramas de vecindad o polémica con obras y poéticas del siglo veinte. Se podrían pensar entonces, y para mencionar sólo algunos nombres, las reformulaciones del realismo en Gustavo Ferreyra, Aníbal Jarkowski, Matilde Sánchez y Sergio Bizzio; el diálogo con la narrativa de Juan José Saer que proponen Sergio Chejfec, Sergio Delgado o Hernán Ronsino; los vínculos entre la política y la literatura en Carlos Gamerro, Martín Kohan y Félix Bruzzone; la narraciones de la oralidad en Alejandro López, Washington Cucurto, Gabriela Cabezón Cámara; la vuelta al barrio en Fabián Casas o Daniel Link”.
 http://www.revistaenie.clarin.com/literatura/ficcion/Serie_de_los_dos_siglos-biblioteca-argentina-Eudeba_0_1009699065.html

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